La Democracia Ateniense
Por Chema Rivero
“La libertad sólo reside en los estados
en los que el pueblo tiene el poder supremo.”
Cicerón
Este artículo pretende realizar un primer acercamiento a algo que siempre me ha llamado poderosamente la atención, ¿cómo pudo ser que surgiera el sistema democrático en una fecha tan temprana como el siglo V a.C.? ¿Cómo logró mantenerse durante tantos años en vigor? Estas y otras dudas son las que me animaron a realizar este pequeño estudio que espero que les sirva como a mí me ha servido hacerlo.
Si bien creemos poder decir que no existe ningún sistema político perfecto, estamos totalmente convencidos de que el sistema democrático es el menos malo de todos aquellos con los que el hombre, a lo largo de su historia, ha organizado sus sociedades.
Éste sistema político no es nuevo, simplificando mucho se puede decir que la democracia se establece por segunda vez en la historia con la Independencia de EEUU en 1776, (240 años de vigencia hasta la actualidad, 2016). Mucho antes de esta fecha nos encontramos con el sistema democrático ateniense, que si contamos la fecha de las reformas de Clístenes en el 508 a.C. como fecha de inicio y como fecha de finalización la disolución de las instituciones democráticas por los macedonios en el 322 a.C., vemos que tuvo una vigencia de 186 años, no muchos menos de lo que lleva en occidente la democracia en la época actual.
Antes de acometer el intento de comprensión del sistema democrático de la Atenas Clásica, hay que entender que conceptos como libertad e igualdad entre los ciudadanos atenienses, no significan exactamente lo mismo que ahora. Aún siendo así, el logro de la aparición de la democracia en el s. VI a.C. es espectacular. Hablamos de la aparición del sistema democrático en una época donde lo que primaba eran las monarquías (monarquías divinas en oriente) o los sistemas oligárquicos, sistemas en los que las clases pobres no tenían ninguna importancia ni consideración. El logro de llegar a decir “todos los ciudadanos son iguales ante la ley” por primera vez en la historia de la humanidad (aunque la definición de ciudadano de pleno derecho sea tan restringida como lo era en la Atenas clásica) es un logro que se debe de reconocer, estudiar y ubicar en su justa medida como uno de los mayores avances del ser humano. Si las estimaciones para la época clásica hablan de una población de 300.000 habitantes en el Ática, sólo 40.000 eran ciudadanos de pleno derecho, el resto eran: esclavos, metecos (extranjeros), mujeres y menores de edad. Es decir eran ciudadanos de pleno derecho menos del 14% de la población total. Sólo los ciudadanos varones de padre ateniense eran ciudadanos de pleno derecho (con el tiempo llegó a restringirse más y sólo podían ser ciudadanos de pleno derecho los varones cuyos padre y madre eran de Atenas). Por otro lado, para los griegos esta igualdad no era extensiva (como si lo pretende ser en la actualidad), la igualdad que existía entre ellos no se podía aplicar a ciudadanos de otras polis, sobre los que, por el hecho de poderse imponer a ellos por la fuerza, tenían derecho a hacer con ellos todo lo que a los atenienses beneficiara, en muchas ocasiones sin ninguna contemplación o piedad .
Para conocer cómo surgió este sistema político tenemos que retroceder en el tiempo y ver la situación de partida en la zona del Ática. En el mundo micénico (1550 a 1100 a.C.) existía una administración perfectamente articulada desde el palacio, era un sistema político con un fuerte carácter institucional. Todo este mundo sucumbió, al igual que otras civilizaciones por todo el Mediterráneo oriental. Desaparecieron los palacios, los sistemas de organización centralizada, la arquitectura monumental, el comercio, las relaciones de ultramar, la escritura, etc. El mundo micénico se vino abajo . La desaparición de los reinos micénicos dejó en el poder a dignatarios locales que ejercían de líderes de las nuevas comunidades a lo largo de lo que llegó a llamarse época oscura. La fragilidad de estos personajes dio paso a la emergencia de los grupos oligárquicos familiares.
Antes del siglo VIII a.C., en el gobierno de Atenas, nos encontramos con tres arcontes (arconte Basileus, arconte Polemarco y arconte Epónimo). Los arcontes gobernaban con la ayuda de un consejo llamado de Areópago, además existía una asamblea (ekklesía) que era la reunión de todos los ciudadanos con plenos derechos, pero en esta época carecía de importancia y significado político. Estas instituciones fueron evolucionando a lo largo de toda la historia ateniense.
