Los últimos 'Homo erectus' sobrevivieron hasta hace 108.000 años en Java (Indonesia)

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Excavaciones en Ngandong durante el año 2010. RUSSELL L. CIOCHON UNIV. OF IOWA

Las orillas del río Solo, en la isla indonesia de Java, guardaron durante milenios los fósiles de los últimos Homo erectus conocidos, los más recientes y evolucionados de la primera especie homínida en caminar totalmente erguida. Pero, tras el hallazgo de estos importantes restos, que se produjo entre 1931 y 1933, aún ha habido que esperar otros casi 90 años para determinar en qué tiempo vivieron.
Las últimas tecnologías, unidas a un interesante cambio de método, han permitido al fin resolver el enigma: los Homo erectus sobrevivieron hasta hace entre 108.000 y 117.000 años en la región de Ngandong (Java Central). Las malas condiciones tanto del terreno como de los huesos habían impedido hasta ahora una datación fiable, la cual se ha logrado tras excavar de nuevo para acceder al yacimiento original y estudiar minuciosamente el entorno.

Réplicas de los 12 cráneos hallados en Ngandong. Crédito: Russell L Ciochon / Universidad de Iowa

La población de Homo erectus a la que pertenecen los restos -12 calaveras y dos espinillas- sobrevivió gracias a encontrar refugio en el entorno del río Solo. La zona se mantuvo relativamente seca en medio de un cambio climático, que transformó en bosques húmedos y cálidos los paisajes más abiertos en los que vivía esta especie, llegada a la isla de Java hace 1,7 millones de años.
Los Homo erectus de Ngandong son importantes no sólo porque sean los últimos ejemplares conocidos de su especie, sino también porque son los más avanzados anatómicamente: sus cerebros eran más grandes y sus frentes, más amplias, todo lo cual indica que, en algún momento, se produjo un importante cambio evolutivo.

"La gran pregunta es: ¿este cambio evolutivo sucedió de manera aislada o fue el resultado directo de una mezcla con otra especie humana?", plantea a EL MUNDO Kira Westaway (izquierda), una de las principales autoras del estudio, que publica esta semana la revista Nature. La datación exacta de los fósiles, explica esta investigadora, ayudará a responder esta cuestión, pues sitúa a los últimos y más modernos Homo erectus en un marco temporal concreto, en el que quizá pudieron mezclarse con algunas especies, pero no con otras.

"En estos momentos, no existen pruebas de el 'Homo erectus' y los humanos modernos coincidieran, pero había humanos modernos en África al mismo tiempo que los 'Homo erectus' de Ngandong habitaban en Java", concreta Westaway, investigadora de la Universidad Macquarie de Sídney.

A la isla indonesia, sin embargo, no llegaron los humanos modernos hasta hace 36.000 años, lo que "elimina cualquier posibilidad de que los humanos (actuales) sean descendientes directos del 'Homo erectus'".

"Realmente, la sincronización lo es todo en esta historia humana", resume Westaway. Los últimos Homo erectus, de hecho, vivieron aproximadamente al mismo tiempo que los Homo floresiensis -conocidos como hobbits- de Indonesia y el recién descubierto Homo luzonensis de las Filipinas, y con ambos compartía algunos rasgos anatómicos.

Las tres especies, señala Russell Ciochon (izquierda), investigador de la Universidad de Iowa y otro de los autores del estudio, "representan tres trayectorias evolutivas distintas de los Homo en las islas del sudeste asiático, y todas ellas acabaron extinguiéndose".
Anteriores estudios habían arrojado dataciones extremas y contradictorias sobre el tiempo en que vivieron los Homo erectus de Ngandong: algunos daban fechas demasiado recientes -hace entre 53.000 y 27.000 años- mientras que otros arrojaban un periodo mucho más lejano -hace entre 147.000 y 500.000 años-. "Tras muchos esfuerzos poco convincentes de datar el yacimiento, sabíamos que necesitábamos intentar un enfoque diferente", explica Westaway.

LA CLAVE, ESCUDRIÑAR EL PAISAJE

"La clave de este enfoque ha sido ser capaces de datar los sedimentos enterrados. En vez de centrarnos sólo en los fósiles, en sí mismos, hemos acudido a su lugar en el paisaje". Es decir, los científicos han considerado a los huesos como parte de un puzle más amplio, para ver cómo encajaban en un ambiente cambiante cuyos vestigios se han analizado en distintos niveles de sedimentos.

