Ötzi, el hombre de hielo, murió acompañado de 75 especies de plantas
Reconstrucción de Ötzi, el «hombre de hielo» - South Tyrol Museum of Archaeology/ OchsenreiterAl espectacular hallazgo, en septiembre de 1991, de Ötzi, un cazador que vivió hace 5.300 años, se une ahora un sorprendente descubrimiento sobre la vegetación encontrada junto a la momia del hombre del hielo.
El estudio de las plantas ha permitido recrear la ruta que Ötzi tomó en los Alpes, donde falleció, y establecer que el paisaje de la zona ha cambiado muy poco desde entonces. Ahora sabemos con mayor precisión los últimos caminos que transitó y en qué clase de entorno encontró la muerte.
Los científicos, liderados por James Dickson (izquierda), de la Universidad de Glasgow, han analizado miles de fragmentos de 75 especies distintas de musgos y plantas hepáticas enterradas junto a la momia. Al igual que la misma, se han preservado durante milenios en estado de congelación, lo que ha permitido ahora su estudio.
La investigación, publicada en la revista Plos One, ha determinado que sólo el 30% de las plantas eran especies locales. El resto llegó allí porque Ötzi se las comió, o mancharon sus ropajes, o las ingirieron otros mamíferos que acabaron junto al hombre del hielo, a 3.200 metros del nivel del mar en los Alpes italianos.
"Los musgos son cruciales para determinar los acontecimientos de los últimos dos días del hombre del hielo. Especialmente, pero no sólo, los pequeños residuos de varias especies recuperadas del tracto alimentario", según ha explicado Dickson a EL MUNDO.
Hoy sólo se encuentran 23 especies de briófitas (los referidos musgos y hepáticas) en el lugar donde murió Ótzi, mientras que la demás que se han recuperado crecen en el valle de Senales, al sur del Tirol, por donde debió pasar el cazador en su fatal escalada alpina.
Mapa de ubicación. La estrella muestra el sitio de descubrimiento de Ötzi situado a solo 92 metros dentro de Italia.
Nunca antes se había encontrado esta clase de plantas a tanta altitud y conservadas mediante congelación a lo largo de miles de años. Pero, aparte del tesoro botánico que esto representa para los expertos, Dickson destaca la importancia de poder deducir aspectos medioambientales y climáticos, además de que ahora tenemos un mapa y un diario de sus últimas jornadas con vida.
Los investigadores llegaron a la conclusión de que "en el área inmediata alrededor del lugar donde se encontró el cadáver de hace 5.300 años, la vegetación ha parece haber cambiado poco o nada", detalla Dickson. "Quizá ahora es un poco más húmedo", matiza.
El sitio donde se halló a Ötzi todavía estaba helado a fines de agosto de 2000. Las huellas en la nieve dan una indicación de la escala. El agua de deshielo va al drenaje del Danubio.
El hecho de que las especies de plantas briófitas no haya sufrido variaciones destacables desde los tiempos de Ötzi es el que ha permitido reproducir sus últimos pasos, al contrastar las plantas que él llevó consigo frente a las que aún hoy crecen en otros valles y laderas.
"La más importante es la 'Neckera complanata', que, junto a otras especies de baja altitud, ofrece una prueba tan precisa como es posible obtener con los métodos actuales de que el hombre de los hielos ascendió por Senales y no otros valles adyacentes", concreta Dickson.
James Dickson en los Alpes (izquierda), Klaus Oeggl (derecha) en el lugar donde se encontró a Ötzi.
Es decir, Ötzi fue manchándose e ingiriendo especies que ahora dibujan los caminos que recorrió como las migas de Pulgarcito en el popular cuento. Los científicos fueron capaces de recuperar hasta 200 muestras analizables que quedaron congeladas junto al hombre, sus ropas y sus utensilios de caza.
De esta forma, "una pequeña muestra de musgo 'Aulacomnium', encontrado justo al lado del cuerpo, apunta a que estuvo en la zona de Bolzano, a una altura de entre 1.600 y 2.000 metros, antes de su última escalada, hasta alcanzar los 3.210 metros".
Allí, en la cordillera de Ötztal, de la que toma el nombre su momia, perdió la vida y su cuerpo quedó congelado para la posteridad.
Fuentes: elmundo.es | University of Glasgow | 30 de octubre de 2019
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