LA TRADICIÓN DEL ARCA SANTA
MIRABILIA OVETENSIA
La tradición del Arca Santa
Reseña histórico-artística
Cuando
el 14 de marzo de 1075 se procede en Oviedo -entre los ayunos y
penitencias de la Cuaresma, por parte Alfonso VI y su Corte, y en
presencia de seis obispos-, a la apertura del Arca Santa, se produce
el reconocimiento oficial de unas importantes reliquias que se
mantenían "desde
muy antiguo" en
la iglesia de San Salvador, "escondidas" en
el interior de un arca, que "había
permanecido oculta en aquel lugar durante mucho
tiempo" (probablemente
por seguridad, para evitar su robo, y el del resto del tesoro de San
Salvador, por parte de los piratas "gentiles", procedentes
del mar, como atestigua la inscripción de la fortaleza inmediata a
la Cámara Santa, construida por Alfonso III en 875).
Tales
reliquias, según consta someramente en la propia acta de apertura
del arca (de la que se realizaron dos copias, permaneciendo una en el
interior del arca, y de la que tenemos noticia a través de una copia
del s. XIII), habían llegado a Asturias desde Toledo -adonde habían
sido trasladadas "desde
distintos lugares" por
los cristianos-, a principios del s. VIII, para evitar que cayeran en
manos de los árabes, ante las perspectivas de ocupación de Toledo
por parte de éstos, tras la derrota del ejército hispano-godo en
Guadalete.
Tradiciones
literarias posteriores, como la noticia proporcionada por el
manuscrito nº 99 de la biblioteca de Valenciennes (fines del s. XI),
o la narración de la traslación del arca, de Jerusalén a Toledo,
insertada por el obispo de Oviedo Pelayo en el "Liber
Testamentorum" (hacia
1118), complementan, sin contradecirla en nada, la somera información
acerca del traslado del mencionado tesoro espiritual.
En
cuanto a las reliquias en sí, se trata del conjunto más importante
de elementos, pertenecientes al núcleo central de la fe cristiana,
sólo superado por el que podríamos encontrar en Roma, pudiendo
clasificarse -según las noticias más antiguas- del modo siguiente:
Tipo de reliquia
|
Contenido de la reliquia
|
---|---|
Veterotestamentarias
|
Huesos de los Profetas. |
Cristológicas
|
De la santa cruz, de la sangre, del pan de la cena, de la piedra del sepulcro, de la tierra santa, de la túnica repartida en suertes, del sudario. |
Marianas
|
De los vestidos de la Virgen, de la leche de la Virgen. |
Apostólicas
|
De san Pedro, san Pablo, santo Tomás, san Esteban, Santiago el menor, san Andrés, san Juan, san Bartolomé. |
De santos y mártires
|
De san Juan Bautista, de María Magdalena, santos Justo y Pastor, santos Adriano y Natalia, san Mamés, santa Julia, santos Verísimo y Máximo, san Germano, san Baudilio, san Pantaleón, san Cipriano, santa Eulalia, san Sebastián, san Cucufate, del palio de san Sulpicio, de santa Ágata, santos Emeterio y Celedonio, san Romano, san Fructuoso, santos Augurio y Eulogio, san Víctor, san Lorenzo, santos Justo y Rufina, santos Servando y Germano, san Liberio, santos Máximo y Julia, santos Cosme y Damián, santos Sergio y Baco, san Esteban Papa, san Cristobal, vestido de san Tirso, san Julián Pomerio (obispo de Toledo), san Félix, san Pedro exorcista, santa Eugenia, san Martín, santos Facundo y Primitivo, san Vicente levita, san Fausto, san Juan, santa Inés, santos Simplicio, Faustino y Beatríz, santa Eulalia (de Barcino), santos Emiliano y Jeremías, san Rogelio, san Siervo, santa Pomposa, y otros muchos (fuera del arca). |
Respecto
a estas reliquias, cabe decir que, incluso prescindiendo de realizar
juicios de valor en cuanto a su autenticidad religiosa (conocido es
el tráfico de reliquias, muchas de ellas falsas, durante toda la
Edad Media, adquiriendo tintes espectaculares a raíz de las
Cruzadas), hemos de admitir su enorme valor histórico, fundamentado
en varios hechos:
- Tanto la coherencia de las noticias referentes al largo tiempo de su ocultación en Oviedo, como su apertura en 1075, con otra -posible-, entre 1025 y 1028 (episcopado de Ponce), constituyen indicios favorables de su larga permanencia en Oviedo, y, por tanto, de su antigüedad.
- La coherencia de las titularidad de las reliquias inventariadas, con la de los santuarios fundados o restaurados en Oviedo, a partir del reinado de Alfonso II, y a lo largo de los siglos IX y X, vienen a ratificar todo lo dicho con anterioridad.
En
cuanto al propio arca, o receptáculo de las reliquias, la tradición
narra que el primitivo era de cedro, datando de tiempos apostólicos,
aunque a principios del s. VIII, durante su estancia en Toledo, había
sido sustituido por otro de roble. La apertura del mismo por Alfonso
VI, originó -a decir de algunos autores- que este arca de roble del
s. VIII fuera recubierto con los bajorrelieves de estilo románico en
plata dorada. Esto ha sido descartado en reciente estudio por (G. de
CASTRO, 2016), quien sostiene la unidad de proyecto entre receptáculo
ligneo y programa decorativo. Los citados relieves reproducen, con
solemne monumentalidad y ornato, en su frente, la representación del
santuario de San Salvador, con el "bis
sena",
dos grupos de seis apóstoles a cada lado del Salvador, en el centro,
rodeado por la mandorla mística; en sus costados, escenas diversas
de la vida de Jesús; y en la tapa, una representación muy detallada
de la Pasión en el Gólgota. Alrededor de los cuatro costados de la
tapa, corre una inscripción en 16 líneas, de lectura en espiral,
que describe las reliquias del interior, así como el hecho de la
orden del enriquecimiento del arca, emitida por Alfonso VI y su
hermana Urraca, en la misma fecha de su apertura, en 1075.
Por
otra parte, no podemos dejar de lado en esta exposición, el problema
de la ubicación del arca -caso de admitir la verosimilitud de la
tradición de su traslado-, durante la época del Reino de Asturias.
Noticias cronísticas tardías, como el Cronicón del obispo Pelayo
de Oviedo, o la Crónica Silense (ambas del s. XII), conceden a
Alfonso II (791-842), la fundación de la Cámara Santa, como
capilla-relicario para albergar el Arca Santa de las reliquias. Ahora
bien, la arqueología ha constatado de modo inequívoco (García de
Castro, 1995), que el edificio que hoy conservamos fue construido
para servir como panteón episcopal, realizando, a la vez que los
enterramientos, la deposición de reliquias, y el pavimentado de la
cripta. Estos hechos, invalidan lo descrito en la narración
cronísitica, retrasando el edificio al reinado de Alfonso III
(866-910).
Por
tanto, para conjugar la tradición con la realidad arqueológica,
habría que suponer que, con anterioridad al alojamiento del arca en
la actual capilla de San Miguel, ésta se ubicó en otro edificio
ubicado en el mismo lugar y posteriormente demolido y sustituido por
el actual bajo el episcopado de Hermenegildo (869-891) -tal vez por
no encontrarse en buen estado- a cuya nueva capilla de San Miguel se
habría trasladado el arca; también sería posible que el
alojamiento de dicho relicario fuera alguna dependencia de la torre
de San Miguel,
y que por dignificación de su ubicación hubiera sido trasladada al
nuevo edificio cuando éste fue erigido en tiempos de Alfonso III.
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