Tu gato desciende del gato salvaje africano

"El ser humano es civilizado en la medida en que comprende a un gato", afirma una cita atribuida habitualmente al escritor irlandés George Bernard Shaw, la primera persona que ganó un premio Nobel y un Oscar. La frase es presumiblemente apócrifa, pero sirve para resumir la historia común de humanos y felinos, detallada hoy por un equipo internacional de científicos.


Los investigadores han analizado el ADN de los restos de unos 200 gatos, tomados de momias egipcias, yacimientos vikingos y cuevas de la Edad de Piedra, entre otros lugares variopintos. Los indicios sugieren que todos los mininos domésticos actuales descienden del gato salvaje africano, una subespecie del gato montés euroasiático.

“Hemos detectado dos centros de domesticación independientes: uno en Próximo Oriente hace unos 10.000 años y otro posterior en Egipto”, explica Arturo Morales (izquierda), un biólogo de la Universidad Autónoma de Madrid implicado en la investigación.
Los científicos han dibujado la biografía del gato más exhaustiva hasta la fecha. Su amistad con los humanos habría surgido hace 10 milenios, cuando los gatos salvajes africanos se acercaron a los primeros asentamientos agrícolas, probablemente atraídos por los roedores que infestaban las cosechas. La convivencia durante el Neolítico en el Próximo Oriente habría dado lugar a una selección de los gatos más sociables, que acabaron saliendo de la península de Anatolia en un primer linaje que conquistó la actual Bulgaria hace más de 6.400 años.

Un segundo linaje posterior dominó el Antiguo Egipto, según muestra el análisis de ADN de las momias felinas egipcias. Los investigadores —dirigidos por los genetistas Eva-Maria Geigl y Thierry Grange, del CNRS francés— creen que estos gatos conquistaron el Mediterráneo hace unos 3.000 años a lomos de los barcos mercantes, en los que eran introducidos para acabar con ratas y ratones. El estudio constata la presencia de estos gatos de origen egipcio en el puerto vikingo de Ralswiek, en la actual costa alemana, en el siglo VII. También aparecen en el puerto persa de Siraf, en lo que hoy es Irán, en el siglo VIII.

El ADN analizado confirma lo que ya sugerían las pinturas del Antiguo Egipto: por entonces predominaban los gatos atigrados listados, con bandas en su pelaje, como sus hermanos salvajes. El patrón a manchas en los felinos domésticos no se hizo habitual hasta la Edad Media, tras aparecer en el siglo XIV en Turquía occidental.

En el estudio, publicado hoy en la revista especializada Nature Ecology & Evolution, también ha participado la paleontóloga española Laura Llorente (derecha), de la Universidad de York (Reino Unido). Llorente y Morales han aportado el análisis de restos de gatos prehistóricos hallados en Tabernas (Almería) y Cova Fosca (Ares del Maestrat, Castellón).

Hace 10 años, un estudio pionero en el que participó el biólogo Miguel Delibes de Castro ya conectó el origen del gato doméstico con la revolución agrícola en Próximo Oriente. A juicio de Llorente, la fortaleza del nuevo trabajo deriva de los restos analizados, que cubren un periodo desde el siglo XIX hasta hace unos 9.000 años. "La información que proporcionan estas muestras es muy potente y más detallada que la que hasta ahora habían proporcionado estudios anteriores que habían utilizado muestras actuales o, en caso de ser de museos, muy recientes", opina la paleontóloga.

Anónimo

Historia y Arqueología. Publicación digital de divulgación cultural.

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