La primera víctima de un tsunami murió en Papúa Nueva Guinea hace 6.500 años

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Cráneo de Aitape, de 6.500 años de antigüedad, encontrado en Papúa Nueva Guinea

Después de haber estado estudiando un cráneo humano que se encontró en Papúa Nueva Guinea en 1929, expertos de universidades estadounidenses, Australia y Nueva Zelanda han llegado a la conclusión de que perteneció a una persona que había muerto hace unos 6.500 años, víctima de un tsumani, según informa la revista científica PLoS One.

Los restos óseos se encontraron en un pequeño pueblo de 18.000 habitantes en la costa norte de la isla, cerca de la ciudad de Aitape, en la provincia de Sandaun. Inicialmente, los restos se atribuyeron a la especie Homo erectus, el antepasado del Homo sapiens, que vivió desde hace 1,9 millones de años hasta hace 70.000 años.

Los encontró el geólogo australiano Paul Hossfeld sepultados en un manglar que se conoce como Paniri Creek, a los pies de las montañas Torricelli, a unos 12 kilómetros hacia el interior de la laguna Sissano. Hossfeld describió la zona, pero nunca llegó a tomar muestras de ella.

Los investigadores siguieron estudiando tanto la muestra ósea, que situaban en el Pleistoceno tardío, justo cuando se calcula que los humanos aparecieron en África, como el espacio donde fue encontrada. Y ahora han confirmado que se trata de la primera víctima conocida de un maremoto.


”Los huesos habían sido bien estudiados, pero se había prestado poca atención a los sedimentos donde fueron desenterrados”, dijo James Goff (izquierda), de la Universidad de Nueva Gales del Sur, en declaraciones a la BBC.

Los arqueólogos han comparado los sedimentos del área donde se encontró el cráneo con el suelo de una región cercana afectada por un devastador tsunami en 1998 que acabó con la vida de unas 2.000 personas, y así han descubierto que la zona de Aitape sería, en aquella época, una laguna costera.

Ubicación del sitio y los restos óseos encontrados. / PLoS One

“Con las pruebas que tenemos a mano, estamos bastante convencidos de que esta persona es la víctima de tsunami más antigua que se conoce, o su tumba fue desplazada por culpa de uno, lo que llevó a su cabeza, pero no al resto del cuerpo, a quedar enterrada de forma natural donde luego permaneció sin descubrirse durante miles de años”, añade Goff.

“Lo que hicimos fue tomar muestras para realizar un análisis en el laboratorio que nos diera más información sobre la edad y la historia de la zona”, asegura Mark Golitko (derecha), de la Universidad de Notre Dame, Indiana. Al comparar los resultados de los sedimentos con los de la zona afectada por un maremoto en 1998 descubrieron “similitudes geográficas” y unos organismos microscópicos del océano que demostraban que los lugareños habían experimentado tsunamis durante miles de años.

Los investigadores aseguran que esta región del Pacífico está marcada por una historia de maremotos “catastróficos" que "han causado muertes, abandono de los asentamientos costeros, desplazamiento de personas, pérdida generalizada de recursos costeros, inicio de guerras, desmoronamiento de las rutas comerciales y un rico historial de las tradiciones orales. Más de 3.000 personas murieron en 1998 cuando un tsunami golpeó la región cerca de Aitape".

Demostración de ello es que en el valle de Aitape, los poblados a mediados del Holoceno se encontraban alrededor de 12-14 kilómetros hacia el interior de la costa actual. Pero la isla de Papúa Nueva Guinea ha estado ocupada al menos durante los últimos 35.000 años, aunque hay pocas evidencias arqueológicas.

Explican que hace entre 6.000 y 7.000 años, la estabilización del nivel del mar en la isla permitió a los pobladores del lugar resituarse en hábitats costeros y abandonar las cordilleras Bewani, Torricelli y Barida, donde se refugiaron durante la época de mayor amenza de tsumanis.

El equipo de campo en Aitape, dirigido por Ethan Cochrane y Mark Golitko.

Equilibrar el riesgo y la recompensa

El descubrimiento ayudará a los antropólogos a entender cómo las personas se adaptan y prosperan en las áreas costeras que están sujetas a estos peligros naturales, y por qué optaron por mudarse a esas áreas y permanecer allí a pesar de los peligros ambientales.

"Podría ser porque la costa norte de Nueva Guinea también es muy productiva en este momento en términos de recursos alimenticios", explicó Ethan Cochrane, profesor de la Universidad de Auckland (izquierda).
"Entonces tal vez las personas están equilibrando el riesgo y la recompensa de los alimentos. Comprender este tipo de compensaciones adaptativas será clave para mitigar el riesgo y garantizar los medios de subsistencia de las poblaciones costeras de hoy", agregó.

Fuentes: elperiodico.com | edition.cnn.com | 27 de octubre de 2017

Anónimo

Historia y Arqueología. Publicación digital de divulgación cultural.

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