Los neandertales de El Sidrón (Asturias) tenían su propia 'aspirina' y un antibiótico natural para los dolores

20:54 , 0 Comments

Una de las dentaduras con sarro analizadas, con restos del hongo 'Penicillium'. MNCN-CSIC.

La penicilina revolucionó la medicina al permitir combatir de forma eficaz las infecciones. Aunque su descubrimiento se atribuye a Alexander Fleming en 1928, desde la antigüedad diversas culturas conocían ya las propiedades antibióticas de algunas especies de hongos que sintetizan de forma natural penicilinas. Ahora, el análisis del sarro acumulado en la dentadura de los Neandertales que vivieron en el territorio que hoy es Asturias sugiere que ya hace 49.000 años se medicaban utilizando uno de estos antibióticos naturales, el hongo Penicillium.

El ADN de esta especie de hongo ha sido detectado en placa dental calcificada, la más antigua analizada hasta la fecha. Asimismo, parece que los Neandertales -una especie de homínido que se extinguió hace entre 30.000 y 24.000 años- también conocían las propiedades analgésicas del ácido salicílico, pues los científicos han hallado en el sarro acumulado en su dentadura restos de ADN del álamo, un árbol cuya corteza, raíces y hojas contienen el ingrediente activo de la famosa aspirina.

"Probablemente paliaban el dolor y combatían las infecciones masticando hierbas mohosas que contenían esos hongos que producen los antibióticos, aunque lógicamente no los tendrían aislados", afirma Antonio Rosas, investigador del Museo Nacional de Ciencias Naturales (MNCN-CSIC) y coautor de este estudio, publicado esta semana en la revista Nature. Se trata de una investigación internacional e interdisciplinar en la que también participan científicos de la Universidad Autónoma de Barcelona (UAB), el Instituto de Biología Evolutiva (CSIC-Universidad Pompeu Fabra) y la Universidad de Oviedo.
Esta investigación es la primera que demuestra la presencia de ADN de álamo y del hongo Penicillium, tanto en Neandertales como en homínidos aunque, según recuerda Karen Hardy (derecha), coautora del estudio, ya se sabía que los neandertales tenían un buen conocimiento de las plantas de su entorno y usaban algunas de ellas como medicinas. Hardy, investigadora de la UAB, lideró en 2012 el primer estudio sobre el uso que los neandertales hacían de ellas: "Encontramos milenrama o aquilea (Achillea millefolium) y manzanilla (Matricaria chamomilla), plantas con muchas cualidades medicinales. Propusimos que las usaban para automedicarse", explica a este diario.

Un botiquín en la naturaleza

La aquilea recibe su nombre de Aquiles, pues se dice que durante la guerra de Troya curó a muchos de sus soldados y al rey de Micenas con esta planta capaz de detener las hemorragias. La manzanilla es bien conocida por sus propiedades digestivas, aunque también es sedante, tónica y antiespasmódica. Por ello, el hallazgo en restos neandertales de un hongo con propiedades antibióticas y de restos de un árbol que contiene el principio activo de la aspirina no ha soprendido a Hardy: «Todos los animales se automedican», señala.

Según detalla Antonio Rosas en conversación telefónica, el estudio se inició con cinco individuos, aunque los resultados interesantes proceden de tres: dos de ellos encontrados en la cueva asturiana de El Sidrón y otro del yacimiento de Spy (en Bélgica), con una antigüedad de 42.000 años.

El yacimiento de El Sidrón, en la localidad asturiana de Piloña, fue descubierto en 1994 y desde entonces se han recuperado alrededor de 2.500 restos óseos pertenecientes a una docena de individuos: «Es muy singular porque han aparecido muchos restos en muy poco espacio», señala Rosas.

El sarro de los dientes conserva durante miles de años el ADN de los microorganismos que vivieron en la boca, los patógenos del tracto respiratorio o de los restos de comida que ingería un individuo. Por eso, a partir de su análisis se puede determinar también algunas de las enfermedades que padecían o los alimentos que componían su dieta. La comunidad de bacterias que hay en la boca, dice Rosas, varía en función de la dieta. En este estudio se ha comparado la comunidad de bacterias de los neandertales que vivían en Asturias y en Bélgica con la de poblaciones humanas y de especies animales como el chimpancé. También se ha reconstruido el genoma prácticamente completo de una bacteria (Methanobrevibacter oralis) de hace 48.000 años, el más antiguo obtenido hasta la fecha.