En el periodo posterior (s. VIII a.C.) se detecta una fuerte jerarquización social que se tradujo en la aparición de una serie de grandes clanes familiares. Los conflictos internos surgieron en todas las ciudades griegas. Las élites dirigentes atenienses buscaron el consenso y el pacto para tratar de evitar el estallido de enfrentamientos violentos. Estos enfrentamientos en muchas ciudades griegas condujeron a la tiranía como una solución para acabar con estos conflictos. También a principios del s. VII a.C. se constata el abandono de la costumbre de llevar armas en público.
En la era arcaica, el equilibrio social se verá frecuentemente alterado por convulsiones económicas internas. A partir de finales del siglo VIII a.C., se dinamizará el tráfico comercial, y esto disminuirá la importancia de los métodos de producción tradicionales (controlados por las familias aristocráticas), lo que llevará a una economía más abierta. Con estos cambios surgen nuevas esferas de poder que transformarán sensiblemente el tejido social. Aparece una nueva clase de propietarios que no dependen de las familias aristocráticas.
En el 630 a. C. Cilón intenta instaurar una tiranía en Atenas pero sin éxito. En el 620 a.C Dracón trató de poner término a la cadena de asesinatos partidistas, mediante la promulgación de unas leyes muy duras. Esta legislación no tuvo una vida muy larga, Solón las abolió, salvo las relativas al homicidio.
Solón fue elegido arconte en el 594 a.C. con la misión principal de acabar con los disturbios por medio del arbitraje, quería conseguir la paz social por medio de la promulgación de un código escrito. Para conseguir su fin, actuó en dos direcciones: por un lado estableció un nuevo ordenamiento constitucional y creó o sistematizó un texto legal.
Una de las medidas más importantes de Solón fue repartir la población en cuatro clases censitarias basadas en la riqueza de los ciudadanos. Este sistema denominado timocracia sirvió como puente entre el sistema aristocrático y la democracia. El sistema es abierto, en él se podía pasar de una clase a otra, con ello se comenzaba a romper las clientelas creadas por las familias aristocráticas.
Hasta ese momento los miembros del Areópago se elegían con carácter vitalicio entre los eupatridas (literalmente “bien nacidos”, termino con el que los griegos designaban la antigua nobleza). Tras las reformas de Solón, únicamente pasan a formar parte del Areópago quienes hubieran desempeñado previamente el cargo de arconte.
Los cargos más importantes quedaban restringidos para la primera clase. Los cargos principales, los nueve arcontes, eran anuales, pero al finalizar el año sus ocupantes pasaban a formar parte del consejo del Areópago. Este Areópago era el baluarte fundamental de las antiguas familias que dominaban el estado Ateniense. Los dos clases siguientes podían formar parte del nuevo consejo establecido por Solón la “Boulé”, compuesto por 400 miembros cuya misión principal es preparar las reuniones de la asamblea (ekklesia). La última clase quedaba excluida de todo cargo y sólo tenía libre acceso a la asamblea. Solón también otorgó a la asamblea el poder legislativo y de elección de los magistrados.
Lo que persiguió Solón fue quitar la exclusividad del poder de las familias aristocráticas a favor de los nuevos propietarios. Para entender estos cambios en la estructura propiciada por Solón hay que atender a dos cambios muy importantes, por un lado la economía mejoró durante los últimos tiempos y cambio la forma de lucha en las guerras. Esta mejora económica se observa en un progreso de la agricultura que provocó un importante crecimiento demográfico y un aumento de la artesanía, tanto de la cerámica como de la metalurgia. En segundo lugar el cambio de la forma de lucha, que pasó del combate individual de carácter aristocrático a la lucha en formación de las falanges, una lucha más comunitaria, donde lo que primaba era el mantenimiento del orden y la disciplina. Se piensa que este sistema de lucha evolucionó gradualmente en los siglos IX, VIII y VII a.C., (la panoplia hoplita más antigua que se conoce se encontró en una tumba de la ciudad de Argos y esta datada en torno al 720 a.C). Ahora había más ciudadanos que se podían pagar la panoplia y si podían defender la ciudad, pedían su espacio propio en las decisiones políticas de la polis. Mientras que los héroes homéricos luchan por la fama individual, los componentes de la falange hoplita luchan en defensa de su ciudad, es decir en beneficio de lo común.
