El buril de Noailles, un predecesor de la aguja de coser
Aitor Calvo con un buril utilizado en la investigación / Nuria González (UPV/EHU)Un equipo de investigadores liderado por el Área de Prehistoria de la Universidad del País Vasco acaba de publicar, en la revista Journal of Archaeological Science Reports, un artículo dedicado a la funcionalidad de uno de los útiles más característicos y enigmáticos del periodo Gravetiense, el denominado 'buril de Noailles'.
El artículo propone para dichos buriles un uso principalmente para perforar la piel o una materia orgánica perecedera blanda similar, siendo así los antecesores de las agujas.
La muestra analizada proviene de las recientes excavaciones realizadas por el arqueólogo Christian Normand en la cueva vasco-francesa de Isturitz, que alberga uno de los yacimientos más importantes de ese periodo de todo el continente europeo.
El trabajo presenta los resultados logrados en el análisis tecnológico, tipométrico, morfotipológico y, principalmente, funcional (apoyado por un programa experimental) de la colección de buriles de Noailles del nivel IV de la cueva de Isturitz. Este es uno de los pocos estudios sobre esta temática publicados hasta la fecha, lo que contrasta con la importancia y el número en el que suelen aparecer ese tipo de utensilios, del orden de miles en yacimientos como Isturitz.
Foto: Tres buriles "de Noailles" de Lezia, Sare (Lapurdi). Colección G. Laplace.
¿Para qué servían?
El buril de Noailles es un utensilio de reducido tamaño (frecuentemente, inferior a los 3 cm de longitud y los 2 cm de anchura) fabricado, en la mayoría de los casos, sobre una pequeña lámina de sílex. A ésta se le aplica un retoque abrupto cóncavo en el borde distal, generando una pequeña plataforma, llamada truncadura, a partir de la cual se elimina uno de los bordes laterales de la lámina; esto origina un extremo apuntado, que sería la parte funcional del útil.
El análisis evidenció que estos pequeños buriles son útiles altamente estandarizados destinados a tareas especializadas y de precisión. En concreto, la distribución y el tipo de huellas de uso observadas en ellos a nivel microscópico llevaron a los investigadores a plantear la hipótesis de que los buriles de Noailles de la cueva de Isturitz se usaron fundamentalmente en labores de perforación, principalmente de materiales de escasa dureza como la piel animal.
Ciertamente, la efectividad de esos útiles en ese tipo de tareas es muy alta, como así apreciaron los autores tras reproducir experimentalmente esa actividad. Todo eso puede relacionarse con lo observado en contextos funerarios de otros yacimientos gravetienses europeos como Sunghir (Rusia), Arene Candide u Ostuni (Italia), en los que se documentaron tumbas con ajuares formados por cientos o miles de cuentas. Estos adornos originalmente habrían estado cosidos a modo decorativo a prendas como gorros, chaquetas o pantalones.Por ello, “los buriles de Noailles de la cueva de Isturitz pudieron ser empleados de forma similar dentro de procesos de perforación de vestimentas u otro tipo de elementos de piel para su decoración con cuentas u otros objetos similares. En ese sentido, el buril de Noailles precedería a las primeras agujas de coser (tal y como las conocemos hoy en día), que aparecieron en el periodo inmediatamente posterior al Gravetiense, el Solutrense”, destaca el investigador Aitor Calvo.
Fuente: sinc.es | 6 de junio de 2019
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