Excavación en la cueva asturiana de El Sidrón, donde se han recuperado restos de 12 neandertales de hace 49.000 años ANTONIO ROSAS/MNCN-CSIC

Setas, piñones y musgo en la dieta

Mientras en los dientes de los neandertales de El Sidrón hay restos de setas, piñones y musgo, en los de los belgas han hallado ADN de rinocerontes lanudos y muflones: "Nos ha sorprendido que no hubiera restos de carne en los dientes de El Sidrón porque en todos los yacimientos neandertales hay restos de animales. Debían comer carne, aunque en una proporción muy inferior a los del norte de Europa, que fueron tipificados como hipercarnívoros, con una dieta similar a la de un lobo o una hiena", dice Antonio Rosas.

La cantidad de carne consumida ha marcado la diferencia en la composición de la comunidad microbiana de la boca de los neandertales estudiados. La de los individuos de la cueva asturiana es parecida a la de los chimpancés y nuestros ancestros recolectores africanos, mientras que la de los neandertales de la cueva belga se asemeja a la de los primeros cazadores-recolectores y es bastante próxima a los primeros agricultores y humanos modernos.

Del primer individuo de El Sidrón, un varón adulto de entre 20 y 25 años, se conserva el maxilar y la mandíbula. Este neandertal tenía un absceso en uno de los dientes, que debía causarle dolor, un canino impactado (no salió y está dentro del hueso) y conserva el molar de leche. El análisis del sarro ha detectado secuencias del patógeno Enterocytozoon bieneusi, que en humanos causa problemas gastrointestinales, como fuertes diarreas. "Probablemente tenía una infección y dolor crónico", dice Antonio Rosas.

"Además, los incisivos y los caninos tienen desconchones de esmalte", probablemente porque retocaba los filos de los instrumentos de piedra con la boca, como si fuera una tercera mano. "Curiosamente habíamos encontrado también restos de bitumen, una especie de alquitrán natural que probablemente usaban como pegamento", detalla Rosas.
Los restos de las mencionadas plantas medicinales encontrados en sus dientes le habrían ayudado a paliar el dolor. El segundo individuo analizado en El Sidrón es una mujer adulta, joven, de unos 25 años aproximadamente.
En la misma línea que otras investigaciones recientes, este estudio confirma que los neandertales tenían un nivel de desarrollo superior a lo que hasta hace algunos años se pensaba en la comunidad científica: "Se presentaban como primitivos y retrasados pero, aunque eran una especie humana diferente a la nuestra, sus capacidades adaptativas y su cultura eran similares a la nuestra", afirma Rosas.

Fuente: elmundo.es | 8 de marzo de 2017

-------------------------------------------------------------------------------------------------------------------

Los neandertales tenían sus propias ‘aspirinas’

¿Y si los Neandertales no se hubieran extinguido hace 40.000 años en su último reducto del sur de la península ibérica? Los humanos modernos —los Homo sapiens— no seríamos excepcionales en el reino animal. No estaríamos solos. “Quizás no hubiéramos necesitado inventar dioses para explicarnos a nosotros mismos. Quizás incluso podríamos haber hablado y razonado con ellos. Quizás no los habríamos encerrado en jaulas, y les hubiéramos concedido derechos humanos y habrían podido votar en las elecciones”, reflexionaba el genetista Carles Lalueza-Fox (izquierda) en su libro Palabras en el tiempo (editorial Crítica), publicado en 2013.

Hoy, el científico presenta una investigación que avala la inteligencia de aquella especie humana desaparecida de la faz de la Tierra. Los Neandertales tenían su propio botiquín de plantas medicinales, según indica el análisis de la placa dental calcificada de dos individuos de la cueva asturiana de El Sidrón, de otros dos del yacimiento belga de Spy y de un quinto procedente de la gruta italiana de Breuil.