Lecho óseo en el yacimiento de Ngandong. RUSSELL L. CIOCHON

Para ello, tuvieron que datar distintos niveles de depósitos de sedimentos e ir acotando, por arriba y por abajo, las fechas a las que debían pertenecer los fósiles. "Haciendo esto, podíamos ver que una fecha más temprana o más antigua no era posible para Ngandong", añade Westaway, quien también indica que contaron con las últimas tecnologías de datación por luminiscencia estimulada por infrarrojos (IRSL), la cual no estaba aún disponible cuando comenzó la investigación, en el año 2008.

Por último, los científicos excavaron de nuevo el sitio original, lo que les proporcionó la confirmación definitiva: "Encontrar el lecho óseo original fue crucial para este estudio. De ese modo, no podía haber confusión ni duda sobre si el material que datamos estaba directamente asociado al descubrimiento original de los 'Homo erectus'", concluye Yan Rizal (izquierda), del Instituto de Tecnología de Bandung.

Los fósiles de los homínidos muestran que éstos debieron morir al mismo tiempo que la fauna que los rodeaba, lo que indica que se debió producir un gran evento catastrófico que "barrió a esta población estresada y en declive", narra Westaway. "Por el momento, no sabemos en qué consistió este evento".


Fuente: elmundo.es | 18 de diciembre de 2019

Los últimos supervivientes de la especie humana más longeva

Uno de los cráneos de 'Homo erectus' encontrados en la isla de Java MUSEO DE HISTORIA NATURAL DE LONDRES


Después de casi dos millones de años de existencia, los Homo erectus, la que probablemente sea la especie humana más longeva (los Homo sapiens llevamos sobre la Tierra 300.000 años como mucho), estaban pasando dificultades. El último grupo conocido de estos homínidos lo encontró un equipo holandés en los años 30 del siglo XX, en la isla indonesia de Java, cerca de la localidad de Ngandong. En una terraza que se eleva veinte metros sobre el río Solo, W. F. F. Opeernoorth y sus colegas encontraron doce tapas del cráneo y dos tibias de un tipo avanzado de Homo erectus, con una capacidad cerebral mayor que la de otros de sus parientes. Ninguno de ellos tenía la base del cráneo y se especuló con que se hubiese arrancado, en un ancestral caso de canibalismo, para extirpar el cerebro.

El misterio no se ha resuelto, pero hoy, al menos, un grupo internacional de científicos publica en la revista Nature un trabajo que encuadra el momento en el que murieron aquellos “últimos erectus”. La dificultad de datación de los fósiles y las deficiencias de las técnicas paleontológicas de hace casi un siglo dejaban espacio a una incertidumbre excesiva sobre la edad de los restos. Los erectus de Ngandong podían haber muerto hace tan poco como 25.000 años y tanto como 600.000. La reconstrucción del yacimiento original y su datación con la última tecnología, liderada por Rusell Ciochon, de la Universidad de Iowa (EE UU) y Kira Westaway, de la Universidad Macquarie en Sidney (Australia), sitúa los últimos días de los humanos del río Solo en un periodo entre hace 117.000 y 108.000 años.

Las nuevas fechas confirman que los Homo erectus vivieron durante casi un millón y medio de años en la isla de Java, en una región del planeta que, según apunta José María Bermúdez de Castro (izquierda), codirector de los yacimientos de Atapuerca, “se convirtió en un laboratorio para la evolución humana”. Las islas de Indonesia, donde también se encuentra Flores, el hogar de esos homínidos bajitos que se compararon con los hobbits, permanecían conectadas al continente cuando bajaba el nivel del mar. Después, cuando subía, aquellos grupos humanos quedaban aislados y tomaban caminos evolutivos propios, incrementando su capacidad craneana, como los humanos de Solo, o disminuyendo su tamaño, como hacen muchos animales cuando viven en islas e hicieron los Homo floresiensis o los Homo luzonensis, otra especie de humanos pequeños que vivieron en la isla de Luzón, en Filipinas.

En la época en la que aquellos últimos Homo erectus conocidos vivían en la isla de Java, en la misma región del mundo convivían, probablemente, seis especies humanas distintas. Los erectus eran el “pueblo originario”, indonesios desde hacía millón y medio de años, y junto a ellos se encontraban los que probablemente sean versiones suyas reducidas, luzonensis y floresiensis. En el continente, los neandertales y sus parientes asiáticos cercanos, los denisovanos, tenían hijos entre ellos y también junto a los Homo sapiens, los últimos humanos en llegar y los únicos que sobreviven hoy.

