La muralla de León no es romana ni del siglo IV, según la arqueólga Rocío Fernández Ordás
La arqueóloga Rocío Fernández Ordás es autora de una tesis que cambia por completo la autoría y la cronología de las murallas leonesas. FERNANDO OTERO.La historia de la muralla de León nunca ha encajado. La primera cuestión es por qué los romanos iban a construir cuatro murallas durante cinco siglos. ¿No tenían otra cosa que hacer?
La arqueóloga Rocío Fernández Ordás decidió no dar nada por sentado y revisar las fuentes y la cronología. Sin prejuicios. Cuando su investigación estaba a punto de concluir, un descubrimiento inesperado en 2009 dio al traste con todo su trabajo. Durante las obras de restauración de los cubos 2 y 3 de la muralla —en el lienzo de las Clarisas—, comenzaron a aparecer lápidas funerarias. Las 55 estelas estaban ‘embutidas’ en los muros. En teoría habían sido reutilizadas en unas formidables obras de refuerzo de la fortaleza que rodeaba el campamento romano a finales del siglo III. Algunos historiadores aventuraron entonces que la muralla de cubos era más antigua de lo que se creía.
Una década después Fernández Ordás acaba de presentar una ‘revolucionaria’ tesis doctoral sobre las fortificaciones leonesas. «Reconozco que es una tesis controvertida», dice.
En primer lugar asegura que hubo tres y no cuatro fases constructivas. Y la primera muralla no la erigieron ninguna de las dos legiones que siempre se asocian al origen de León, la VI Victrix y la VII Gémina. La arqueóloga defiende que la conquista del noroeste de Hispania se produce desde el sur, desde el Duero. «Hemos cerrado muchas hipótesis que no encajaban». Por eso ella apunta a que la primera muralla fue obra de la Legio V o la X, dos legiones muy vinculadas a la VI; incluso tampoco descarta que pudiera ser de la Legio I —a quien Agrippa castigó privándole del uso del apellido de Augusta—.
Cortes de las murallas en Ruiz de Salazar, que llevan al descubierto desde el año 2009.
En todo caso, adelanta su fecha de construcción al siglo I antes de Cristo. «Las fases de la muralla se han interpretado de forma diacrónica, es decir, de forma sucesiva; y tal vez no fue así. Desmiento la cronología cerrada que se ha dado hasta ahora».
Fernández Ordás ‘se carga’ la empalizada de madera. No comparte con otros historiadores que esta fuera la primera defensa de los recién llegados legionarios. En su opinión, sería insostenible, con el clima leonés, que una muralla de madera y tierra resista 70 años, tiempo que como mínimo permaneció la Legio VI hasta que es trasladada a Germania por orden de Vespasiano. Revisando las fuentes romanas —con una reciente traducción de Estrabón— y cotejándolas con las excavaciones y la epigrafía, la arqueóloga construye un relato diferente sobre las murallas.
La ‘segunda muralla’, comúnmente conocida como la de sillarejo, por el material empleado, sí la habría erigido la Legio VI. Por tanto, Fernández Ordás abre el debate sobre su atribuida cronología flavia y sobre las posibilidades de que la muralla estuviese ya parcial o totalmente realizada cuando la legión VII Gemina se instaló en el campamento leonés en el año 74. Los ingenieros romanos habrían preservado esta fortificación hasta la disolución del destacamento de la Legio VII. La última muralla no se hace para reforzar la que había, sino que ya entonces la de sillarejo estaba arruinada.
Las dos murallas junto a San Isidoro. La muralla de cubos, según la autora de la tesis, "es medieval y la muralla de sillarejo de piedra posiblemente no fuera obra de la Legio VII"
Esta experta —que trabajó hace más de una década en las excavaciones del Castrum Iudeorum— afirma que la actual muralla de cubos fue construida entre el siglo V y el X. «No es de la época tetrárquica, bajo ningún concepto», afirma.
Si bien los romanos eran maestros del reciclaje, como se ha comprobado en la propia muralla leonesa, donde se reutilizaron frisos, columnas, basas, fustes, sillares o ladrillos procedentes de otros edificios, había un material ‘intocable’: las estelas funerarias, consideradas monumentos sagrados. Rocío Fernández Ordás considera inadmisible que en el siglo IV (fecha comúnmente aceptada de construcción de la muralla de cubos) los romanos emplearan en ella las lápidas de sus abuelos.
A partir de ahí construye dos hipótesis:
En la primera hipótesis sostiene que en el año 409 los suevos se instalan en el Noroeste en virtud de un pacto con los romanos. En el 438 arrasan poblaciones hispanorromanas como Lugo o Astorga, pero no León. En esta ciudad permanecerán casi dos siglos. Es posible que para defenderse de los ataques visigodos los suevos construyan la muralla de cubos, que es tres metros más alta que la de sillarejo. Los suevos ya no tendrían ningún reparo en usar como material las lápidas romanas.
«A los leoneses se nos olvida que León fue suevo durante 175 años y, exactamente igual que después la reina Elvira, los suevos tenían motivos para construir la muralla porque tenían a los visigodos ‘empujando’. Tenían los conocimientos –porque habían venido atravesando la Galia y Germania y habían visto murallas de cubos romanas– y también seguramente tiempo y medios».
Foto: Muralla de León
La segunda hipótesis es que la muralla se construyese en el siglo X, durante la regencia de Elvira García. Alfonso V sucede en el trono a su padre a la edad de cinco años, quedando bajo la tutela de su madre Elvira García hasta el año 1008, cuando llega a la mayoría de edad con catorce años. Recuerda Fernández Ordás que las mujeres de la monarquía leonesa fueron grandes constructoras y mecenas. La reina Elvira, apunta, «tenía los medios –con el patrimonio del Infantado de San Pelayo a su disposición– y también los motivos –Almanzor acababa de destruir la muralla leonesa y todavía su hijo Abd al-Málik la destruyó en 1002–». Además, a esto añade que «teníamos aquí a un montón de mozárabes que venían de Córdoba y que podían haber traído esa forma de construcción. Se sabe, por ejemplo, que se estaba rehaciendo la muralla de Zamora por mozárabes e incluso que un mozárabe rico la estaba financiando y nada de esto se ha tenido en cuenta».
Su tesis, titulada "Las fortificaciones leonesas desde la antigüedad a la Edad Media en el contexto del Noroeste peninsular", ha verificado la documentación alto y plenomedieval, «especialmente las alusiones a la nueva construcción de una muralla en la ciudad de León en torno al año 1000, tras las incursiones de Almanzor, en las crónicas de Sampiro y Lucas de Tuy, y sus posteriores interpretaciones por historiadores como los padres Flórez y Risco, que han sido desechadas en ocasiones, desacertadamente, por arqueólogos e historiadores actuales».
Fuentes: diariodeleon.es | lanuevacronica.com| 31 de marzo de 2019
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