Todas las miradas están en el Arco Jano Augusto
Fue presentado oficialmente hace un mes y medio y copó titulares por todo el país. Hasta National Geographic contó que, en Mengíbar, en medio del mar de olivos, había sido descubierto el Jano Augusto, la puerta de entrada a la provincia romana de la Bética.
Sin duda, es una de las noticias de más alcance en Arqueología en años. Ya lo dijo el propio Manuel Molinos, director del Instituto Universitario de Arqueología Ibérica de la UJA: “Es el hallazgo más importante de las últimas décadas en la Hispania Romana”. Los investigadores liderados por Juan Pedro Bellón han conseguido ubicar el “kilómetro cero” de la Vía Augusta, la frontera entre la Bética y la Tarraconense, en Mengíbar. La trascendencia científica es indudable, como apuntó la vicerrectora María Dolores Rincón, pero el interés y repercusión en otros campos, como el turístico, no deberían ir a la zaga, pero... ¿Cómo se materializará? La clave, sin duda, pasa por los apoyos que consiga sumar el proyecto, contar con la financiación suficiente para que la investigación avance y sus resultados sean divulgados.
Y una vez que ya se ha contado a los cuatro vientos el hallazgo, el trabajo, a pie de campo, continúa. Queda mucha tarea por delante y las sorpresas bajo tierra siguen aflorando. Allí, el mejor foco es el sol de julio y bajo él, cuatro arqueólogos, Miguel Ángel Lechuga, Marcos Soto y María Isabel Moreno, además de Bellón, trabajan con los operarios en la excavación. Hace apenas unos días descubrían un podio, la base de otra edificación apenas a un par de metros de una de las bases del Arco Jano Augusto. Una arquitectura que, en principio, podría ser conmemorativa, una escultura o edificio de culto, aunque, como apuntan, todavía no pueden determinar con seguridad su funcionalidad.
Mientras que ellos toman notas y debaten, el goteo de visitantes a las excavaciones es constante. Desde unos vecinos de Mengíbar que llegan en bicicleta para ofrecerse como voluntarios en la excavación —apuestan por iniciativas para participar, apoyar, abaratar y hacer más “suyo” el hallazgo— a olivareros de las inmediaciones que preguntan por los posibles cambios de acceso y se brindan también a colaborar. No en vano, como les responde Bellón, si todo va bien, en unos días podrán contar de nuevo con el georadar para saber si pueden “hincar el diente” en nuevas zonas. No tienen certezas, dice, pero sí indicios.
Entre las visitas, está también el alcalde de Mengíbar, Juan Bravo, y una de sus concejales, Adela Alonso. Como ya resaltaron los investigadores en la presentación del hallazgo, su colaboración ha sido y sigue siendo vital. Ya anunció el responsable municipal la compra del olivar en el que se sitúa el arco, además de trámites como la solicitud de inclusión del sitio como BIC en el expediente incoado sobre el territorio de Iliturgi. Asimismo, el Gobierno local proporciona todos los medios a su alcance para que el trabajo prosiga, entre ellos, la mano de obra con los cuatro obreros que trabajan con los arqueólogos. Pero, además, el alcalde no deja de levantar el teléfono y de llamar a puertas. Necesita a grandes aliados en el proyecto. Sabe bien lo que tiene en el querido Camino de los Romanos de los mengibareños y no puede dejar correr el tiempo. De hecho, ya tiene en la agenda una reunión en la Diputación para la próxima semana y la mano tendida de una fundación privada.
A PIE DE OBRA. Juan Bravo y Juan Pedro Bellón, en el centro, con la concejal Adela Alonso, los arqueólogos Miguel Ángel Lechuga, Marcos Soto y María Isabel Moreno y los trabajadores, Pedro Torres Martínez, Luis Juárez del Moral, Ángel Andreu Zarco y Vicente Martos Jiménez.
Un aliento muy importante en este camino ha sido un especial gesto de la Asociación de Amigos de los Iberos de Jaén. El colectivo encabezado por Pilar Palazón se presentó en la excavación con 8.000 euros entre las manos para apoyar el trabajo de los arqueólogos. Emocionados lo cuentan todavía. Son ejemplo de voluntad y preocupación por apoyar la investigación y el patrimonio, una apuesta decidida y cómo llegan incluso antes que las administraciones.
Pero el tiempo corre para acercarse a la única fecha que hay, por el momento, en el horizonte: el 15 de julio. Hasta ahí, por ahora, como apunta Bellón, llegan los fondos para proseguir la excavación. A partir de ese día son dos las opciones, tal y como pone sobre la mesa. O siguen trabajando en unas condiciones dignas o habrá que tapar y esperar. En el segundo caso, entra otro factor en la ecuación, la incertidumbre.
Y mientras tanto, unos y otros miran para un lado y otro para tratar de visualizar cómo podría “verse” el Arco Jano Augusto algún día. A sus pies está la vía romana que les sirvió, en un primer momento, de guía. Han hecho una cata en el montículo de sedimentos y, como explica Miguel Ángel Lechuga, las muestras que han conseguido para la analítica les ofrecerán información de la estratificación, podrán fechar las diferentes capas y conseguir datos, como el tiempo que cada una estuvo expuesta al aire o cómo fueron reparadas. En el caso de que el proyecto siga, podrían sacarla a la luz para que “conduzca” a los visitantes hasta la base del Arco Jano Augusto. Imaginarlo ya sorprende. Sobre él, se lanzan muchas ideas, desde una reconstrucción parcial a una recreación idealizada. Sea la que sea, fijará todas las miradas —incluso podría ser visible desde la Autovía A-44— en la que es la puerta de entrada a la Bética, su kilómetro cero.