Según cuenta Antonio Rosas (derecha) director del Grupo de Paleoantropología en el Museo Nacional de Ciencias Naturales de Madrid, la confirmación de que había Homo erectus en una época tan tardía puede acercarnos aún más a esta especie, no solo como ancestro evolutivo. “La paleogenética nos ha enseñado sobre las hibridaciones entre neandertales y sapiens, entre denisovanos y sapiens o neandertales y denisovanos, pero en esos análisis genéticos, a veces aparece un componente genético de una especie arcaica desconocida, concretamente en análisis de restos encontrados en Papúa Nueva Guinea”, recuerda Rosas. “Estas nuevas dataciones de Homo erectus dan más crédito a la suposición que hacíamos muchos de que esa tendría que ser la especie que aparecía en los análisis”, afirma.

En el sudeste asiático, los restos más antiguos de nuestra especie tienen unos 60.000 años, pero los nuevos descubrimientos en los yacimientos de la región no hacen descartable que ya hubiesen llegado cuando aún existían los erectus. En este caso, como en gran número de extinciones de grandes animales y de especies humanas, los sapiens aparecen en las listas de principales sospechosos. Pudieron reproducirse con ellas antes de aniquilarlas.

Un estudio publicado en Nature en 2016 señalaba la sugerente coincidencia de que la extinción del hobbit de Flores coincidía con la llegada de nuestra especie a la isla. En el caso de los neandertales, Bermúdez de Castro señala que las últimas teorías plantean que la dureza del último periodo glacial había dejado tocados a aquellos humanos, con los que convivimos hasta hace menos de 40.000 años. “Es posible que los neandertales se autodestruyeran y que los sapiens que salieron de África en aquella época se encontrasen una especie debilitada desde el punto de vista genético. Los análisis paleogenéticos nos dicen que tenían una uniformidad genética que es letal para una especie”, afirma el investigador del Centro Nacional de Investigación sobre la Evolución Humana (CENIEH). En cualquier caso, Bermúdez de Castro considera que “nosotros somos responsables de estar solos ahora mismo en el planeta”.

Rosas coincide en que es innegable que después de decenas de miles de años en las que coincidieron sobre el planeta varias especies humanas, hace unos 50.000, los sapiens se quedan solos. “Yo me resisto a esa idea de la evolución lineal en la que pasamos de una especie inferior a otra superior con los Homo sapiens en la cúspide y la pervivencia de los Homo erectus mientras había sapiens sobre la Tierra contradice ese esquema”, apunta el investigador del CSIC. “Sin embargo, el hecho es que algo sucede, porque ahora solo estamos nosotros, y es algo que yo atribuyo a nuestra capacidad para sobrevivir y, sobre todo, para dejar más descendientes, y es una capacidad que atribuyo en última instancia a unas relaciones sociales que se establecen a partir de capacidades cognitivas nuevas”, concluye Rosas.

El tiempo en que seis especies humanas compartieron la Tierra


Homo erectus

Los descubrió en la isla de Java Eugène Dubois en 1891. Aunque también se han encontrado fósiles similares en África, es una especie principalmente asiática. Sobrevivieron durante casi dos millones de años, manejaban herramientas de piedra y, probablemente, dominaron el fuego. Podían alcanzar una estatura de 1,80 metros.

Homo neanderthalensis

Eran los habitantes de Europa antes de que llegasen desde África los humanos modernos. Eran una especie de gran inteligencia, a la que se atribuyen expresiones artísticas y una sofisticada capacidad simbólica. Los análisis genéticos han demostrado que copularon y tuvieron descendencia con los Homo sapiens.

Denisovano

Es una especie que se conoce principalmente por los análisis genéticos de sus restos, encontrados en 2010 en la cueva siberiana de Denisova. No hay cráneos que permitan intuir su aspecto, pero su genoma indica que eran próximos a los neandertales, con los que hibridaron.

Homo floresiensis

Se encontraron en la isla indonesia de Flores en 2004. Entonces, se inició un debate sobre si se trataba de una especie humana enana, pero normal, o un especimen enfermo. La primera es ahora la hipótesis más aceptada y se especula con que sea un Homo erectus reducido.

Homo luzonensis
Presentada en abril de este año, es la última especie humana descubierta. Aunque la evidencia fósil aún es limitada, se estima que aquellos individuos eran, como Homo floresiensis, humanos bajitos, una característica física fruto de su evolución dentro de una isla.

Homo sapiens

Algunas clasificaciones sitúan la aparición de la especie 300.000 años atrás, pero la gran revolución de estos homínidos se produjo hace unos 50.000 años. Entonces conquistaron el mundo y en poco tiempo se convirtieron en la única especie humana superviviente.

Fuentes: elpais.com | 18 de diciembre de 2019

Aníbal Clemente

Historia y Arqueología. Publicación digital de divulgación cultural.

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