Tui (Pontevedra) descubre un legado prehistórico de arte rupestre con trece petroglifos

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Foto: Óscar Vázquez

Tui (Pontevedra), el municipio que contó con el primer parque natural de Galicia, tendrá también desde este año un parque rupestre. «Es extraordinario porque neste espazo pódense ver exemplos de toda a arte rupestre galega», explica el arqueólogo Benito Vilas. Está al frente del equipo de la cooperativa Árbore Arqueoloxía que esta semana ha sacado a la luz trece petroglifos en la parroquia de Randufe. Trabajan en las zonas de Alto do Coello, Fontiñas y Rozacús, donde estaban documentadas ya ocho piedras grabadas en los años ochenta pero que nadie había conseguido ver.

La singularidad de este proyecto, fruto de la colaboración entre la comunidad de montes, el Concello de Tui y la Diputación de Pontevedra, es que no es habitual encontrar ejemplos de todas las épocas en un mismo recinto. «Temos pedras dende a Prehistoria á Idade e Bronce e o Medievo. Son gravados feitos dende hai 6.000 anos e en distintos momentos, polo que temos figuras xeométricas, naturalistas e medievais», destaca Benito Vilas (izquierda). Esta particularidad será especialmente interesante para el proyecto, que pretende poner en valor este legado, facilitando su conocimiento y haciéndolo accesible a todos. De hecho, debería haber comenzado en marzo con una visita de escolares del municipio para que vieran la zona antes de comenzar los trabajos para entender después la intervención pero el estado de alarma obligó a parar la limpieza del espacio la misma semana que arrancó.

El presidente de la comunidad de montes, Ángel Ramón Martínez, quiso destacar el respaldo de los dos ediles que se han sucedido en el cargo desde que los comuneros comenzaron a gestar el proyecto hasta que cedieron los 2.000 metros cuadrados al Concello para poder hacerlo realidad, y que son Eduardo Freiría y Laureano Alonso.

Foto: Óscar Vázquez

Para Ramón Martínez, es un hito ya que, tras ocho años en el cargo, han conseguido sacar adelante la puesta en valor de este enclave. Él es uno de los niños y jóvenes que, en los años setenta disfrutaba del tobogán más antiguo del municipio, sin saber siquiera el valor de la piedra sobre la se abalanzaban. Por eso se llama rozacús, y aún son visibles las marcas de los troncos. «Moitos pantalóns rompín aí. Subíamonos no tronco dun piñeiro e escorregábamos con el pola pedra mentras pastaban as vacas», recuerda emocionado.

Fuente:lavozdegalicia.es | 30 de mayo de 2020

Aníbal Clemente

Historia y Arqueología. Publicación digital de divulgación cultural.

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