Marcas de corte y fractura en fósiles de la Cuenca de Orce permiten conocer cómo se alimentaban los primeros europeos

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Vista de la superficie de excavación del yacimiento de Fuente Nueva-3 durante la campaña del año 2013. Supervisando los trabajos aparece, en último término y en pie, la profesora M. Patrocinio Espigar.

Un equipo de científicos pertenecientes a la Universidad de Málaga, al Instituto de Paleoecología Humana y Evolución Social (IPHES) de Tarragona y al Museo de Historia Natural de Los Ángeles (California, EEUU), liderado por la profesora del Departamento de Ecología y Geología de la UMA, María Patrocinio Espigares, ha identificado y cuantificado las modificaciones de origen humano conservadas en los restos fósiles de grandes mamíferos de los yacimientos de Barranco León y Fuente Nueva-3, en Orce (Cuenca de Baza, Granada), datados en 1,4 millones de años.

Estas localidades arqueopaleontológicas conservan las evidencias sobre restos óseos de presencia humana más antiguas conocidas, por el momento, en Europa occidental, incluido un diente humano de leche. Su análisis ha permitido conocer mejor la alimentación de los primeros europeos.

Marca de corte en un fragmento de hueso exhumado en el yacimiento de Fuente Nueva-3 durante la campaña de excavaciones del año 2014.

Consumo de cadáveres

Durante este trabajo se han analizado unos 15.000 huesos fósiles. Según los expertos, se ha registrado 227 restos con modificaciones producidas por grupos humanos primitivos, consistentes en diferentes tipos de marcas de corte (incisiones, aserrados, raspados y tajos), originadas durante el despellejamiento, desarticulación, descarnación y evisceración de los cadáveres; así como marcas de fractura (muescas, extracciones de lascas de hueso, puntos de impacto y roturas espirales), producidas durante la fracturación de los huesos para acceder al tuétano de su interior.

“Estas marcas se efectuaron con piedras de sílex y caliza, bien representadas en ambos yacimientos. Además, pero ya en menor proporción, algunos restos presentan también marcas ocasionadas por la dentición de grandes carnívoros, como hienas, y de roedores, incluyendo puercoespines”, explica la profesora de la UMA (izquierda).

Así, la experta asegura que la presencia de abundantes marcas de corte y de fractura realizadas con herramientas de piedra, pone de manifiesto el consumo de los cadáveres de animales por parte de los primeros europeos.

Fuente: uma.es | 28 de octubre de 2019

Aníbal Clemente

Historia y Arqueología. Publicación digital de divulgación cultural.

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