Los primeros humanos que llegaron a Australia lo hicieron mucho antes de lo que se pensaba

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Foto: El sitio de Madjedbebe con la excavación en curso. DOMINIC O'BRIEN / CORPORACIÓN ABORIGEN DE GUNDJEIHMI

Cuándo y cómo llegaron los primeros humanos a Australia es algo que ha sido objeto de debate durante décadas. Si bien se acepta que los seres humanos aparecieron en África hace unos 200.000 años, los científicos han llevado cada vez más atrás en el tiempo, la llegada a Australia. Ahora, un equipo de expertos de la Universidad de Washington, ha encontrado y datado artefactos en el norte de la isla que indican que los seres humanos llegaron hace unos 65.000 años, más de 10.000 años antes de lo que se pensaba.

El artículo, publicado en Nature, describe técnicas de datación y hallazgos de artefactos en Madjedbebe, un sitio arqueológico, que podría aportar nueva información sobre los primeros seres humanos y su coexistencia con la vida silvestre en el continente australiano. La datación tiene una gran relevancia en otro contexto ya que cuestiona el argumento de que los humanos causaron la extinción de la megafauna única de Australia, como los canguros gigantes, wombats y tortugas.

"Anteriormente se pensaba que los seres humanos llegaron y dieron caza a estos animales o alteraron su hábitat, lo que les habría llevado a la extinción 45.000 años atrás. Pero nuestro estudio confirma que los humanos llegaron mucho antes que se extinguieran. Esto cambia nuestra visión sobre nuestros antepasados, de aquellos que diezmaron la fauna a unos que convivieron con ella, lo cual es una visión completamente diferente de la evolución humana”, explica en un comunicado Ben Marwick (izquierda), autor principal del estudio.
Desde 1973, en las excavaciones en Madjedbebe, en el norte de Australia, se han desenterrado más de 10.000 herramientas de piedra, pigmentos, restos vegetales y huesos. Allí también se ha hallado lo que se cree son las hachas (con mango) más antiguas del mundo, además de evidencias de que estos primeros seres humanos molían semillas y procesaban plantas.

Gran parte del éxito del proyecto de cinco años de duración se atribuye a un acuerdo único y de referencia entre los investigadores y la comunidad aborigen de los Mirarr, los cuales conservan el control total sobre la excavación y los artefactos descubiertos. Los Mirarr están interesados ​​en apoyar nuevas investigaciones sobre la antigüedad del lugar y en saber más sobre los primeros ocupantes humanos, particularmente dadas las amenazas ambientales planteadas por las actividades mineras cercanas que se llevan a cabo hoy en día.

Foto: La científica Elspeth Hayes (izquierda) con los aborígenes del pueblo Mirarr, Mark Djandjomerr (centre) y May Nango (derecha) en sitio de excavación. Dominic O Brien/Gundjeihmi Aboriginal Corporation.


Foto: Excavación de un hacha.


Foto: Hacha y piedras de moler halladas en la excavación.

Una de las autoras,Mara Page, doctora en Arqueología y Ciencias de la Tierra y el Espacio, analizó los isótopos de carbono estables que se encuentran en los sedimentos, a fin de revelar los tipos de plantas presentes en el pasado y los tipos de ambientes en los que vivieron los primeros pobladores de Australia. Determinó que la vegetación en Madjedbebe se mantuvo estable durante la ocupación humana, lo que sugiere que no hubo ningún cambio ambiental importante que pudiera haberlos obligado a abandonar el área.

Claudio Tuniz, un experto en dataciones y ajeno al equipo de investigación, dijo que la diversidad de artefactos apuntaba a una "cultura compleja que podría haber sido generada y sostenida sólo por grupos sociales relativamente grandes".


Foto: Los arqueólogos Chris Clarkson (izquierda), Richard Fullagar (centro) y Ebbe Hayes (derecha) inspeccionando piedras de moler halladas en el yacimiento. Dominic O Brien/Gundjeihmi Aboriginal Corporation.

Para datar las muestras, el equipo de Marwick utilizó la luminiscencia óptica estimulada (OSL por sus siglas en inglés), una técnica que permite saber cuándo fue la última vez que un grano de arena fue expuesto a la luz solar, imprescindible para determinar cuándo un artefacto fue enterrado. En total los expertos analizaron miles de granos de arena individualmente para establecer edades más precisas.

Pero hay otras sorpresas. Al situar la datación del asentamiento australiano en alrededor de 65.000 años atrás, los investigadores confirman que esos antepasados coexistieron con otro humano temprano, el Homo floresiensis.

Los investigadores están ahora inspeccionando sistemáticamente la zona circundante para encontrar yacimientos adicionales y ver si se pueden encontrar más pruebas de la primigenia ocupación humana.

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Fuentes consultadas: quo.es| 19 de julio de 2017 | washington.edu | theconversation.com | cosmosmagazine.com

Aníbal Clemente

Historia y Arqueología. Publicación digital de divulgación cultural.

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