Fuente: diariojaen.es| 5 de julio de 2018
Sin duda, es una de las noticias de más alcance en Arqueología en años. Ya lo dijo el propio Manuel Molinos, director del Instituto Universitario de Arqueología Ibérica de la UJA: “Es el hallazgo más importante de las últimas décadas en la Hispania Romana”. Los investigadores liderados por Juan Pedro Bellón han conseguido ubicar el “kilómetro cero” de la Vía Augusta, la frontera entre la Bética y la Tarraconense, en Mengíbar. La trascendencia científica es indudable, como apuntó la vicerrectora María Dolores Rincón, pero el interés y repercusión en otros campos, como el turístico, no deberían ir a la zaga, pero... ¿Cómo se materializará? La clave, sin duda, pasa por los apoyos que consiga sumar el proyecto, contar con la financiación suficiente para que la investigación avance y sus resultados sean divulgados.
Y una vez que ya se ha contado a los cuatro vientos el hallazgo, el trabajo, a pie de campo, continúa. Queda mucha tarea por delante y las sorpresas bajo tierra siguen aflorando. Allí, el mejor foco es el sol de julio y bajo él, cuatro arqueólogos, Miguel Ángel Lechuga, Marcos Soto y María Isabel Moreno, además de Bellón, trabajan con los operarios en la excavación. Hace apenas unos días descubrían un podio, la base de otra edificación apenas a un par de metros de una de las bases del Arco Jano Augusto. Una arquitectura que, en principio, podría ser conmemorativa, una escultura o edificio de culto, aunque, como apuntan, todavía no pueden determinar con seguridad su funcionalidad.
Mientras que ellos toman notas y debaten, el goteo de visitantes a las excavaciones es constante. Desde unos vecinos de Mengíbar que llegan en bicicleta para ofrecerse como voluntarios en la excavación —apuestan por iniciativas para participar, apoyar, abaratar y hacer más “suyo” el hallazgo— a olivareros de las inmediaciones que preguntan por los posibles cambios de acceso y se brindan también a colaborar. No en vano, como les responde Bellón, si todo va bien, en unos días podrán contar de nuevo con el georadar para saber si pueden “hincar el diente” en nuevas zonas. No tienen certezas, dice, pero sí indicios.
Entre las visitas, está también el alcalde de Mengíbar, Juan Bravo, y una de sus concejales, Adela Alonso. Como ya resaltaron los investigadores en la presentación del hallazgo, su colaboración ha sido y sigue siendo vital. Ya anunció el responsable municipal la compra del olivar en el que se sitúa el arco, además de trámites como la solicitud de inclusión del sitio como BIC en el expediente incoado sobre el territorio de Iliturgi. Asimismo, el Gobierno local proporciona todos los medios a su alcance para que el trabajo prosiga, entre ellos, la mano de obra con los cuatro obreros que trabajan con los arqueólogos. Pero, además, el alcalde no deja de levantar el teléfono y de llamar a puertas. Necesita a grandes aliados en el proyecto. Sabe bien lo que tiene en el querido Camino de los Romanos de los mengibareños y no puede dejar correr el tiempo. De hecho, ya tiene en la agenda una reunión en la Diputación para la próxima semana y la mano tendida de una fundación privada.
A PIE DE OBRA. Juan Bravo y Juan Pedro Bellón, en el centro, con la concejal Adela Alonso, los arqueólogos Miguel Ángel Lechuga, Marcos Soto y María Isabel Moreno y los trabajadores, Pedro Torres Martínez, Luis Juárez del Moral, Ángel Andreu Zarco y Vicente Martos Jiménez.
Un aliento muy importante en este camino ha sido un especial gesto de la Asociación de Amigos de los Iberos de Jaén. El colectivo encabezado por Pilar Palazón se presentó en la excavación con 8.000 euros entre las manos para apoyar el trabajo de los arqueólogos. Emocionados lo cuentan todavía. Son ejemplo de voluntad y preocupación por apoyar la investigación y el patrimonio, una apuesta decidida y cómo llegan incluso antes que las administraciones.
Pero el tiempo corre para acercarse a la única fecha que hay, por el momento, en el horizonte: el 15 de julio. Hasta ahí, por ahora, como apunta Bellón, llegan los fondos para proseguir la excavación. A partir de ese día son dos las opciones, tal y como pone sobre la mesa. O siguen trabajando en unas condiciones dignas o habrá que tapar y esperar. En el segundo caso, entra otro factor en la ecuación, la incertidumbre.
Y mientras tanto, unos y otros miran para un lado y otro para tratar de visualizar cómo podría “verse” el Arco Jano Augusto algún día. A sus pies está la vía romana que les sirvió, en un primer momento, de guía. Han hecho una cata en el montículo de sedimentos y, como explica Miguel Ángel Lechuga, las muestras que han conseguido para la analítica les ofrecerán información de la estratificación, podrán fechar las diferentes capas y conseguir datos, como el tiempo que cada una estuvo expuesta al aire o cómo fueron reparadas. En el caso de que el proyecto siga, podrían sacarla a la luz para que “conduzca” a los visitantes hasta la base del Arco Jano Augusto. Imaginarlo ya sorprende. Sobre él, se lanzan muchas ideas, desde una reconstrucción parcial a una recreación idealizada. Sea la que sea, fijará todas las miradas —incluso podría ser visible desde la Autovía A-44— en la que es la puerta de entrada a la Bética, su kilómetro cero.
Fuente: diariojaen.es| 5 de julio de 2018
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