Una concha marina de hace 18.000 años, procedente de la cueva de Marsoulas (Francia) es el instrumento de viento más antiguo de su tipo
Con 31 cm de altura, 18 cm de diámetro (en el punto más ancho) y hasta 0,8 cm de espesor, esta concha, de unos 18.000 años de antigüedad, da testimonio, a su vez, de proceder de un mar frío, y es, por tanto, más grande y gruesa que ejemplares más recientes. Crédito: © Carole Fritz et al. 2021.Casi 80 años después de su descubrimiento, un equipo multidisciplinario del CNRS, el Muséum de Toulouse, la Université Toulouse-Jean Jaurès y el Musée du quai Branly-Jacques-Chirac ha estudiado una gran concha de la ornamentada procedente de la Cueva de Marsoulas, en los Pirineos franceses. Los investigadores consideran que es el instrumento de viento más antiguo de su tipo, y han podido revelar cómo suena en un estudio publicado en la revista Science Advances.
La cueva de Marsoulas entre Haute-Garonne y Ariège fue la primera cueva decorada que se encontró en los Pirineos franceses. Descubierta en 1897, la cueva da testimonio del inicio de la cultura Magdaleniense en esta región al final del Último Máximo Glacial. Es reconocida como uno de los lugares del mundo con las más bellas representaciones de arte paleolítico. Como ejemplo de ello, está la figura de un bisonte que ha sido coloreado con los dedos mediante puntos de color ocre, y en el que se aprovecha la forma de la pared de la cueva para darle volumen. Es una obra de arte. Durante un inventario del material de las excavaciones aruqeológicas, la mayor parte del cual se conserva en el Museo de Toulouse, los científicos examinaron una gran concha de Charonia lampas (caracol de mar) que se había pasado por alto en gran medida cuando se descubrió en 1931.
Reconstrucción del instrumento de viento. Al fondo, un búfalo de puntos rojos decora las paredes de la Cueva de Marsoulas; motivos similares decoran el instrumento. Crédito: © Carole Fritz et al. 2021 / dibujo: Gilles Tosello.
Los descubridores de la concha inicialmente sospecharon que servía como una taza ceremonial para beber. Pero después de un minucioso estudio con técnicas de imagen avanzadas, la arqueóloga Carole Fritz (izquierda) y sus colegas encontraron que los Homo sapiens magdalenienses de la cueva de Marsoulas la habían modificado cuidadosamente para instalar una boquilla.
Mediante técnicas de fotogrametría se pudo comprobar que estos antiguos artesanos magdalenienses habían eliminado los bordes exteriores de la boca de la caracola, la cresta acampanada que se extiende hacia afuera desde la abertura principal, los puntos de impacto a lo largo del labrum modificado, y de que había señales de que el ápice del caparazón había sido quitado cuidadosa y deliberadamente para crear una segunda abertura, al tiempo que adornaron el exterior de la concha con pigmentos de color rojo ocre, el mismo que usaron para el arte mural que se encuentra dentro de la cueva de Marsoulas y que indica también su condición de objeto simbólico.
También encontraron rastros de una sustancia orgánica marrón, probablemente una resina o cera, alrededor de la abertura del ápice, la cual pudo haber sido usada como adhesivo para fijar una boquilla.
(A) Eliminación del labrum (labio externo) mediante una serie de golpes. (B) Apertura del ápice por destrucción de las primeras seis espirales. (C) En la vista superior, el borde astillado de la boca indica un trabajo meticuloso. (D) Un depósito de materia orgánica pardusca cubre el borde fracturado del ápice. Fotos (A a D): C. Fritz.
(A) Sección sagital del modelo tridimensional de la concha que permite visualizar el orificio perforado a nivel de la sexta espiral (después de abrir el ápice) probablemente para introducir un tubo y facilitar la colocación de una boquilla. (B) Detalle de la perforación circular perforada desde el ápice. Las rayas en el borde se deben a una herramienta de deslizamiento. (C) Vista superior del modelo 3D que muestra la perforación. (D) Sección transversal tridimensional al nivel de la séptima espiral.
Tomografías computarizadas se llevaron a cabo para visualizar el interior del caparazón, y se encontró que se habían realizado dos orificios adicionales en las capas espirales directamente debajo del vértice del caparazón, probablemente para acomodar la extensión del tubo largo de una boquilla.
Para confirmar la hipótesis de que esta caracola se utilizaba para producir sonidos, Carole Fritz solicitó la ayuda de un musicólogo especializado que fue capaz de reproducir el sonido de la trompeta en tres notas distintas que casi coinciden con los tonos de Do, Re y Do bemol en la nomenclatura musical moderna.
Escuche el sonido de la caracola Marsoulas, la cual pudo haber sido tocada hace 18.000 años. Crédito: © Carole Fritz et al. 2021 / reproducción: Jean-Michel Court / grabación: Julien Tardieu
La primera datación por carbono 14 de la cueva, realizada sobre un trozo de carbón y un fragmento de hueso de oso del mismo nivel arqueológico que la concha, arrojó una fecha de alrededor de 18.000 años. Esto hace que la caracola de Marsoulas sea el instrumento de viento más antiguo de su tipo: hasta la fecha, solo se han descubierto flautas en contextos anteriores al Paleolítico Superior europeo; hay que tener en cuenra que las caracolas que se encuentran fuera de Europa son mucho más recientes.
“En todo el mundo las caracolas han servido como instrumentos musicales, dispositivos de llamada o señalización, y objetos sagrados o mágicos según las culturas”, escriben los autores. "Hasta donde sabemos, la caracola de Marsoulas es única en el mundo en el contexto prehistórico del paleolítico".
Arqueólogos trabajado en la cueva de Marsoulas. Crédito: R. Apajou.
Pinturas de la cueva de Marsoulas posicionadas sobre un modelo 3D. Crédito: G. Tosello, C. Fritz, M. Willis.
Además de sumergirnos en los sonidos producidos por nuestros antepasados magdalenienses, esta concha refuerza la idea de intercambios entre los Pirineos y la costa atlántica, a más de 200 kilómetros de distancia. “Sabemos que los magdalenienses de Marsoulas tenían vínculos con los magdalenienses de la costa cantábrica. El caparazón consolida estos contactos. Llevan el mar hacia el interior, al fondo de la cueva”.
De acuerdo con los científicos, esta concha también muestra la capacidad de los antiguos grupos humanos para transformar un objeto complejo en un instrumento de viento. “Aún debemos meditar sobre la función del sonido en el Paleolítico, pero podemos decir que la relación entre la música y el simbolismo humano es muy fuerte. En Marsoulas es difícil no establecer el paralelismo entre el sonido y el arte rupestre.
Fuentes: phys.org | elpais.com | quo.es | smithsonian.com | 10 de febrero de 2021
¡Increíble!
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