Investigadores de la UMA proponen una revisión de la prehistoria reciente europea

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Planta general del año de Perdigões con indicación de la situación de la Puerta 1

La prehistoria está constantemente reformulándose. Así lo afirma el profesor de la Universidad de Málaga José Enrique Márquez (arriba), quien, junto a su grupo de investigación ‘PERUMA’, lidera en el ámbito peninsular el estudio de los ‘recintos de fosos’ del cuarto y tercer milenio a.C., un tipo de construcción megalítica prácticamente desconocido hasta los años 70 y que, sin embargo, ya sobrepasa varios miles repartidos por toda Europa occidental.

“Se trata de la cara oculta del megalítismo. Grandes espacios abiertos delimitados por un foso que crea un espacio interior más o menos circular. Supervivientes al paso del tiempo, pero invisibles, ya que una vez dejaron de usarse, fueron rellenados y enterrados con grandes cantidades de tierra, por lo que no se han descubierto hasta hace muy poco tiempo”, explica el profesor del Departamento de Ciencias Históricas.


Un fenómeno que, hasta muy recientemente, ha pasado inadvertido para los investigadores de esta época y que coincide en el tiempo con la aparición de los grandes sepulcros megalíticos como los del conjunto arqueológico de Antequera, Patrimonio de la Humanidad. Un tipo de yacimiento arqueológico inesperado, según Márquez, que ha aparecido y pone sobre la mesa un nuevo problema histórico: ¿qué son los recintos de fosos?

“Tradicionalmente, se ha elaborado una Prehistoria Reciente sin tenerlos en cuenta. Resulta necesario revisar el pensamiento actual sobre cómo eran las sociedades del Neolítico y Edad del Cobre contando con los ‘recintos de fosos’ como parte determinante del paisaje arqueológico. La Prehistoria Reciente europea tiene que ser reinterpretada”, reivindica este profesor de la Facultad de Filosofía y Letras.

El grupo PERUMA de la Universidad de Málaga lleva 17 años investigando este fenómeno. Actualmente trabaja en el yacimiento de Perdigões en Reguengos de Monsaraz (Portugal) y la Vega de Antequera en el entorno de los dólmenes, gracias a un proyecto nacional financiado por el Ministerio de Economía y Competitividad con 120.000 euros.

Monumentalización de grandes espacios al aire libre

Márquez apunta que el primer paso para el estudio de un recinto de foso es localizarlo, una tarea que ahora se realiza a través de técnicas sofisticadas como la teledetección o los sondeos geofísicos, pero que, durante mucho tiempo, era casi imposible realizar.

“Al tratarse de fosos colmatados de forma intencionada tras terminar su función, su estudio es muy complicado, sin embargo, una vez localizados y excavados, la cantidad de restos arqueológicos que albergan en su interior es enormemente importante”, asegura este profesor, que afirma que estos fosos eran rellenados, además de con grandes cantidades de tierra, con restos óseos de animales, especialmente perros, bóvidos y cerdos; cerámica, objetos de sílex, grandes bloques de piedras y, en ocasiones, incluso restos de cadáveres humanos.

El investigador de la Universidad de Málaga, que desarrolla este trabajo junto con el profesor José Luis Caro, de la Facultad de Turismo; plantea que “estas construcciones monumentales son grandes espacios al aire libre que albergaron agregaciones de población temporales con carácter identitario y político”. Una interpretación que intenta integrar estos nuevos ‘actores’ en la lectura del pasado megalítico.

Actualmente, el grupo PERUMA tiene varias líneas de investigación abiertas: la localización de nuevos recintos en el sur de la Península Ibérica, la datación mediante el método del carbono 14 del fenómeno o la interpretación de estos yacimientos desde perspectivas etnográficas.

Fuente: uma.es | 2 de noviembre de 2017

Anónimo

Historia y Arqueología. Publicación digital de divulgación cultural.

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