Antonio Monclova: "El origen del ser humano es un tema que levanta pasiones exacerbadas"
El profesor Antonio Monclova
Hablar con Antonio Monclova es hacerlo con un experto en Prehistoria. Doctor en esta materia y también en Paleontología, desde hace años se dedica, además de a la enseñanza, a la literatura. Ha publicado dos libros: "Neandertales, los últimos homínidos de Europa" y "La conspiración neandertal". Esta tarde ofrece una conferencia a las 20.30 horas en el salón de actos de la Alhóndiga dentro de las primeras Jornadas de Prehistoria de Zamora.
–"Los neandertales: un fenómeno social". Este es el título de la conferencia que ofrece esta tarde. ¿Sobre qué va a tratar?
–¿Cómo ha ido evolucionando la imagen que tenemos de los neandertales a lo largo de este siglo?
–Los primeros estudios que se realizaron sobre esta especie en el siglo XIX no tenían repercusión entre el pueblo. Sin embargo, a principios del siglo XX, la prensa empezó a publicar multitud de artículos, principalmente en Francia e Inglaterra, sobre lo que los científicos iban descubriendo. Esto hizo que el público mostrara interés y que los científicos comenzaran a adquirir cierta fama. También que los políticos empezaran a interesarse y que se estableciera una protección sobre el patrimonio prehistórico. Los científicos se sentían, a la vez, casi en la obligación de seguir publicando información. Comienzan entonces a aparecer hipótesis y teorías de todo tipo que no tenían base, pero que van calando entre el público. Hasta el punto de que muchas de ellas han quedado para siempre en el imaginario colectivo, como por ejemplo la idea de que el neandertal era un ser bruto. En la parte final de la charla, daré unas pinceladas sobre cómo hoy en día se ha pasado de considerar a los neandertales como casi animales y con un aspecto simiesco, a todo lo contrario, a pensar en ellos como seres totalmente humanos, algo que tampoco es cierto.
–No es cierta entonces esa idea de que los neandertales eran nuestros antepasados...
–No son nuestros antepasados. Esta es una de las ideas que al principio sirvieron para crear la imagen animalesca que se les ha dado. Hoy ya lo sabemos, y aunque compartimos cierto ADN con ellos, porque nos cruzamos, no son nuestros antecesores. Nosotros llegamos a Europa cuando ellos ya estaban aquí. Ese es uno de mis caballos de batalla, luchar contra la desinformación que se ha creado en estos años.
–Las últimas dataciones confirman que fue la primera especie en realizar pinturas...
–Precisamente por esto hecho se puede suponer que esta especie no era tan simiesca como se ha presentado. A partir de los años 50, se les ha comenzado a presentar como unos seres más humanos, un extremo que llega ahora a su máximo apogeo. Y es que se han descubierto algunas pinturas, algunas manchas, que están en estudio, pero que han derivado en la idea del neandertal como pintor, lo que ha alentado a que algunas personas los empiecen a considerar como nosotros. Se ha pasado de un extremo al otro. Que hicieran algunas pinturas no supone la mayor rareza. Simplemente refleja que tenían una cultura, una estructura social, que se relacionaban entre ellos... Y de eso es de lo que voy a hablar en la conferencia. También de cómo la sociedad ha tenido mucho que ver, porque hay una reciprocidad con el investigador. Así, mientras en el año 1910 se representaba al neandertal en la prensa como una especie de gorila con cachiporra incluida, hoy en día se muestra una imagen suya acariciando a un niño pequeño, cuando ni siquiera sabemos cómo trataban a los niños... Hoy el público es más sensible a este tipo de cosas y en aquella época, previa a la I Guerra Mundial, la sociedad era más proclive a la agresividad. De ahí que vaya variando la imagen que se ha ido dando de los neandertales.
–Los Homo sapiens y los neandertales convivieron en Europa hasta que estos últimos desaparecieron. ¿Qué sucedió para que esta especie se erradicase?
–El tercer libro de la trilogía, en el que estoy aún trabajando, trata precisamente de eso, de la desaparición de los neandertales, una desaparición en la que parece que los humanos modernos tuvieron algo que ver, pero que fue, sobre todo, una cuestión poblacional. Porque esta especie está formada por un grupo pequeño que se fue quedando aislada en una zona del sur de Europa y cuyos métodos de caza eran inferiores a los de los humanos modernos.
–En su libro habla sobre el hombre de Piltdown, la historia de una de los grandes fraudes de la Paleontología, pero sin embargo bastante desconocida...
–En realidad, no tiene que ver con los neandertales directamente..., pero lo cierto es que en 1912 se dio a conocer al público un hallazgo que los británicos presentaron como nuestro antepasado, como el famoso eslabón perdido. Esta idea fue toda una mentira, porque no eran más que unos restos unidos de un humano medieval con un chimpancé. Lo habían hecho a propósito para que pareciese lo que ellos querían que pareciese. Y sin embargo, no fue hasta cincuenta años más tarde cuando se descubrió la farsa que habían urdido. Así que entre la I Guerra Mundial y los años 50, muchos antropólogos pensaban que este hallazgo era auténtico y eso influía en la colocación del neandertal en nuestro árbol evolutivo. Cuando se descubre el engaño, comienza una ola de escepticismo que los medios se encargaron de eliminar, por eso de esta historia no se habla. Sucedió lo mismo cuando aparecieron las pinturas en Altamira...
–Cada vez que se anuncia un descubrimiento nuevo, parece que se descoloca todo lo que se sabe hasta ahora sobre la evolución del hombre...
–Por eso este libro lo titulé "La conspiración del neandertal". No quiero decir que los investigadores eliminen pruebas, sino que cada uno tiene su propia escuela y cuando ven otra explicación, procuran descuadrarla, aunque lo hagan científicamente, no con mala praxis. Existe una gran competencia entre equipos de investigación. El caso más claro es el ADN, que ha descolocado absolutamente todos los descubrimientos de Siberia, por ejemplo, donde al final resultó que no eran los neandertales los únicos que habitaban en Europa. Los descubrimientos hacen avanzar, pero el tema del origen del hombre es muy delicado porque toca temas religiosos, filosóficos o el ego humano. Lo veo como un tema especialmente social. El origen del hombre es doliente. Por eso cuando doy conferencias el público se muestra muy exacerbado, sea en un sentido o en el otro.
–¿Aún queda mucho por saber y por descubrir de nuestros antepasados?
–Por suerte, queda mucho por saber y mucho por investigar y por aprender. He tenido la gran suerte de entablar relación con investigadores de todo el mundo y realmente lo que admiro es el progreso tan enorme que se ha vivido en el campo de la Paleontología y de la Prehistoria. El sacrificio que han hecho estos investigadores... Y a la vez la sociedad, que se muestra muy receptiva y con interés, lo que anima sin duda al científico a seguir investigando.
Fuente: laopiniondezamora.es | 10 de septiembre de 2019
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