Las habilidades sociales ayudaron a moldear el rostro humano moderno
Serie de cráneos que muestran cómo han evolucionado las caras de los homínidos durante 4.4 millones de años (Rodrigo Lacruz / PA)
El rostro humano moderno es distintivamente diferente al de nuestros parientes cercanos y ahora los investigadores creen que su evolución puede haber sido, en parte, impulsada por nuestra necesidad de disponer de buenas habilidades sociales.
Como homínidos de cerebro grande y rostro corto, nuestras caras son diferentes de las de otros homínidos ya extintos (como los neandertales) y de nuestros parientes vivos más cercanos (bonobos y chimpancés), pero ¿cómo y por qué evolucionó el rostro humano moderno de esta manera?
Una nueva revisión publicada en Nature Ecology and Evolution y escrita por un equipo de expertos internacionales, incluidos investigadores de la Universidad de York, en Inglaterra, ha rastreado los cambios en la evolución del rostro desde los primeros homininos africanos hasta la aparición de la anatomía humana moderna.
Concluyen que se ha pasado por alto la comunicación social como un factor subyacente en la forma facial humana moderna. Según dicen los autores del estudio, nuestros rostros deben considerarse como el resultado de una combinación de influencias biomecánicas, fisiológicas y sociales.
Los científicos sugieren que nuestras caras evolucionaron no solo debido a factores como la dieta y el clima, sino también posiblemente para brindar más oportunidades para el gesto y la comunicación no verbal, habilidades vitales para establecer las grandes redes sociales que se cree que ayudaron al Homo sapiens a sobrevivir.
Más de 20 categorías de emoción
"Ahora podemos usar nuestras caras para señalar más de 20 categorías diferentes de emoción a través de la contracción o relajación de los músculos", dice Paul O'Higgins (izquierda), profesor de Anatomía en la Escuela de Medicina Hull de York y del Departamento de Arqueología de la Universidad de York. "Es poco probable que nuestros primeros ancestros humanos tuvieran la misma destreza facial, así como la forma general de la cara y las posiciones de los músculos, que eran diferentes", añade.
En lugar de la pronunciada cresta de la frente de otros homínidos, los humanos desarrollaron una frente suave con cejas más visibles y vellosas, capaces de una mayor variedad de movimientos. Esto, junto con nuestras caras cada vez más delgadas, nos permite expresar una amplia gama de emociones sutiles, incluido el reconocimiento y la simpatía.
"Sabemos que otros factores como la dieta, la fisiología respiratoria y el clima, han contribuido a la forma del rostro humano moderno, pero interpretar su evolución únicamente en términos de estos factores sería una simplificación excesiva", agrega el profesor O'Higgins.
El rostro humano ha sido moldeado en parte por las demandas mecánicas de la alimentación, y durante los últimos 100.000 años nuestros rostros se han ido reduciendo a medida que nuestra capacidad de cocinar y procesar los alimentos llevó a una menor necesidad de masticar.
Este proceso de encogimiento facial se ha vuelto particularmente marcado desde la revolución agrícola, ya que pasamos de ser cazadores recolectores a agricultores y luego a vivir en ciudades, estilos de vida que llevaron a ingerir alimentos cada vez más pre-procesados y con menos esfuerzo físico.
"Las dietas modernas más suaves y las sociedades industrializadas pueden significar que el rostro humano continúa disminuyendo de tamaño. Sin embargo, hay límites sobre cuánto puede cambiar el rostro humano, dado que, por ejemplo, la respiración requiere una cavidad nasal suficientemente grande", dice el profesor O'Higgins
"Sin embargo, dentro de estos límites, es probable que la evolución del rostro humano continúe mientras nuestra especie sobreviva, migre y encuentre nuevas condiciones ambientales, sociales y culturales", aduce.
Así, "el rostro es un órgano del lenguaje, y los humanos modernos son literalmente más 'expresivos' que cualquier otra especia humana que haya existido", añade.
Entre los fósiles empleados los hay procedentes de la Sima de los Huesos, el yacimiento de fósiles humanos más rico del planeta, ubicado en el sitio arqueológico de Atapuerca.
La cara de los neandertales y la de los humanos modernos, aspectos en los que se centra la aportación de Arsuaga, "aparecieron antes de que lo hiciera un cerebro de tipo neandertal o 'sapiens', respectivamente, como se puede ver estudiando la parte del cráneo que la contiene".
Fuentes: heraldo.es | cope.es | eurekaalert.org | 15 de abril de 2019
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