Los neandertales de al lado del río Deba (Praileaitz, Guipúzcoa)

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Eloisa Uribarri y Asier Olazabal, trabajando el año pasado en la nueva entrada de Praileaitz 1. / FOTOS DE XABIER PEÑALVER

Todos asociamos la cueva de Praileaitz, en Deba (Guipúzcoa), al periodo Magdaleniense, de hace 15.000 años. De esa época son los famosos colgantes de cantos de piedra alargados, que hacen pensar que allí los hombres y mujeres del tipo humano cromagnon llevaban a cabo ritos espirituales, con algún chamán de por medio. Pero últimamente las cosas han cambiado mucho: en el año 2014 se descubrió la otra entrada de la cueva y tanto en 2015 como en 2016 se ha realizado excavaciones sistemáticas, que han dejado claro que en ese sitio vivió también el neandertal durante el periodo llamado Paleolítico Medio o Musteriense; es decir, la cavidad estuvo habitada en ese amplio periodo que abarca desde los 35.000 a los 100.000 años de antigüedad.

«Pero esto no es más que el comienzo. Praileaitz 1 da para muchos años de excavación -ha comentado el director de los trabajos, Xabier Peñalver-. Según los estudios de radar, en la boca que se conocía antes hay seis metros excavables hasta la roca madre; y en esta otra boca que estamos excavando ahora puede haber hasta otros diez».

La noticia es importante porque de esa época del Paleolítico Medio, comprendida entre los 35.000 años y los 100.000, los yacimientos no son muchos, dado que la población tampoco era abundante. En el territorio de Guipúzcoa están las cavidades de Lezetxiki y Labeko Koba, en Arrasate, Amalda (Zestoa) y Zerratu (Mutriku). Precisamente fue en Amalda donde Peñalver realizó su primera excavación, a las órdenes de Jesús Altuna.
«Las ubicaciones de aquellas gentes dependían del aprovisionamiento de sílex y de la caza. Tenemos dos yacimientos estratégicos relacionados con la caza, que son los de Axlor (Dima) y Lezetxiki (Arrasate). Y otros dos relacionados con la obtención de sílex, uno en la sierra de Urbasa y el otro, el de Murba, en Trebiño».

Pero, curiosamente, solamente uno de los restos líticos encontrados este año en Praileaitz es de sílex. El resto son cuarcitas, esquistos y ofitas. Pero esta circunstancia es frecuente en ese gran periodo del Paleolítico Medio, tan extenso que alternó épocas frías y templadas. «En un primer momento del Paleolítico Medio, hace 100.000 años, se produjo un retroceso de los bosques, dando paso a praderas e incluso a estepas. Entonces había mamuts, rinocerontes lanudos, gamuzas, renos, cabra montés y liebre silbadora», ha comentado el arqueólogo. «A esta fase fría le siguió otra de calentamiento, y posteriormente vino otro enfriamiento. En el momento final, cuando aparece el Paleolítico Superior, tenemos otra dulcificación del clima».


1. Primer conjunto formado por tres colgantes. 2. Tres colgantes en incisivos de cabra (Capra pyrenaica). 3. Depositando el collar en la sala interior. 4. Vista de la sala interior de Praileaitz I (Deba). 5. Planta de la cueva de Praileaitz I. 6. Arpón, Aitzbitarte IV (Errenteria). 7. Colgante con profundas incisiones. 8. Pluma de arrendajo. 9. Reno. 10. Lápiz de ocre. 11. Incisiones regulares. 12. Colgante ricamente decorado. 13.Colgante con forma de canino atrofiado de ciervo. 14. Pluma de becada. 15. Piedra perforada de forma natural. © Xabi Otero

Volviendo a los restos lícitos, en Praileaitz no ha aparecido todavía la pieza típica del Paleolítico Medio, la raedera. Se trata de un útil fabricado sobre una lasca, con uno o varios bordes trabajados por retoques, generalmente monofaciales, formando un frente funcional, que pudo servir tanto para raspar como para cortar.

En el Paleolítico Medio de nuestro entorno, las ocupaciones de las cavidades eran considerablemente estables, duraban varias generaciones. La dimensiones de las cavidades eran generalmente pequeñas. Y aquellos neandertales controlaban perfectamente el fuego. «Se ha documentado el uso del fuego en Lezetxiki, en Amalda y en Axlor. Se ha comprobado que las llamas valían no solamente para calentarse, sino para cocinar alimentos y manipular madera». Los neandertales de Praileaitz 1 vivían de la caza y la recolección. Cazaban sobre todo bóvidos, caballos, ciervos, cabras y rebecos, mediante técnicas en grupo, por ejemplo llevando a los animales hasta despeñaderos. Los moluscos apenas aparecen. Son tan escasos que parecen tener carácter ornamental. «Y no se sabe qué ritos funerarios tenían, si bien es conocido que en territorio europeo los cadáveres eran depositados en el suelo o en fosas, siempre cerca de la zona de habitación. Aparecen estirados o en posición fetal, a veces recubiertos de ocre y adornos personales u ofrendas. Otro dato: quizá hubo culto al cráneo humano», prosigue Peñalver.

Ubicación general de Las agrupaciones de colgantes en las dos salas excavadas de la cueva. © Jesús Alonso


Años de excavaciones

Praileaitz 1 se descubrió en 1983. El mérito es de los azkoitiarras del grupo Munibe Mikel Sasieta y Juan Arruabarrena, que se dedicaban a recorrer zonas de roca caliza en busca de cavidades. Las primeras excavaciones de la cueva se realizaron a principios del año 2000 por la Sociedad de Ciencias Aranzadi bajo la dirección del arqueólogo Xabier Peñalver. En las campañas realizadas en los años 2006 y 2007 apareció numeroso material atribuible a la cultura Magdaleniense, de hace 15.000 años. Lo más espectacular fue la aparición de unas piedras negras de formas alargadas, agujereadas en uno de los extremos, que podrían tener carácter de ritual. Además, a principios de agosto de 2006 se localizaron varias pinturas rupestres. Se trata de un conjunto no figurativo compuesto de varios conjuntos de puntos rojos y rayas. Fueron realizadas hace unos 18.000 años y son atribuibles a la cultura Solutrense.

Pero en julio de 2014 se produjo un descubrimiento crucial. Los arqueólogos intuían que esa cueva debía tener otra boca de entrada, y así resultó. Avanzando hacia el interior de la cavidad detectaron una corriente de aire que provenía de lo que en la superficie era un pequeño orificio de menos de medio metro cuadrado.

Se vio que toda esa zona correspondía a un derrumbe y que si se retiraban materiales aparecería la entrada principal de Praileaitz 1.

A lo largo de 2015 se hicieron dos campañas de excavación. La primera, en junio y julio, y se logró dejar a la vista una boca de dos metros de altura. Luego, en noviembre-diciembre, la entrada tenía tres metros de alto.

En 2016 se ha trabajado en los meses de julio y octubre. Cuando se llegó al lecho 35 -cada uno de ellos es de diez centímetros de altura- aparecieron restos de industria lítica del Paleolítico Medio y vestigios también de fauna, tanto carnívoros -un cráneo de oso- como hervíboros.

Fuente: diariovasco.com | 8 de enero de 2017

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Historia y Arqueología. Publicación digital de divulgación cultural.

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