El habla pudo haber empezado millones de años antes de lo que se creía hasta ahora

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Durante 50 años la "teoría de la laringe descendente" ha afirmado que, antes de que pueda surgir el habla, la laringe debe estar en una posición baja para producir vocales diferenciadas. Los monos, que tienen una anatomía del tracto vocal que se asemeja a la de los humanos en los articuladores esenciales (lengua, mandíbula, labios), pero con una laringe más alta, no pudieron producir vocalizaciones diferenciadas.


Anatomía comparativa del tracto vocal de un babuino (izquierda) y el hombre moderno (derecha). Los mismos articuladores con sus músculos, huesos y cartílagos se encuentran en el babuino, pero en los hombres la laringe ha descendido, aumentando el tamaño relativo de la faringe con respecto a la boca. Sin embargo, el análisis acústico de las vocalizaciones de los monos muestra que, a pesar de esta diferencia anatómica, son capaces de producir "proto-vocales" diferenciadas que se pueden comparar con las vocales de los idiomas hablados en el mundo. © Laboratorio de Psicología Cognitiva (CNRS / Universidad Aix-Marsella) y laboratorio GIPSA (CNRS / Universidad Grenoble Alpes)

Sin embargo, investigadores del CNRS y la Universidad Grenoble Alpes, en colaboración con equipos franceses, canadienses y estadounidenses, muestran en un artículo de investigación en Science Advances que los monos producen proto-vocales bien diferenciadas. La producción de vocalizaciones diferenciadas no es, por lo tanto, una cuestión de variantes anatómicas, sino de control de los articuladores. Este trabajo nos lleva a pensar que el discurso hablado podría haber surgido antes de hace 200.000 años, una cronología que los lingüistas han venido estimando como posible inicio del habla.

Dado que el discurso puede considerarse como la piedra angular de la especie humana, no es sorprendente que dos pares de investigadores, en las décadas de 1930 y 1950, hayan tratado de probar la posibilidad de enseñar a un chimpancé, criado en en un hogar, a hablar al mismo tiempo y bajo las mismas condiciones que un niño pequeño. Todos sus experimentos terminaron en fracaso.

Para explicar este resultado, en 1969, en una larga serie de artículos, un investigador estadounidense, Philip Lieberman (izquieda), propuso la teoría de la laringe descendente (TDL, por sus siglas en inglés). Al comparar el tracto vocal humano con los monos, este investigador demostró que estos tienen una faringe pequeña, relacionada con la posición alta de su laringe, mientras que en los humanos la laringe es más baja. Según sus estudios, este bloqueo anatómico impide la producción de vocales diferenciadas, las cuales están presentes en todos los idiomas del mundo y son necesarias para el lenguaje hablado. A pesar de algunas críticas y muchas observaciones acústicas que contradicen la TDL, la misma llegaría a ser aceptada por la mayoría de los primatólogos.


Pero, recientemente, artículos de investigación sobre las capacidades articulatorias de los monos han demostrado que pueden haber utilizado un sistema de proto-vocales. Considerando las cavidades acústicas formadas por la lengua, la mandíbula y los labios (idénticos en primates y humanos), estas mostraban que la producción de vocalizaciones diferenciadas no es una cuestión de anatomía, sino que se relaciona con el control de los articuladores. Los datos utilizados para establecer la TDL provenían, de hecho, de cadáveres, por lo que no podían revelar el control de la naturaleza del habla.

Este análisis, dirigido por Louis Jean Boë (derecha), del Instituto de Ingeniería en la Universidad de Grenoble, en colaboración con el Laboratoire de Psychologie Cognitive (CNRS / Aix-Marseille Université), (Francia), la Universidad de Alabama (EE. UU.), El Laboratoire d'Anatomie de l'Université de Montpellier, el Laboratoire de Phonétique de l'Université du Québec (Canadá), CRBLM en Montreal (Canadá) y el Laboratoire Histoire Naturelle de l'Homme Préhistorique (CNRS / Muséum National d'Histoire Naturelle / UPVD), abre nuevas perspectivas: si la aparición del habla articulada ya no depende del descenso de la laringe, que tuvo lugar hace unos 200.000 años, los científicos ahora pueden estimar la aparición del habla mucho antes, desde hace al menos 20 millones de años, una época en que vivió nuestro ancestro común con los monos, quien presumiblemente ya tenía la capacidad de producir vocalizaciones contrastadas.

“Sin la limitación de tiempo que impone la teoría del descenso laringal podemos considerar ahora una variedad de otras hipótesis acerca del surgimiento del lenguaje”, señalan los autores del trabajo de investigación.

Fuentes: sciencedaily.com | latercera.com | cnrs.fr | 12 de diciembre de 2019

Aníbal Clemente

Historia y Arqueología. Publicación digital de divulgación cultural.

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