Vilafranca (Castellón) desvela dos nuevos hitos para el arte rupestre levantino con 7.000 años de antigüedad
Jabalí de La Ferranda retocado. INÉS DOMINGOSe llaman L’Abric de la Volta Espessa y l’Abric de la Ferranda. Apenas los separan 20 minutos de camino a pie por el margen del río Monlleó, en el término de Vilafranca (Castellón) y vuelven a situar a la provincia en la élite del arte rupestre mundial. Son los dos yacimientos de este arte prehistórico más importantes que han salido a la luz en la Comunidad Valenciana en los últimos 30 años. Descubiertos en noviembre de 2013 y marzo de 2016, respectivamente, no ha sido hasta hoy cuando se ha desvelado el nombre y la ubicación exacta de ambos abrigos de arte rupestre levantino –declarados BIC desde 1985 y Patrimonio Mundial desde 1998- con pinturas de 7.000 años de antigüedad.
Por cuestiones de seguridad “se había mantenido en secreto su localización. Había mucha expectación a nivel científico, pero hasta que no estuvieran protegidos no podíamos dar nombres. Y ahora lo están”, explica Inés Domingo (izquierda), arqueóloga del ICREA / Universitat de Barcelona y codirectora del proyecto. Ella, junto al otro pilar de la investigación, el también arqueólogo Dídac Román (derecha), han presentado en Castellón los trabajos de cierre de sendos yacimientos, que permiten dar a conocer al público y a la órbita científica internacional los hallazgos. Los dos proyectos han sido promovidos por el ayuntamiento de Vilafranca y financiados por el Ministerio de Cultura.
El contenido de ambos yacimientos los hace únicos. La Ferranda contiene una batida de caza, casi exclusiva en el arte levantino, de una manada completa de jabalíes. Solo hay otro ejemplo, de los más de 1.000 yacimientos que salpican la costa mediterránea, y es el de una batida de caza de ciervos en la Cova dels Cavalls, en el parque castellonense de la Valltorta, de la que este 2017 se ha conmemorado el centenario de su descubrimiento. “Han tenido que pasar cien años entre uno y otro”, apostilla Inés Domingo.
Pinturas encontradas en Vilafranca. INÉS DOMINGO
Por su parte, La Volta Espessa (cuyo nombre se debe al meandro del río donde se levanta el abrigo) reúne doce figuras que incluyen a todas las especies mayoritarias del arte levantino: toros, un ciervo, una cabra y caballos, “y además dos escenas de caza y figuras humanas muy singulares, porque están en posiciones que no son comunes, sin paralelos”, indica la arqueóloga.
Escuchar el relato de Inés Domingo supone un viaje en el tiempo. La descripción que da de los abrigos pincela el modo de vida de la especie humana prehistórica. No obstante, la experta asegura que todavía quedan cabos sueltos.
"Los dos conjuntos hablan de caza, pero lo que seguimos sin saber, y a ello vamos a dedicar ahora nuestros esfuerzos, es si los autores de las pinturas son los últimos cazadores recolectores o los primeros agricultores de la península Ibérica”. Ello ayudaría a “entender por fin” si las figuras representadas están marcando un territorio para defenderse de la llegada de poblaciones foráneas, que serían los agricultores procedentes del Próximo Oriente; o si por el contrario son los primeros agricultores y, por lo tanto, lo que hacen con las pinturas es explorar el nuevo territorio, marcando con este arte zonas de caza o de celebración de ceremonias.
Para que la balanza se incline hacia una u otra opción, faltan dataciones absolutas. Asegura que no se puede poner fecha a los pigmentos con carbono 14 porque no se conserva materia orgánica. “Hay que esperar a otros métodos de datación; estamos probando con series de uranio-torio para ver si obtenemos dataciones mínimas, pero no tenemos aún resultados”.
A la espera de dar este paso, lo que sí tiene claro el equipo que ha trabajado en sendos abrigos es que "suponen el descubrimiento de arte rupestre levantino más destacado en la Comunidad Valenciana de las últimas tres décadas, por lo menos. Lo son por la cantidad de figuras y escenas representadas, y por la calidad de conservación”, añade Inés Domingo. También porque el hallazgo de "ambos yacimientos llenan un vacío geográfico en esta zona interior, pues se pensaba que sólo estaban los conjuntos de Remigia (en el parque castellonense de la Gassulla-Valltorta) y del Bajo Aragón (Teruel), y estos yacimientos conectan ambos territorios y demuestran que hay un hilo entre los dos, por las similitudes estilísticas”.
