Arago y Atapuerca: claves de la evolución europea en el Pleistoceno
Vista general del valle donde se localiza la cueva de Arago, muy cerca de la cara norte de los Pirineos. Foto: José María Bermúdez de CastroHace un par de semanas la revista Quaternary Science Reviews ha publicado un trabajo realizado por nuestro equipo de antropología dental, en el que por primera vez se lleva a cabo una comparación sistemática de los dientes fósiles de los yacimientos de Arago, en el sur de Francia, y la Sima de los Huesos de la sierra de Atapuerca. El yacimiento de la Caune de l´Arago, se localiza muy cerca de Perpiñán, en un precioso valle con vista al macizo del Canigó. La distancia entre este yacimiento y la sierra de Atapuerca es de unos 750-800 kilómetros, bien pasando a través del País Vasco, bien viajando por la cuenca del Ebro y atravesando la frontera por Cataluña. Los Pirineos representan una barrera geográfica importante, pero se puede salvar perfectamente a través de los pasos naturales cercanos al Cantábrico y al Mediterráneo. Las especies de mamíferos pleistocenos a un lado y otro de los Pirineos delatan que, salvo casos excepcionales, la cadena montañosa no fue un obstáculo insalvable. En particular, durante las épocas glaciales, con descensos significativos del nivel del mar por acumulación de hielo en el hemisferio norte, las áreas de paso eran mucho más amplias que en la actualidad.
Los niveles fosilíferos del yacimiento de Arago se han datado entre 90.000 y 700.000 años, pero la gran mayoría de los fósiles humanos se han obtenido en niveles cuya cronología se ha estimado entre 400.000 y 450.000 años. El yacimiento de la Sima de los Huesos se ha datado en 430.000 años, por lo que los humanos de uno y otro yacimiento pueden considerarse prácticamente contemporáneos. Aunque los restos humanos de la Caune de l´Arago empezaron a recuperarse en 1974, los datos se han ido conociendo muy poco a poco. La costumbre francesa de publicar grandes monografías de los yacimientos, retrasa durante años la posibilidad de que la comunidad científica tenga acceso a los datos, que van apareciendo con cuentagotas y de manera fragmentada en algunas revistas especializadas. Se trata de una tradición propia de Francia, surgida de la cultura enciclopédica del siglo XVIII, que tenía como objetivo difundir los vastos conocimientos de la época de la Ilustración. Aunque ya se conocían bastantes datos sobre la morfología externa y el tamaño de una buena parte de la colección de dientes de Arago, no teníamos hasta el momento una visión global del conjunto.
Nuestro estudio ha recopilado parte de la información ya publicada, así como una ingente cantidad de datos obtenidos en repetidos estudios de las colecciones de Arago, gracias a la gentileza de los directores de las excavaciones e investigaciones, los Profesores Henry y Marie Antoinette de Lumley. Considerando la distancia temporal y geográfica entre la Caune de l´Arago y la Sima de los Huesos, nuestra hipótesis de partida (hipótesis nula) postuló que no encontraríamos diferencias significativas ni en la morfología ni en el tamaño de los dientes fósiles de los dos yacimientos. Pero esa hipótesis ha sido rechazada de manera categórica por los datos. Los dientes de uno y otro yacimiento presentan diferencias muy llamativas, tanto en el tamaño como en la morfología.
Desde hace algunos años, el registro fósil del Pleistoceno Medio de Europa se ha enriquecido con hallazgos sorprendentes. Por ejemplo, el cráneo italiano de Ceprano (aprox. 400.000 años) tiene reminiscencias con los cráneos de Homo erectus, mientras que la mandíbula de Mala Balanica (Serbia) carece de rasgos neandertales. La última datación de esta mandíbula también apunta a los 400.000 años. Otros restos recuperados hace algunas décadas comparten con Ceprano y Mala Balanica un aspecto arcaico, mientras que fósiles como los de Steinheim (Alemania) y los de Swanscombe y Pontnewyyd (Reino Unido) son muy similares a los de la Sima de los Huesos y su aspecto más progresivo apunta claramente hacia los neandertales.
Algunos expertos han propuesto que en Europa hubo al menos dos genealogías humanas, sin que nadie se atreva, por el momento, a proponer que coexistieron dos especies. Homo heidelbergensis (cuyo ejemplar tipo es la mandíbula de Mauer) sería la especie más arcaica, mientras que el nombre de la otra especie es motivo de reflexión y debate y estaría muy próxima a los neandertales del Pleistoceno Tardío.
Las diferencias de las muestras dentales de Arago y Sima de los Huesos son tan marcadas, que la hipótesis de las dos genealogías cobra mucha fuerza. Algunas similitudes nos han forzado a también reflexionar sobre el grado de parentesco entre los humanos de Arago y los de la Sima de los Huesos: ¿primos hermanos o primos lejanos? La pregunta que nos queda en el aire se plantea del siguiente modo: ¿cómo es posible que dos grupos humanos convivieran o coexistieran en Europa al mismo tiempo sin exterminarse? Si las dataciones que conocemos de la mayoría de los yacimientos son correctas, tenemos que aceptar esa coexistencia. Y también tendríamos que aceptar que esas poblaciones (especies) se mezclaron y experimentaron procesos genéticos complejos. Por ejemplo, el cráneo portugués de Aroeira (390.000-430.00 años), recuperado hace pocos años, tiene caracteres que recuerdan a los de Arago, Sima de los Huesos y Ceprano. Un problema complejo, que hemos de abordar con la mente despejada, sin apriorismos y con visión de conjunto.
A la vista de las diferencias y similitudes entre las muestras dentales de Arago y Sima de los Huesos, nuestra conclusión es que los humanos de estos yacimientos representan poblaciones diferentes, que penetraron en Europa en momentos distintos. Esa hipótesis daría cuenta de las diferencias. Pero las innegables similitudes solo se podrían explicar si consideramos que tuvieron un origen común en algún lugar, seguramente fuera de Europa. La población “madre” podría haber evolucionado en el suroeste de Asia, una región privilegiada desde el punto de vista climático, que desde siempre ha enviado contingentes de población hacia Europa. Recordemos que el continente europeo no es sino una península de Eurasia; una especie de “fondo de saco”, cuya región más extrema es Iberia. Con los datos que todos vamos conociendo, nos esperan años apasionantes de debate para resolver el puzzle de la evolución humana en Europa.
Fuente: quo.es | 26 de abril de 2018
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