El ADN antiguo revela la íntima relación entre cazadores y agricultores del Neolítico
Reconstrucción del rostro de la mujer hallada en Galicia (izquierda) y esqueleto de uno de los genomas rumanos analizados (derecha). / Serrulla, F., and Sanín, M. (2017) / Clive BonsallEn la historia de la humanidad, la transición de la caza y la recolecta a la agricultura supuso profundos cambios culturales y tecnológicos. En el oeste y centro de Europa, esta transformación se produjo rápidamente y de manera simultánea tras la llegada de los primeros agricultores procedentes de Anatolia (en la actualidad la parte más asiática de Turquía). Más al este, en la región báltica, la transición fue más gradual, con poco o ninguna contribución genética por parte de los agricultores que llegaban.
“Los arqueólogos habían supuesto esas relaciones entre los grupos indígenas (cazadores-recolectores) y los de inmigrantes (agricultores-ganaderos), sobre bases de intercambios culturales, pero sin que se hubieran podido demostrar hasta ahora desde el punto de vista genético”, comenta a Sinc María Dolores Garralda, una de las autoras del trabajo e investigadora en el departamento de Zoología y Antropología Física de la Universidad Complutense de Madrid.
Genomas españoles
Los investigadores recuperaron tres antiguos genomas humanos de Rumanía de hace entre 8.800 y 5.400 años. También analizaron los genomas de dos mujeres cazadoras-recolectoras del Mesolítico procedentes de España: la mujer de Chan do Lindeiro, en Galicia –fallecida posiblemente al caer por una sima–, y la otra de Los Canes, en Arriondas, Asturias –hallada en una compleja sepultura–.
Los resultados del análisis de este ADN antiguo revelan que en el área que ahora conocemos como Rumanía, cazadores-recolectores y agricultores convivieron, mezclándose unos con otros y teniendo hijos.
“Esperábamos cierto nivel de mestizaje entre estos dos grupos, dadas las evidencias arqueológicas entre estas comunidades”, indica Michael Hofreiter (derecha), coautor del estudio y científico en la Universidad de Potsdam, en Alemania. “Pero nos sorprendieron los altos niveles de integración entre las dos comunidades cuando se reconstruyó el ADN antiguo”, añade.
Para Garralda, “la investigación confirma la relativa homogeneidad genética de los grupos de cazadores-recolectores, a la vez que, en el caso de Rumanía, demuestran el intercambio de genes que debió existir desde que fueron llegando los primeros agricultores. Son una base para seguir ampliando nuestros conocimientos sobre la evolución de las poblaciones del pasado”.
La pregunta sobre cómo se produjo esta transición ha sido un tema recurrente de debate entre científicos. El abandono de la caza y la recolección hacia la agricultura pudo ser impulsado por el movimiento de personas –como en Europa occidental– o de ideas –como ocurrió más al este en Letonia y Ucrania–.
Sin embargo, el trabajo demuestra que la relación entre cazadores y agricultores en la cuenca del Danubio pudo ser más compleja. El ADN analizado revela que los genomas rumanos de hace miles de años tenían ascendencia significativa de los cazadores-recolectores occidentales. Pero, también tuvieron una contribución menor, aunque importante, de los agricultores de Anatolia, lo que sugiere múltiples mezclas entre cazadores-recolectores y agricultores. Un análisis de los huesos también confirmó que tenían una dieta variada.
“El estudio muestra que estos contactos entre cazadores-recolectores y agricultores fueron más allá del intercambio de alimentos y artefactos”, dice Hofreiter. “A medida que se recopilan los datos de diferentes regiones, vemos un gradiente en toda Europa, con una mezcla creciente de cazadores-recolectores y agricultores cuanto más se avanza hacia el este y el norte”, añade.
Los análisis de dos de los mesolíticos rumanos señalan que tenían cabello y ojos oscuros con haplogrupos de los cromosomas Y, comunes entre los europeos modernos. A nivel mitocondrial, tenían haplogrupos comunes entre los grupos europeos de cazadores-recolectores y otros identificados en individuos de similar cronología de Escandinavia y Letonia. El tercer genoma, cuyo individuo tenía pelo oscuro y ojos claros, corresponde al haplogrupo común entre los agricultores europeos más antiguos.
Mapa que muestra la ubicación de los sitios arqueológicos analizados.
“Esos datos reflejan un complejo panorama de intercambios genéticos entre los pequeños grupos de esas diferentes sociedades, que, en comparación con datos europeos similares, reflejan diversos grados de mestizaje”, indica Garralda.
En el caso de los genomas españoles, los haplogrupos mitocondriales pertenecen a uno muy antiguo en Europa, común entre las muestras de cazadores-recolectores europeos. “Con respecto a datos fenotípicos, Chan debía ser morena y de ojos marrones, mientras que la mujer de Los Canes 1 parece haber tenido color de pelo castaño y ojos azules”, detalla la investigadora de la UCM.
Los científicos también estimaron la proporción de genes neandertales en todos estos fósiles españoles y rumanos, y sus valores se reparten de acuerdo con la mayor o menor antigüedad de cada uno de ellos. “Además, la intolerancia a la lactosa aparece claramente para todos los individuos de ambas regiones europeas, incluso en el rumano más reciente”, recalca Garralda. Ahora, el siguiente paso de los investigadores es entender por qué las interacciones entre estas diferentes personas llevaron a resultados tan variados.
Fuente: SINC | 26 de mayo de 2017
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