Una de las pinturas rupestres halladas en Vilafranca (Castellón)
"La Volta Espessa y La Ferranda enriquecen la oferta cultural en una zona interior cada vez más condenada a la despoblación, y aportan elementos nuevos para atraer un turismo sostenible”, señala la arqueóloga. Para materializar este tipo de visitas, hay que facilitar los accesos. Ambos enclaves están en una zona muy remota, a una hora en coche de Vilafranca y a la que sólo se puede acceder en todoterreno por pistas forestales. El ayuntamiento del municipio está estudiando qué protocolo seguir para que los abrigos puedan visitarse.
Junto a la vertiente turística, la científica prosigue su camino. Ahora le toca el turno a los especialistas en geomorfología para hacer el análisis de los pigmentos, al tiempo que otro equipo internacional asumirá las dataciones. Mientras, y con el interés planetario posado ya en la provincia de la mano de ambos yacimientos, el arte rupestre levantino, patrimonio mundial por la Unesco, clama seguir escalando posiciones. “No lo estamos poniendo a la altura que merece”, concluye Inés Domingo.
El contenido de ambos yacimientos los hace únicos. La Ferranda contiene una batida de caza, casi exclusiva en el arte levantino, de una manada completa de jabalíes. Solo hay otro ejemplo, de los más de 1.000 yacimientos que salpican la costa mediterránea, y es el de una batida de caza de ciervos en la Cova dels Cavalls, en el parque castellonense de la Valltorta, de la que este 2017 se ha conmemorado el centenario de su descubrimiento. “Han tenido que pasar cien años entre uno y otro”, apostilla Inés Domingo.
Pinturas encontradas en Vilafranca. INÉS DOMINGO
Por su parte, La Volta Espessa (cuyo nombre se debe al meandro del río donde se levanta el abrigo) reúne doce figuras que incluyen a todas las especies mayoritarias del arte levantino: toros, un ciervo, una cabra y caballos, “y además dos escenas de caza y figuras humanas muy singulares, porque están en posiciones que no son comunes, sin paralelos”, indica la arqueóloga.
Escuchar el relato de Inés Domingo supone un viaje en el tiempo. La descripción que da de los abrigos pincela el modo de vida de la especie humana prehistórica. No obstante, la experta asegura que todavía quedan cabos sueltos.
"Los dos conjuntos hablan de caza, pero lo que seguimos sin saber, y a ello vamos a dedicar ahora nuestros esfuerzos, es si los autores de las pinturas son los últimos cazadores recolectores o los primeros agricultores de la península Ibérica”. Ello ayudaría a “entender por fin” si las figuras representadas están marcando un territorio para defenderse de la llegada de poblaciones foráneas, que serían los agricultores procedentes del Próximo Oriente; o si por el contrario son los primeros agricultores y, por lo tanto, lo que hacen con las pinturas es explorar el nuevo territorio, marcando con este arte zonas de caza o de celebración de ceremonias.
Para que la balanza se incline hacia una u otra opción, faltan dataciones absolutas. Asegura que no se puede poner fecha a los pigmentos con carbono 14 porque no se conserva materia orgánica. “Hay que esperar a otros métodos de datación; estamos probando con series de uranio-torio para ver si obtenemos dataciones mínimas, pero no tenemos aún resultados”.
A la espera de dar este paso, lo que sí tiene claro el equipo que ha trabajado en sendos abrigos es que "suponen el descubrimiento de arte rupestre levantino más destacado en la Comunidad Valenciana de las últimas tres décadas, por lo menos. Lo son por la cantidad de figuras y escenas representadas, y por la calidad de conservación”, añade Inés Domingo. También porque el hallazgo de "ambos yacimientos llenan un vacío geográfico en esta zona interior, pues se pensaba que sólo estaban los conjuntos de Remigia (en el parque castellonense de la Gassulla-Valltorta) y del Bajo Aragón (Teruel), y estos yacimientos conectan ambos territorios y demuestran que hay un hilo entre los dos, por las similitudes estilísticas”.
Una de las pinturas rupestres halladas en Vilafranca (Castellón)
"La Volta Espessa y La Ferranda enriquecen la oferta cultural en una zona interior cada vez más condenada a la despoblación, y aportan elementos nuevos para atraer un turismo sostenible”, señala la arqueóloga. Para materializar este tipo de visitas, hay que facilitar los accesos. Ambos enclaves están en una zona muy remota, a una hora en coche de Vilafranca y a la que sólo se puede acceder en todoterreno por pistas forestales. El ayuntamiento del municipio está estudiando qué protocolo seguir para que los abrigos puedan visitarse.
Junto a la vertiente turística, la científica prosigue su camino. Ahora le toca el turno a los especialistas en geomorfología para hacer el análisis de los pigmentos, al tiempo que otro equipo internacional asumirá las dataciones. Mientras, y con el interés planetario posado ya en la provincia de la mano de ambos yacimientos, el arte rupestre levantino, patrimonio mundial por la Unesco, clama seguir escalando posiciones. “No lo estamos poniendo a la altura que merece”, concluye Inés Domingo.
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