Investigadores españoles arrojan luz sobre la resistencia de los rapa nui tras la deforestación de la Isla de Pascua
Un conjunto de los enigmáticos moáis de la Isla de Pascua. © Andreas Mieth, Uni KielTras la pista de la legendaria Terra Australis, el marino holandés Jacob Roggeveen arribaba el 5 de abril de 1722 a una pequeña isla en mitad del Pacífico. Los exploradores europeos la bautizaron como Isla de Pascua (Rapa Nui) en honor al día de esta llegada, la Pascua de Resurrección.
Al bajar a tierra, encontraron las colosales y enigmáticas esculturas, los moáis, y también a un pequeño número de indígenas. Por aquel entonces, la isla se había quedado sin árboles, por lo que la civilización de los rapa nui se fue encaminando hacia su práctica desaparición.
Cuándo y cómo sucedió su colapso supone el otro gran misterio que ha acaparado el esfuerzo de los investigadores a lo largo de la historia. La teoría más extendida es que se produjo en torno al siglo XVII, tras una catástrofe ecológica, cultural y demográfica. Pero la cronología de estos sucesos se ha mantenido envuelta en ambigüedades hasta nuestros días.
Ahora, un nuevo estudio, liderado por el Museo Moesgard de Dinamarca y en el que ha participado la Universidad Pompeu Fabra, la Autónoma de Barcelona, la de Goethe de Fráncfort del Meno y la de Kiel, en Alemania, arroja luz sobre la continuidad cultural de los rapa nui tras el comienzo de la deforestación a través de una minuciosa investigación de pigmentos rojos usados por la civilización durante siglos.
«Aún no se ha determinado para qué se utilizaron. Sin embargo, está claro que el color rojo se consideraba sagrado en la Isla de Pascua. Representaba poder espiritual, fuerza física y fertilidad», asevera Marco Madella (izquierda), especialista en arqueología medioambiental de la Universidad Pompeu Fabra que ha participado en la investigación. Pese a que la presencia de este pigmento estaba bien documentada por los científicos, su origen y posible proceso de producción no estaban claros.
Hierbas secas como combustible
Los equipos del Museo Moesgard y la Universidad de Kiel ya habían documentado la existencia de cientos de pozos que contenían restos de estos pigmentos en varios puntos de la isla. Se dataron entre los siglos XIII y XV, después del inicio de la deforestación de la isla y antes de la primera llegada de los europeos, y se documentó que su fin era su elaboración y se sugería que hubo una producción de pigmentos a gran escala en la isla.
Ahora, el nuevo trabajo arqueológico ha hallado más pozos en puntos diferentes de Rapa Nui, por lo que «su presencia era mucho más común en la isla», señala Madella. En este estudio, cuyas conclusiones se han publicado en la revista científica The Holocene, el material analizado fecha las construcciones en el período entre el siglo XV y el XVII. De este modo, la producción y almacenamiento de pigmentos continuó en un volumen considerable después de la deforestación, por lo que las conclusiones apoyan la continuidad cultural en Rapa Nui en lugar del colapso.
El ecologista de la Universidad de Kiel, Andreas Mieth, documenta algunos de los pozos de pigmento expuestos en una terraza fluvial en la Isla de Pascua. © Hans-Rudolf Bork, Uni Kiel.
A pesar de que se desconoce con exactitud su fin, «es posible que se hubieran utilizado para pintar el cuerpo, porque su fina consistencia hace que sean fáciles de aplicar sobre la piel. Otro uso podría haber sido la decoración de imágenes de piedra o para pintar parte de los moai», aventura el científico, que señala que esto apoyaría el hecho de que lo necesitaran elaborar en abundancia.
Esta investigación ha podido identificar además por primera vez cómo se producían los pigmentos en las construcciones halladas. El equipo de Madella ha analizado los fitolitos, unas partículas microscópicas de sílices opalina (igual que el vidrio) que se forman en las células vegetales. Su estudio ha mostrado que el pigmento rojo se basa en el óxido de hierro hematita, que los rapa nui produjeron en estas construcciones calentando la roca, que después era triturada.
Imagen de una laminas de micromorfología del sedimento de Poike (Isla de Pascua) donde se puede apreciar la cantidad de fitolitos de gramineas (rectángulo blanco). FOTO. Universidad de Kiel.
«La evidencia del uso del fuego para procesar las piedras proviene de material vegetal carbonizado, que se encuentra en capas de color oscuro en todo el pigmento rojizo que rellena los pozos», apunta este especialista. Los habitantes de la Isla de Pascua ya habían talado gran parte de sus bosques, por lo que la madera apenas estaba presente como combustible. En su lugar, los rapa nui utilizaban grandes cantidades de hierbas secas.
Los pozos donde se elaboraba también funcionaban como almacenaje y algunos de ellos tenían una especie de tapón para proteger el contenido. «Es posible que la producción de pigmentos se concentrara en determinados momentos del año (por ejemplo, cuando las hierbas utilizadas como combustible eran más frecuentes y estaban más secas) y después lo producido se conservaba en el mismo lugar», puntualiza Madella.
Uno de los hoyos se llenó de pigmento rojo. Las bandas oscuras en el relleno del pozo provienen de la hierba carbonizada. © Andreas Mieth, Uni Kiel.
También siguieron construyendo moáis
Esta investigación sigue la misma línea que un estudio que se publicaba en el Journal of Archaeological Science en febrero del pasado año. En esta ocasión, los investigadores de la Universidad de Binghamton y de la Universidad Estatal de Nueva York se centraron en los ahu, las plataformas ceremoniales sobre las que después se erigían los enigmáticos moái.
De acuerdo con sus conclusiones, las piezas aparecieron antes de su colonización, entre principios del siglo XIV y la mitad del XV, se incrementaron rápidamente, y que, en contra de lo que se creía, tuvieron un ritmo constante de construcción que continuó más allá del contacto europeo en 1722, mucho más tiempo después de lo que se pensaba anteriormente.
Por tanto, el estudio tampoco encontraba evidencias de un colapso anterior a esa colonización en la Isla de Pascua. Antes, al contrario, coge fuerza el hecho de que se una a las filas de las comunidades resilientes que continuaron con sus tradiciones ancestrales a pesar del impacto de la llegada de los europeos.
Fuentes: abc.es | upf.edu | uni-kiel.de | 14 de enero de 2021
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