El Tesoro de Troya, a la vista por primera vez en Atenas
Hasta el 30 de julio, los visitantes del Museo Arqueológico Nacional podrán ver la colección que la esposa de su descubridor, Henrich Schliemann, regaló a la pinacoteca en 1892.Hasta el 30 de julio, los visitantes del Museo Arqueológico Nacional de Atenas podrán ver la colección de Troya que la esposa griega de su descubridor, Sophia Schliemann, regaló a la pinacoteca en 1892, dos años después del fallecimiento de su esposo Henrich. Este museo, que es el mayor de Grecia y el que tiene más objetos de la Antigüedad griega, fue renovado antes de los Juegos Olímpicos de 2004 y ahora está abierto todos los días de la semana.
Para aumentar el interés de sus visitantes, sigue una iniciativa original: el «Museo Invisible». Es decir, muestra al público objetos nunca expuestos de su propio almacén. Los objetos provenientes de la excavación de Troya que donó Sophia Schliemann al museo se expondrán hasta el 30 de julio. Y en días contados, siempre que se inscriba uno anteriormente en la página web del museo, habrá una visita guiada con arqueólogos que mostrarán en detalle la colección y explicarán la fascinante historia del Tesoro de Troya y como acabó repartido en muchos museos europeos.
Lo que se muestra ahora de la pequeña colección de Sophia Schliemann se puede ver en una vitrina en la sala central que lleva a las escaleras para subir al primer piso del museo, así como en la vitrina 13 de la sala V. Son objetos provenientes de la ciudad de Troya y fechados entre los años 2500 y 2300 a.C. En la primera vitrina hay partes de pequeños objetos, cerámica, ánforas, y en la segunda se pueden observar pequeñas joyas de oro, collares y pendientes en los que el oro se trabaja con la técnica denominada «granulada», así como figuras antropomórficas de mármol, pesos utilizados para telares, además de instrumentos y otras joyas más modestas en bronce.
La denominada colección de Sophia Schliemann es una parte mínima de lo encontrado en las excavaciones realizadas por su marido Heinrich Schliemann en la década de 1870 en Troya (Turquía). Fue lo que Sofía, que era griega, acabó teniendo en su posesión tras la inesperada muerte de su marido en 1890, que era 30 años mayor que ella, y que ella acabó regalando al mayor museo de su país dos años mas tarde.
El viaje de Schliemann
Porque Schliemann era un inteligente comerciante alemán que se enriqueció comenzando como modesto empleado y se convirtió, gracias a su inteligencia y tesón, en un riquísimo comerciante. A mediados de siglo decidió retirarse de los negocios y dedicarse a su pasión, la arqueología, y a su obsesión, encontrar la ciudad de Troya. Se divorció de su primera esposa rusa, a la que dejó con sus cuatro hijos. Y como quería tener una nueva esposa, le pidió a su amigo y profesor de griego Theoklitos Vimpos, que era un obispo ortodoxo, que le encontrara una esposa que fuera griega, tuviera «el mismo carácter angélico que su madre y hermana», que fuera guapa, culta, bastante joven para tener niños, que le gustara la Antigüedad griega, así como su literatura y geografía y que quisiera acompañarle en sus viajes.
Así conoció a la guapa Sophia Engastromenos, de 17 años, con la que se casó en 1869 y tuvo dos hijos, Andromaca y Agamenón. Gran parte de lo que descubrió este arqueólogo amateur en Troya se quedó en Turquía, otra parte fue a Berlín y terminó en el Museo Pushkin de Moscú. Schliemann se gastó gran parte de su fortuna en excavaciones arqueológicas y viajes, algo que le encantaba ya que era además un gran políglota que se comunicaba en mas de ocho idiomas.
Y ahora se puede ver la donación de Sofía, a pocas salas de distancia de dónde está expuesto en el museo lo que Schliemann descubrió en Micenas y Tirinto. Y en el centro de Atenas se encuentra la espectacular residencia privada de la familia, una casa neoclásica con extraordinarios artesonados y techos pintados, que ahora es el Museo Numismático.
Fuente: Fuente: BEGOÑA CASTIELLA | ABC, 11 de junio de 2017
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