Un abrigo con pinturas rupestres es hallado en el Castillo de Castellar (Cádiz)
Figura oculada junto a otros motivos esquemáticos pintados en el abrigo / SIMÓN BLANCO
El espeleólogo Simón Blanco Algarín ha descubierto recientemente un nuevo yacimiento rupestre entre cuatro viviendas en el Castillo de Castellar (Cádiz). El abrigo, según detalla el miembro de la Asociación para la Protección del Arte Sureño (APAS), sigue conservando un friso con varios signos esquemáticos a pesar de que su interior fue excavado para ampliarlo en algún momento histórico indeterminado y de que cuenta con algunos escalones tallados en su exterior para facilitar su acceso.
Entre los símbolos que pueden apreciarse en el abrigo, Blanco destaca la presencia de un ídolo oculado simple que queda definido por dos grandes círculos a modo de ojos con dos puntos inscritos a modo de pupilas, acompañados de algunos radios exteriores. El espeleólogo indica que en su conjunto puede considerarse como uno de los tipos conocidos como ojos-soles.
El denominado abrigo del Castillo, debido a su vulnerabilidad por encontrarse en el núcleo de la villa villa de Castellar, ya ha sido puesto en conocimiento de la delegación territorial de Cultura en Cádiz y por el Seprona “por tratarse de unos vestigios gráficos que se encuentran estrechamente relacionados con el medio natural”. La intención de la Asociación para la Protección del Arte Sureño es que los residentes en las viviendas colindantes sean advertidos para evitar que estas pinturas puedan sufrir daños derivados del desconocimiento de esta situación y que pueda conservarse este yacimiento, desde el que puede disfrutarse una espléndida vista del pantano de Guadarranque.
“Este asentamiento al aire libre permite vislumbrar un poblamiento continuado desde los inicios de la Prehistoria reciente y es un nuevo recordatorio de este grandísimo potencial campogibraltareño legado por nuestros antepasados, que actualmente se encuentra desaprovechado, marginado y en este caso concreto en vías de desaparición por la insistente ocupación y alteración a lo largo de los siglos del entorno donde se ubica el castillo de Castellar”, afirma Simón Blanco.
"Todos estos abrigos se articulan en por la cuenca del río Guadarranque, a través de un centenario bosque alcornocal que desafortunadamente se encuentra en un severo proceso de desertización, con la emblemática finca de la Almoraima como uno de los máximos exponentes del envejecimiento, falta de regeneración y mala gestión que está conduciendo a esta especie forestal, tan vinculada a la conservación del Arte Sureño, a su total extinción en las sierras del Aljibe”.
Los yacimientos prehistóricos se encuentran alrededor de un cerro prominente, que se encuentra rematado por un afloramiento de arenisca sobre el que se asienta la villa-fortaleza de Castellar Viejo.
Esta atalaya de arenisca, recuerda Simón Blanco, estuvo ocupada desde la prehistoria, según puede deducirse de las piezas cerámicas de la edad del Bronce recuperadas por Manuel Sotomayor en excavaciones arqueológicas en los pocos suelos no rocosos sobre los que se asienta el castillo: “Hasta ahora esta atalaya no había ofrecido ningún abrigo con arte rupestre sureño, circunstancia que se justifica en buena medida por la propia construcción del castillo y la villa que se van acomodando a los distintos estratos de arenisca que afloran en la cumbre rocosa y que eran más susceptibles de albergar patrimonio rupestre”, indica el espeleólogo, que halló el abrigo el pasado 23 de diciembre.
Fuente: europasur.es | 7 de enero de 2020
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