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Un estudio dirigido por la Universidad McGill (Montreal, Canadá) ha demostrado que el tamaño de la población maya en la ciudad de las tierras bajas de Itzán (en la actual Guatemala) varió con el tiempo en respuesta a los cambios climáticos. Los hallazgos, publicados recientemente en Quaternary Science Reviews, muestran que tanto las sequías como los períodos muy húmedos provocaron importantes disminuciones de la población.

Estos resultados se basan en el uso de una técnica relativamente nueva que implica observar estanoles (moléculas orgánicas que se encuentran en la materia fecal humana y animal) extraídos del fondo de un lago cercano. Las mediciones de estanoles se utilizaron para estimar los cambios en el tamaño de la población y para examinar cómo los mismos se alinean con la información sobre la variabilidad climática y vegetal extraída de otras fuentes biológicas y arqueológicas.

Mediante el uso de esta técnica, los investigadores pudieron trazar los principales cambios de la población maya en el área durante un período que comenzó 3.300 años antes del presente (BP). También pudieron identificar cambios en los patrones de asentamiento que tuvieron lugar a lo largo de cientos de años y que están asociados con cambios en el uso de la tierra y las prácticas agrícolas.

Descubrieron, además, que la tierra se había colonizado antes de lo sugerido previamente por la evidencia arqueológica.

Los registros fecales en el sedimento de un lago muestran que la civilizació Maya vivió en el área más tiempo de lo que se creía anteriormente. Crédito: Andy Breckenridge.

La nueva herramienta proporciona información sorprendente sobre la presencia humana en las tierras bajas mayas

La evidencia de estanoles fecales sugiere que los humanos estaban presentes en el asentamiento de Itzán unos 650 años antes de que la evidencia arqueológica lo confirmase. También muestra que los mayas continuaron ocupando el área, aunque en menor número, después del llamado 'colapso' entre el 800-1000 d.C., cuando antes se creía que la sequía o la guerra hicieron que toda la población abandonara el área. Hay más evidencias de que hubo un gran aumento de la población aproximadamente al mismo tiempo que el registro histórico de refugiados que huyeron del ataque español de 1697 d.C. en el último bastión de las tierras bajas del sur de los mayas (Nojpeten, o la actual Flores, en Guatemala), algo que no se había conocido antes.

Diagrama que muestra cómo las moléculas de estanol fecal se transportan desde los intestinos humanos
a los sedimentos del lago, donde luego se recuperan en núcleos de sedimentos. Crédito: Benjamin Keenan et al. 2021.

Las estimaciones del tamaño de la población antigua en las tierras bajas mayas se han obtenido tradicionalmente mediante la inspección del suelo y la excavación. Para reconstruir la dinámica de la población, los arqueólogos ubicaron, cartografíaron y contaron las estructuras residenciales, al tiempo que las excavaron para establecer las fechas de ocupación. También se compararon las tendencias de la población a escala local y regional. Posteriormente, se utilizaron técnicas como el análisis del polen e indicadores de erosión del suelo en los lagos cercanos para reconstruir los cambios ecológicos que tuvieron lugar al mismo tiempo.

Benjamin Keenan, el investigador principal, recolecta un núcleo de sedimento en el lago Izabal, el más grande de Guatemala. Crédito: Elisandra Hernández

"Esta investigación debería ayudar a los arqueólogos al proporcionar una nueva herramienta para observar los cambios que podrían no verse a través de las evidencias arqueológicas, puesto que es posible que las mismas nunca haya existido o que, desde entonces, se hayan perdido o destruido", dice Benjamin Keenan, estudiante de doctorado en el Departamento de Ciencias de la Tierra y Planetarias en la Universidad McGill y uno de los autores del artículo publicado. "Las tierras bajas mayas no son muy buenas para preservar edificios y otros registros de la vida humana debido al ambiente de bosque tropical".

En a) el color púrpura resalta las concentraciones de materia fecal que se encuentran en los sedimentos durante el período de 3.300 años; y en c) el azul muestra cómo varió la población en esos momentos. Una escala de tiempo arqueológica maya se muestra en la parte inferior de la trama. Prt = Protoclásico, EC = Clásico Temprano, LC = Clásico Tardío, TC = Clásico Terminal y sc = Contacto Español. Crédito: Benjamin Keenan et al. 2021.

Tamaño de la población maya afectado tanto por sequías como por períodos húmedos

El estanol fecal del sedimento en la laguna de Itzan confirma que la población maya en el área disminuyó debido a la sequía en tres períodos diferentes: entre 90-280 d.C., entre 730-900 d.C. y durante la sequía mucho menos estudiada entre 1350-950 a.C.

El equipo de investigación también encontró que la población disminuyó durante un período muy húmedo entre el 400 y el 210 a. C., algo que ha recibido poca atención hasta ahora. La disminución de la población en respuesta a los períodos secos y húmedos muestra que hubo efectos climáticos sobre la población en ambos extremos climáticos, y no solo durante los períodos secos.

"Es importante para la sociedad en general saber que hubo civilizaciones antes que nosotros que se vieron afectadas y se adaptaron a los cambios climáticos", dijo Peter Douglas (derecha), profesor en el Departamento de Ciencias Planetarias y de la Tierra de la Universidad Macgill y autor principal del artículo. "Al vincular las evidencias de cambio climático y poblacional, podemos comenzar a ver un vínculo claro entre las precipitaciones y la capacidad de estas ciudades antiguas para sostener a su población".

La investigación también sugiere que el pueblo maya pudo haberse adaptado a problemas ambientales como la degradación del suelo y la pérdida de nutrientes mediante el uso de técnicas como la aplicación de excrementos humanos (también conocido como suelo nocturno) como fertilizante para los cultivos. Esto viene sugerido por una cantidad relativamente baja de estanoles fecales en el sedimento del lago en un momento en que existen evidencias arqueológicas de poblaciones humanas más grandes. Una explicación es que los desechos humanos se aplicaron a los suelos como fertilizante y, por lo tanto, los estanoles no se lavaron en el lago.

Fuente: Universidad McGill | 30 de junio de 2021

Aníbal Clemente

Historia y Arqueología. Publicación digital de divulgación cultural.

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