El láser descubre los frescos de las catacumbas romanas de Santa Domitila
La magia del láser ha permitido tras meses de restauración que los frescos de dos de los más importantes cubículos de las catacumbas romanas de Santa Domitila, donde se enterraron a ricas familias romanas convertidas al cristianismo, salgan a la luz y cuenten las historia de quienes allí están enterrados.En los 14 kilómetros de pasillos que forman las inmensas catacumbas de Santa Domitila, las más extensas de Roma, se encuentra la historia de la pintura funeraria de los primeros cristianos, desde sus orígenes hasta los siglos IV y V, cuando dejaron de ser perseguidos por el emperador Constantino.
A pesar de siglos de saqueos, en estas catacumbas excavadas en las tierras donadas por Flavia Domitila, han quedado los pequeños símbolos que adornan las tumbas de los primeros cristianos o algunos nichos más grandes con pequeños frescos, y sólo dos tumbas que pueden ser consideradas auténticos mausoleos.
Hasta ahora, las características de las catacumbas, con una humedad entre el 90 y el 100 % y una temperatura entre los 14 y 17 grados, así como el delicado estado de los frescos, había impedido que pudieran ser restaurados con los métodos tradicionales.
Ante el peligro de perderlos para siempre yacían bajo una capa negra de musgo, suciedad, sedimentos de carbonato de calcio y numerosos grafitis históricos, explicó una de las arqueólogas y restauradoras de las catacumbas de Santa Domitila, Barbara Mazzei.
Pero con la técnica del láser utilizada para la restauración se ha conseguido en dos años, trabajando en duras condiciones por la estrechez, el frío y la humedad, eliminar las impurezas de una de las tumbas más monumentales de estas catacumbas y respetar además los grafitis que fueron dejando durante los años los descubridores o visitantes históricos de las catacumbas.
Un trabajo que ha costado cerca de 60.000 euros a la Comisión vaticana que se ocupa de arqueología. “Es como si fuera la tumba de un Berlusconi de la época”, bromea Mazzei al explicar que sólo una persona muy importante y adinerada podría haberse hecho construir un cubículo de estas dimensiones, fechado en el final del Siglo IV o inicios del V, en pleno imperio de Constantino.
Los frescos que han salido a la luz reflejan una tumba de un alto dirigente de la Annona, que eran como las actuales arcas del Estado de la Antigua Roma, pero que consistían en los bienes más esenciales como los cereales o el trigo.
En una franja que recorre todo el cubículo circular se han plasmado las fases de la llegada del trigo a Roma, con el desembarco en el puerto de Ostia, cómo era molido y la posterior realización y venta del pan. Uno de los grandes frescos refleja la que se cree que es una parábola del buen pastor y en otro arco de la bóveda los doce apóstoles junto a Jesús.
Mientras que preside la tumba un retrato del difunto junto con uno de los instrumentos que se utilizaban para pesar el trigo, símbolo de su poder. Las imágenes han vuelto ahora a ser nítidas y narran así la historia de una vida, pero también de una conversión al cristianismo.
Explica Mazzei las enormes dificultades de haber sacado a la luz estos frescos sin haber borrado los grafitis, que a pesar de que estropean la obra pictórica conforman una pequeña parte de la historia del descubrimiento y excavaciones de estos lugares durante los siglos.
Pocos metros más lejos, se abre otro gran cubículo de la misma época totalmente repleto de frescos con la representación de Adán y Eva, la multiplicación de los panes y los peces, Noé y el Arca y otras escenas bíblicas.
En la bóveda, hasta ahora completamente ennegrecida, se puede observar tras casi un año de restauración la escena de los dos difuntos que junto con un Cristo joven son acompañados al paraíso con los mártires Nereo y Achilleo, enterrados en estas catacumbas. Aunque la restauración ha concluido esta semana, aún no se prevé la apertura al público y solo la prensa pudo acceder a estos cubículos, mientras que se estudia como podrán ser mostrados a los visitantes.
Lo que sí podrán visitar desde hoy es el pequeño museo que se ha creado a la entrada de las catacumbas bajo el título “el mito, el tiempo y la vida”, con restos de sarcófagos que representan escenas mitológicas, bustos y otras series de restos arqueológicos funerarios encontrados durante las excavaciones en diferentes catacumbas de todo el territorio italiano. Un breve recorrido a través de las lápidas que muestran a leñadores, pastores, oculistas o niños de pocos meses retratados con su sonajero para conocer quienes eran los primeros cristianos.
Fuente: Cristina Cabrejas, Roma, EFE | LA VANGUARDIA, 31 de mayo de 2017
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