La increíble historia del cráneo de Harbin

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Cráneo de Harbin. © Zhang Yaodong

Cuando pueda leerse este post estaré llegando a Pekín, para seguir estudiando fósiles recuperados de algún yacimiento de este enorme país. Justo poco antes de hacer la maleta me ha llegado información sobre la increíble historia de un hallazgo inesperado ocurrido precisamente en China.
Según las noticias que llegan de allí, el cráneo que ilustra este post fue descubierto en 1933 por dos personas desconocidas entre los sedimentos del río Songhua, en la provincia de Hebei. Esta se localiza en el este de China, rodeando la provincia en la que se encuentra Pekín; es decir, estamos hablando de una latitud similar a la de Barcelona.

Uno de los descubridores del cráneo era el abuelo de un agricultor. Este agricultor, cuya identidad tampoco se ha revelado, debió de ser un hombre avispado, a quién no pasó inadvertido el aspecto tan extraño del cráneo. Ante la amenaza de la invasión japonesa de China, que se consumó en 1937, el agricultor escondió el cráneo en un pozo, donde permaneció oculto durante años. Fue su gran secreto, que terminó por revelar a su hijo y a su nieto poco antes de fallecer.
Aunque la idea de sus descendientes fue entregar el cráneo a las autoridades, no supieron cómo hacerlo. Seguro que no resultaba sencillo explicar el origen de un cráneo humano. Tal vez tuvieron miedo. Así que el fósil debió de quedar a buen recaudo en el hogar de aquellas personas. Imagino que pronto conoceremos mejor la historia de todos estos años y de cómo en 2017 fue por fin entregado al investigador Ji Qiang, del Instituto de Paleontología de Vertebrados y Paleoantropología de la Academia de Ciencias de China, a donde llegaré quizá en pocas horas. Casualidades de la vida.

También según la información que ha llegado desde esta institución, pronto se constituirá un equipo para explorar y excavar en el lugar donde apareció el misterioso ejemplar. A simple vista, el cráneo es comparable al de Petralona, encontrado en una cueva de Grecia y cuya antigüedad también se desconoce. El cráneo de Harbin también tiene rasgos que recuerdan a los de la Sima de los Huesos de la sierra de Atapuerca y a otros cráneos africanos del Pleistoceno Medio, como el de Bodo y el de Kabwe. Particularmente, los caracteres faciales tienen mucho en común con los neandertales.

Sin conocer la antigüedad o un mínimo contexto (fauna, herramientas, etc..) es imposible aseverar nada con garantías científicas. Hay que limitarse a especular, aunque contemos con una realidad tangible. El cráneo es real y se encuentra delante de nuestros ojos. Habrá que esperar con paciencia. Sin embargo, también se pueden adelantar predicciones, sabiendo que existe un cuerpo de datos muy sólido sobre la evolución humana en el Pleistoceno Medio.

Es muy posible que este cráneo esté relacionado con un proceso evolutivo, que muchos pensamos ocurrió en el suroeste de Asia, hace posiblemente un millón de años. Este proceso habría consistido en la separación de una población humana relacionada con Homo erectus. Este proceso de “cladogénesis” sería el origen de varias especies humanas, entre las que habría que contar a Homo antecessor, Homo heidelbergensis, Homo neanderthalensis, Homo sapiens y quizá a los propios denisovanos, de los que solo se conoce su ADN.

Las poblaciones de este nuevo clado habrían sustituido poco a poco a las poblaciones de Homo erectus en distintas parte de África y Eurasia. En China persistieron los llamados Homo erectus clásicos, como los encontrados en los yacimientos de Zhoukoudian (desparecidos durante la guerra entre China y Japón), Hexian y Yiyuan, entre otros. Los humanos incluidos en la especie Homo heidelbergensis pudieron tener la capacidad para expandirse hacia África, Europa y Asia. Aunque el nombre de esta especie está en continuo debate, no cabe duda de que existieron en Europa y África unos humanos muy parecidos al encontrado en 1933 en los sedimentos del río Harbin. Se ha especulado mucho sobre la posibilidad de que Homo heidelbergensis hubiera llegado al este de Asia. Pues bien, aquí podemos tener una evidencia a tener en consideración.

Seguiremos pues esta historia con gran interés, porque puede interesar a la propia historia evolutiva de Europa.

Fuente: quo.es | 26 de septiembre de 2018

Aníbal Clemente

Historia y Arqueología. Publicación digital de divulgación cultural.

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