También es importante destacar que no existe ningún libro de religión griego que diga cómo se deben comportar. Los dioses griegos requieren un culto regular, pero no exigen una sumisión ciega y total de sus venerantes. Tampoco existen cargos religiosos que se arroguen la facultad de representar en exclusiva a determinadas deidades ni de transmitir mandatos divinos inalterables. Por eso los griegos a la hora de regirse políticamente no podían acudir a lo que dioses o sus autonombrados representantes en la tierra pudieran ordenar.
A partir de las medidas de Solón, la postura del demos a favor de una facción mobiliaria u otra, iba a resultar decisiva desde entonces en la política ateniense.
La actuación moderada de Solón, que pudo haberse convertido fácilmente en tirano y no lo hizo, cambio el mundo político de Atenas y lo diferenció de otros estados de su entorno, donde se había impuesto la tiranía como forma de resolver la crisis social. Los nobles querían evitar que Atenas se viera envuelta en procesos más sangrientos y revolucionarios, pero sobre todo querían evitar algo mucho más peligroso para su clase, la aparición de la tiranía, ya que esta se solía apoyar en el pueblo y podía llegar a hacer mucho daño a las distintas familias aristocráticas más importantes.
Las reformas de Solón impulsaron en las gentes el hábito de intervenir en los asuntos públicos de la polis, idea que caló muy hondo en los ciudadanos atenienses y que está detrás de la larga duración de la democracia y de la defensa que los atenientes hicieron de su sistema político a lo largo de su historia.
Algunas de las normas de Solón nos pueden dar una idea de lo que se ha dicho con anterioridad:
- Puso límite a la ostentación de los ricos.
- Tomó medidas para favorecer el comercio de la ciudad y su desarrollo posterior.
- Redactó leyes encaminadas a cohesionar la comunidad evitando disensiones y cerrando el paso a la rivalidad y la competencia entre familias.
- Se promulgó una ley que permitía a cualquiera iniciar un proceso a favor de cualquier persona ultrajada.
Las leyes de Solón insisten en la idea de la emancipación del individuo del marco familiar, ganándolo como ciudadano en detrimento de las relaciones de dependencia de las grandes familias aristocráticas. Estas leyes fueron expuestas en público, se escribieron sobre tablas de madera que giraban sobre un eje y que estaban en un bastidor, estas tablas se llamaron axones.
Las reformas de Solón lograron aliviar la situación de desequilibrio tratando de forjar una nueva identidad colectiva. Con Solón el estado empieza a convertirse en un ente superior, un bien supremo y abstracto, al que se deben subordinar los intereses particulares. Ahora un héroe será el que luche por el bien de la comunidad y no por el suyo propio como veíamos que pasaba en La Iliada.
En la tercera tentativa, Pisistrato se hizo al final con el poder de Atenas en el 545 a.C. y estableció una tiranía. Se ganó el apoyo del demos en un contexto de lucha política entre dos facciones aristocráticas. Logró una cohesión que la ciudad no había conocido hasta entonces. La tiranía duró hasta el 510 a.C. ya con el poder en manos de sus hijos. Trató de ganarse la simpatía de todas las clases sociales, en lugar de aplicar la represión universal que los demás tiranos aplicaban en otras ciudades griegas. Se atrajo con métodos demagógicos a las clases populares y con diplomacia a las clases superiores. En la fase final de la tiranía se consiguió apartar a numerosas familias relevantes de la ciudad y alejarlas de los centros de decisión, eso debilitará sensiblemente la cúpula aristocrática en etapas posteriores. Este proceso de provocar un vacío de poder contribuirá a facilitar la implantación de nuevos baremos de participación pública que dará al demos un protagonismo hasta entonces exclusivo de los notables.
Tras la desaparición de la tiranía, continuaron las luchas internas en el seno de las elites dirigentes de Atenas, para consolidar su posición, Clístenes en el 508 a.C., intentó deshacer la estructura de carácter tribal que constituía la base del poder aristocrático. Su objetivo era eliminar o disminuir los vínculos de clientela regional que le daban el poder a los aristócratas. Para ello dividió el Ática en treinta unidades denominadas tritias, haciendo diez en el territorio interior, diez en el territorio de costa y otras diez en el territorio urbano de Atenas. Constituyó diez nuevas tribus distribuyendo las tritias en diez grupos, tres por cada tribu. Cada una de estas nuevas tribus contenía tres tritias procedentes una de cada una de las regiones naturales que configuraban el territorio ateniense, una del interior, una de la costa y una urbana.
Aumentó los miembros de la Boulé hasta 500 para que hubiera 50 de cada tribu, elegidos por sorteo. También aumentó los cargos supremos de los arcontes de 9 a 10, para que fueran uno por cada tribu. El Areópago, pieza fundamental del poder político aristocrático, iba viendo disminuidas sus atribuciones con la asunción de funciones por parte de la Boulé.
En el 477 a.C. Atenas y sus aliados decidieron en la isla de Delos formar una alianza de carácter defensivo bajo el mando ateniense. La ciudad de Atenas acabó gestionando a su antojo el tesoro de la liga. La flota ateniense creció mucho y tuvo como consecuencia inevitable el ascenso de las clases humildes que eran las que se alistaban. La flota necesitaba remeros e infantería ligera en gran número, y fueron las clases más pobres las que ocuparon estos puestos. Ahora que contribuían de manera decisiva al esfuerzo bélico, exigieron convertirse en ciudadanos de pleno derecho. Este proceso es similar a cuando los nuevos propietarios entraron a luchar en la falange hoplita para defender la ciudad.
Con el ostracismo de Cimón (que intentó convertirse en tirano) Efialtes líder del partido democrático inició reformas muy significativas (461 a.C.) que iban dirigidas principalmente contra el Areópago, órgano aristocrático que estaba formado por exarcontes y era una especie de guardia de las viejas tradiciones aristocráticas. Le privó de todas sus competencias, aunque le permitió actuar en materia religiosa y en casos de homicidio. Abolieron la discriminación por la cual solo los más ricos tenían cabida en los cargos supremos del gobierno. Efialtes fue asesinado por sus rivales políticos y sus asesinos nunca fueron descubiertos.
Con el asesinato de Efialtes, emergió la figura de Pericles, perteneciente a la facción de Efialtes.
En el ámbito político el verdadero centro de poder de decisión se trasladó a la asamblea (ekklesia) ateniense. La ciudad de Atenas se gobernaba mediante el voto mayoritario de todos los ciudadanos reunidos en asamblea y mediante los tribunales populares.
La concepción de Pericles de la gloria, como verdadero centro de su sistema, abarcaba tanto a la ciudad como a sus ciudadanos. Aquiles vivió solo para sí mismo, solo por su propia gloria y dignidad, pero el ciudadano de Pericles creía que debía ganar honor para su ciudad.
C.M. Bowra dice que el más sorprendente rasgo de Atenas en el siglo V a.C. es el entusiasmo y ardor con el que los atenienses se dedicaban a las actividades públicas. También dice: “detrás del respeto por el gobierno democrático yace el respeto por el individuo y esta es la gran contribución ateniense para el mundo”.
La novedad del sistema democrático radicaba en que todos los ciudadanos, sin distinción de clase o riqueza, participaban en el gobierno con su voto y podían elegir y ser elegidos para los cargos públicos (incluida la administración de justicia). Los tres poderes eran ejercidos por el conjunto de los ciudadanos, de manera permanente o alternativamente. Algunos cargos públicos se cubrían mediante sorteo, método muy criticado por los aristócratas pero que tenía una doble finalidad: primero evitaba el monopolio de los aristócratas y en segundo lugar permitía que nadie se sintiera humillado al ser descartado para un cargo al que se proponía acceder. Otros cargos se elegían en la Asamblea a mano alzada, los cargos eran anuales y por lo general no reelegibles.
Si alguien planteaba una propuesta ilegal o inviable en la asamblea era multado. Esta asamblea era frecuentemente caprichosa, según Isocrates “no siempre opinamos lo mismo sobre un mismo asunto en el mismo día”. El funcionamiento estaba sustentado sobre la base del imperio de la ley, una idea que se había impuesto en la mentalidad de todos los griegos desde mucho tiempo atrás y cuyo ejemplo más visible fue la asunción de Sócrates de su pena de muerte, habiéndole dado sus amigos la posibilidad de escapar de ella.
La democracia de Pericles supuso la extensión a todo el pueblo de los principios de la vieja aristocracia. No se había creado realmente otra cultura, sencillamente se habían extendido los ideales y los privilegios de los nobles a todos los ciudadanos (ciudadanos atenienses, en el sentido restringido que ellos tenían) sin distinción. Ideales como valor, respeto a la ley, prosperidad material, ocio ilustrado, posibilidad de intervenir en los asuntos de las polis, honor y gloria (que ahora tenía un sentido colectivo).
Todos los atenienses se beneficiaban de la posesión del imperio. La democracia mostró su preocupación por los más débiles dentro del sistema. Según Aristóteles:
“el Consejo examina a los incapaces. Pues es la ley la que ordena que el Consejo examine a los que poseen menos de tres minas y estén impedidos físicamente, de tal manera que no pueden realizar cualquier trabajo. Ordena también que se les entregue del erario público como manutención dos óbolos a cada uno al día”.
Entre estas medidas sociales destacaba el pago de la entrada del teatro a todos los pobres que no se la pudieran pagar. También se hacían cargo de los niños cuyos padres habían muerto en la guerra, pagando su educación en el caso de los varones y concediendo una dote para casarse a las niñas. Esquines nos recuerda las palabras que pronunciaba el heraldo en el teatro:
“El pueblo ha alimentado hasta su mocedad a estos jóvenes cuyos padres murieron en la guerra como hombres valientes. Ahora, tras armarlos con todas estas armas (la panoplia), les despide deseándoles buena suerte para que sigan su propio camino y les invita hoy a los primeros lugares del teatro”.
Aunque la aristocracia de Atenas pareció adaptarse a la democracia, existió siempre una soterrada oposición (estuvieron siempre detrás de todas las interrupciones del sistema durante su existencia), los oligarcas propugnaban siempre una drástica reducción del número de ciudadanos, a la vez intentando limitar los derechos de los pobres.
En el 457-456 a.C. se abrió el acceso al arcontado a la tercera clase de ciudadanos establecida por Solón. El paso decisivo fue la asignación de un sueldo para quienes desempeñaban funciones públicas.
Las ventajas que proporcionaba el imperio a los ciudadanos atenienses, hizo que se promulgase una ley restrictiva de acceso a la ciudadanía, que quedaba limitada sólo a quienes tenían un padre y una madre atenienses, con anterioridad con que el padre fuera ateniense valía para ser ciudadano de pleno derecho.
Para Tucidides la principal diferencia entre Pericles y sus sucesores consiste esencialmente en la distinta relación que mantenían con las masas:
“Pericles las conducía más que dejarse conducir, mientras que aquellos que vinieron después prefirieron el camino de secundar los placeres del pueblo confiándoles por completo la cosa pública”.
En el 411 a. C. se produce un golpe de estado por parte de la aristocracia y dice Tucidides que lo que más le llama la atención es el silencio del demos: la forma en que la democracia pierde repentinamente la voz:
“Así y todo el pueblo se seguía reuniendo, y también se reunía el consejo designado por sorteo, pero no se tomaba ningún acuerdo que no contara con el beneplácito de los conjurados sino que los oradores eran los suyos y los discursos que se pronunciaban eran examinados previamente por ellos. No se manifestaba, además ninguna oposición entre los ciudadanos debido al miedo que le causaban el número de los conjurados. El pueblo no se movía y era presa de un terror tal que quien no sufría violencia, aún sin decir palabra, se consideraba afortunado”.
Tucidides vio un punto crucial de la psicología de la derrota, el repliegue sobre objetivos elementales y obvios, el no sufrir violencia visto ya como una suerte .
En el s. IV el sistema democrático entró en crisis después de la guerra del Peloponeso y se abrió un debate intelectual en torno al sistema político ideal.
Alcidamante, discípulo de Gorgias escribió: “la divinidad nos ha hecho a todos libres, la naturaleza no ha engendrado ningún esclavo”. El reconocimiento de la igualdad de “naturaleza” entre los hombres, es el importante descubrimiento de la sofística.
La influencia de las grandes familias aristocráticas no desapareció con la democracia, aunque sí se limitó mucho su poder de facto, pero siempre estuvieron detrás de las pocas interrupciones que el sistema tuvo en su historia.
La reputación militar continuó siendo durante todo el periodo democrático un elemento fundamental en el currículo de cualquier ciudadano que aspirase a desempeñar puestos de importancia. Se ha calculado que entre las guerras médicas (479 a.C.) hasta la victoria de Filipo en Queronea (338 a.C.) Atenas estuvo en guerra un promedio de dos de cada tres años y nunca disfrutó de una época de paz de más de 10 años consecutivos.
El carácter de la democracia ateniense era imperialista. El ejercicio de la libertad implicaba tan solo una libre capacidad de acción sin importar que estas acciones implicaran el sometimiento de otros. No debemos olvidar que nuestra noción de libertad, que conlleva la reciprocidad absoluta en la acción, proviene de la revolución francesa, y por tanto, no resulta aplicable a la mentalidad griega.
Por primera vez en la historia, un pueblo se hacía cargo de su propio destino. La primera piedra de los derechos universales del hombre estaba colocada en el siglo VI a.C.
¿Qué pensaban los antiguos griegos sobre la democracia ateniense?
Tucídides “La oración fúnebre de Pericles”
“Somos los únicos, en efecto, que consideramos al que no participa de estas cosas (lo público), no ya un tranquilo, sino un inútil, y nosotros mismos, o bien emitimos nuestro propio juicio, o bien deliberamos rectamente sobre asuntos públicos…”
“Pues no es posible que tomen decisiones equitativas y justas quienes no exponen a sus hijos a que corran peligro como los demás.”
“En los asuntos privados todos tienen ante la ley iguales garantías; y es el prestigioso particular de cada uno, no a su adscripción a una clase, sino su mérito personal, lo que le permite el acceso a las magistraturas; como tampoco la pobreza de nadie, si es capaz de prestar un servicio a la patria, ni su oscura condición social, son para él obstáculo”.
Aristóteles “Política”
“El ciudadano sin más por ningún otro rasgo se define mejor que por su participación en la justicia y en el gobierno.”
“Es evidente entonces que la comunidad política mejor es la de clase media, y que pueden tener un buen gobierno aquellas ciudades donde la clase media sea numerosa y muy superior a ambos partidos…”
Eurípides “Las suplicantes”
“Desde la primera palabra te equivocas, extranjero, si buscas aquí un tirano. Pues no manda un solo hombre aquí, sino que es una ciudad libre”.
Solón “Poemas”
“Si habéis sufrido desventuras por vuestra vileza
no culpéis de ellas a los dioses
Pues vosotros mismos los alzasteis concediéndoles armas,
Y por eso caísteis en la odiosa esclavitud”.
Herodoto
“Los atenienses, mientras estuvieron dominados por los tiranos, no fueron superiores a ninguno de sus vecinos en las guerras, pero una vez que se libraron de los tiranos, fueron los primeros con diferencia”.
Bibliografía
El interés por la democracia ateniense ha propiciado que haya muchísima bibliografía sobre el tema. Voy a poner alguna de ella, sin pretender ser exhaustivo. Creo que todos los libros que menciono son fácilmente localizables y la mayoría recientes. Me gustaría aprovechar para agradecer a Alianza Editorial, su política de sacar libros de historia escritos recientemente por autores españoles y a unos precios muy competitivos.
- Barcelo, Pedro y Hernández de la Fuente. David. Historia del pensamiento político Griego: teoría y praxis. Trotta, 2014.
- Bowra C.M. La Atenas de Pericles. Alianza Editorial. Reedición de 2015 (libro editado en su origen en los años 70, sigue siendo un referente para la historia de Atenas).
- Canfora, Luciano. El mundo de Atenas.. Ed. Anagrama. 2014.
- Finley, Moses I. El nacimiento de la política. Ed. Crítica. 1986.
- Gil Fernández, Luis. Sobre la Democracia Ateniense. Clásicos Dikinson. Madrid 2009 (ebook)
- Gómez Espelosín, F. J. Introducción a la Grecia antigua. Alianza Editorial 2014.
- Hornblower, Simon. El mundo griego, 479-323 a.C. Ed. Crítica. 1985.
- Murcia Ortuño, Javier. Atenas: el esplendor olvidado. Alianza Editorial. 2016.
- Murcia Ortuño, Javier. De banquetes y batallas. Alianza Editorial. 2014.
tras cinco años termine de leerlo
ResponderEliminar