Sondeos arqueológicos previos a unas obras de saneamiento sacaron a la luz en mayo las termas de Forua (Vizcaya)

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Los restos de la casa romana de 600 metros cuadrados de Forua, con visitantes en la zona que corresponde al patio central. Fernando Gómez.

Corría el año 41 de nuestra era cuando un grupo de romanos, acompañado de un reducido contingente militar, fundó un asentamiento en la colina de Elexalde, a orillas del río Oka. Gobernaba Claudio y aquel poblado se convirtió pronto en un pujante enclave comercial, exportador de hierro y mármol al resto del Imperio.

A finales de mayo pasado, los sondeos arqueológicos previos a las obras de un tramo de la red de saneamiento de Urdabai sacaron a la luz las termas en las que los habitantes del lugar se relajaban hace dos milenios. «Este hallazgo ratifica la importancia del poblado romano de Forua como gestor administrativo, económico y social del territorio», afirma la arqueóloga Ana Martínez Salcedo (izquierda), directora de las excavaciones.

Las termas son el último gran descubrimiento de Forua, «el yacimiento romano más extenso del Cantábrico oriental excavado», en palabras de Mikel Unzueta, arqueólogo de la Diputación de Vizcaya. En cuanto él vio los primeros restos del sondeo hace dos meses, tuvo claro que se trataba de los baños públicos del poblado. «Unas termas son un tipo de construcción muy específica que necesita de unos materiales concretos -pavimentos, ladrillos y tuberías- precisamente los que salieron en el sondeo. Hemos encontrado un muro de 20 metros de longitud y calculamos que el complejo podría tener unos 200 metros cuadrados».


Quince edificios de la Forua romana se han desenterrado desde que Martínez Salcedo descubrió el yacimiento en 1982. Entonces pocos admitían que Roma hubiera dominado la Euskadi costera, que el imaginario popular veía como una versión ibérica de la aldea gala de Astérix y Obélix. Hoy, los historiadores tienen pruebas de que Forua era un asentamiento importante, pero no el único del Imperio en el litoral vasco, donde también son de origen romano los puertos de Bilbao, Bermeo, Lekeitio, Getaria, Zarautz, San Sebastián, Irún y otros. Roma los construye para exportar los recursos locales y garantizar también la comunicación por mar con sus dominios de la fachada atlántica.

La Pax romana

Los romanos llevan más de 200 años en la península ibérica cuando Augusto emprende la conquista del Cantábrico. Entre 29 y 19 antes de Cristo, sus legiones derrotan a cántabros y astures. «No hay ninguna prueba de que en Vixcaya los indígenas ofrecieran resistencia», explicaba hace unos días Martínez Salcedo a la treintena de personas a las que guió por la Forua romana en el marco de las visitas a yacimientos arqueológicos organizadas por la Diputación. La fundación del enclave de la colina de Elexalde coincide con el despoblamiento del cercano castro de Kosnoaga.

«Las murallas de los castros son para protegerse de los vecinos y muy anteriores a la llegada de los romanos», indica Unzueta. Con la llegada del Imperio, la llamada Pax romana acaba con las luchas entre las tribus locales, y los indígenas de Kosnoaga y otros castros bajan a los poblados fundados por los invasores. «Quieren prosperar, como cuando la gente ha emigrado más recientemente de las aldeas a las ciudades», dice Martínez Salcedo.

Forua, que llegará a abarcar unas 6 hectáreas, se convierte en un centro dedicado a la transformación del hierro, que se exporta en forma de lingotes y de herramientas. Alcanzará su máximo esplendor en el siglo II y entrará en decadencia en el IV, posiblemente tanto por la descomposición del Imperio como porque ya no es rentable explotar los recursos de su entorno.
«Todos los edificios que hemos estudiado tienen talleres metalúrgicos», destaca Martínez Salcedo. Como puerto fluvial, Forua es también la vía de salida para el mármol de Ereño, que como el resto de las mercancías se transporta hasta los cercanos Portuondo y Bermeo para allí traspasarse a barcos de carga. Y también es punto de entrada para los usos y costumbres romanos, desde las vajillas de 'terra sigillata' hasta el 'garum' y los vinos de Aquitania. «Desde Forua se romaniza el territorio. Su razón de ser es explotar el territorio y asimilarlo», destaca el arqueólogo de la Diputación, institución que ha financiado treinta campañas de excavación en el yacimiento, una de las joyas de la arqueología vasca.

Imagen de archivo del asentamiento romano de Forua (Oskar M.Bernal)

El equipo de investigadores dirigido por Martínez Salcedo ha excavado hasta el momento doce edificios en la ladera sur de la colina de Elexalde, «la zona industrial y portuaria del poblado».

Además de los talleres, se han identificado ya el cuartel de un pequeño destacamento militar -«un edificio de dos pisos y cubierto con tejas»-, varios almacenes, establos y, cerca de donde estaría el puerto, una gran casa de estilo romano. Ocupa unos 600 metros cuadrados y tiene un gran patio central porticado del que todavía son visibles las bases de las columnas y los canales de desagüe. «No está en una zona que reúna unas buenas condiciones de habitabilidad. Es insana», señala la directora de las excavaciones. Los arqueólogos saben que la casa tuvo dos pisos -«hemos encontrado el hueco de las escaleras»- y que acogió en algún momento de su historia talleres metalúrgicos. «Es posible que se tratara de una especie de oficinas portuarias», aventura Unzueta.

En lo alto de la colina, en el subsuelo de la iglesia de San Martín de Tours, los investigadores descubrieron en 2005 y 2006 restos de dos edificios administrativos del siglo I, visibles bajo el suelo acristalado del templo cristiano. «Era el foro, la 'city' del poblado», explica Martínez Salcedo. Lo que no han encontrado todavía son las casas propiamente dichas, que puede que hayan sucumbido a la urbanización de la colina, ni la necrópolis, que podría dar pistas sobre qué población llegó a tener Forua. Es uno de los enigmas que quedan por resolver del principal enclave romano de la costa vasca, cuyas termas recién descubiertas los arqueólogos esperan poder excavar en un futuro próximo.

Fuente: elcorreo.com | 6 de agosto de 2018

Aníbal Clemente

Historia y Arqueología. Publicación digital de divulgación cultural.

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