El ADN rescatado de la placa de uno de los Neandertales de El Sidrón sugiere que, hace 49.000 años, masticaba corteza de álamo, una fuente natural de ácido salicílico, el ingrediente analgésico de la aspirina. El individuo sufría un absceso dental, una infección con pus, según revelan sus restos fósiles. “La corteza no tiene valor nutritivo, ¿para qué iba a masticarla si no era para calmar el dolor?”, se pregunta Lalueza-Fox, del Instituto de Biología Evolutiva, en Barcelona. El neandertal, además, consumía Penicillium, un hongo con propiedades antibióticas.


Los resultados, publicados hoy en la revista Nature, respaldan los de otro estudio de 2012, que concluyó que los Neandertales de El Sidrón empleaban plantas como la camomila, que mejora la digestión, y la aquilea, con propiedades antiinflamatorias. La prehistoriadora británica Karen Hardy, de la Universidad Autónoma de Barcelona, es coautora de ambos trabajos. “Todos los animales del mundo se automedican. Los perros, por ejemplo, comen hierba para vomitar. Para mí, lo sorprendente sería que los Neandertales no se automedicaran”, reflexiona.

Las investigaciones de los últimos años han sepultado la caricatura de seres infrahumanos que perseguía a los Neandertales. Los miembros de la especie se adornaban con plumas vistosas, poseían una tecnología digna, cocinaban con fuego, enterraban a sus muertos y practicaban sexo con humanos modernos hace más de 100.000 años. “Los neandertales eran inteligentes y tenían un conocimiento ecológico que nosotros hemos perdido”, zanja Hardy.

La paleoantropóloga María Martinón Torres (izquierda) destaca otro aspecto del nuevo estudio, en el que no ha participado. El análisis de la placa dental muestra que la dieta de los Neandertales belgas se basaba en la carne. Ingerían animales como el rinoceronte lanudo y el muflón, característicos de la estepa fría que habitaban. Los individuos de El Sidrón, sin embargo, presentaban una alimentación más vegetariana. Sus dientes guardan restos de piñones, musgo y setas de su zona boscosa. “Esa diversidad de dieta retrata a los neandertales como una especie flexible, capaz de explotar diferentes recursos según las circunstancias y la disponibilidad”, sostiene Martinón Torres, del University College de Londres.

La investigadora recuerda que el antropólogo británico Chris Stringer (derecha) postuló en 2013 una hipótesis alternativa: que la presencia de plantas medicinales en los cálculos dentales de los Neandertales se podría deber a la ingestión de los estómagos de sus presas. Sin embargo, a juicio de la española, que los indicios de consumo de ácido salicílico y antibiótico natural se hayan encontrado solo en un Neandertal con un absceso dental “parece algo más que una bonita coincidencia”. En su opinión, “los Neandertales eran una especie que nada tenía que envidiar a los humanos modernos de su tiempo en cuanto a sofisticación y adaptación a su medio”.

El nuevo trabajo ha obtenido el genoma microbiano más antiguo hasta la fecha, perteneciente a una arquea de la especie Methanobrevibacter oralis, presente en la boca. Su análisis apunta que Neandertales y humanos modernos compartieron patógenos orales hasta hace 180.000 años como mínimo, tras haberse separado como especies hace 600.000 años. “El sexo es la mejor manera de pasarse patógenos”, explica Lalueza-Fox. En el estudio también ha participado Antonio Rosas, del Museo Nacional de Ciencias Naturales (CSIC).

La cueva de El Sidrón, en el concejo asturiano de Piloña (Asturias), se descubrió en 1994 y desde entonces ha ofrecido una colección de 2.500 restos óseos de al menos 13 individuos Neandertales de ambos sexos. Muchos tienen marcas de cortes. Hace 49.000 años, en lo que parece un acto de canibalismo de supervivencia, alguien reventó sus cráneos para comerse sus cerebros.

Fuente: elpais.com | 9 de marzo de 2017

Unknown

Historia y Arqueología. Publicación digital de divulgación cultural.

0 comentarios: