LA ALJAMA DE VITORIA
TARBUT SEFARAD
Pasear por Vitoria-Gasteiz es, para quien la conoce bien, un verdadero placer. Con un urbanismo ejemplar, los jardines parecen reinar sobre el asfalto, salpicando de verde toda la ciudad, y el peatón nunca se siente amenazado por el tráfico. A pesar de haber muchos parques, hay uno que destaca entre todos por su bella historia: Judizmendi (el Monte de los Judíos, en euskera).
Judizmendi no es, o mejor dicho, era, otra cosa que el cementerio de la comunidad hebrea vitoriana. Durante años, los estudiosos mantuvieron que la presencia judía en el norte de España fue escasa y casi marginal, aunque gracias a los trabajos de Cantera Burgos, uno de los hebraístas más destacados del siglo XX, esta idea ha quedado en entredicho. Es cierto que las aljamas judías norteñas no podían rivalizar en importancia y tamaño con las del sur, crecidas al amparo de califas y sultanes, pero se puede afirmar que los judíos constituyeron la minoría más importante del norte cristiano, y que su papel dista mucho de haber sido tan marginal como se había supuesto.
Volviendo al tema, Vitoria tuvo la aljama más grande de toda Vasconia, siendo la punta de lanza de las comunidades judías alavesas (un total de 25 pueblos se sabe con certeza que tuvieron moradores judaicos). Vitoria en la Edad Media era un importante cruce de caminos, y parada obligada en la ruta comercial que unía las ciudades de la meseta Norte (productoras de lana) con los Países Bajos e Inglaterra.
Eran buenos tiempos, y entre los siglos XIII y XIV surgen multitud de pequeñas comunidades hebreas en los pueblos por los que pasaba dicha ruta de Flandes
y, debido a su pujanza comercial, pronto empezará a descollar la aljama de Vitoria.
La comunidad vitoriana se asentó en una discreta ubicación urbana, siempre procurando estar en comunidad, en la calle de Nueva Adentro, o de la Judería. No muy lejos de allí, hacia el sureste, se encuentra Judizmendi.
Pero, ¿qué tiene de particular ese lugar? Sencillamente, la promesa que les hizo la ciudad de Vitoria a sus judíos. El 27 de junio de 1492, el procurador del municipio vitoriano pactó con Rabbi Moshé Balid, juez mayor de los judíos, e Ismael Morataez, regidor y procurador de la aljama, un compromiso por el cual se respetaría el cementerio de Judizmendi, de tal modo que no podría ni labrarse su tierra ni construir nada para evitar que se profanasen las tumbas.
Dicho acuerdo siguió en pie hasta el 27 de junio de 1952, 460 años después de la expulsión de los judíos, cuando la Comunidad Israelita de los Bajos Pirineos y las Landas, que por cercanía geográfica al estar su sede en Bayona se consideraba la más directa heredera de los judíos expulsados de Vitoria, liberó al ayuntamiento de dicha ciudad de la obligación de mantener libre de edificios Judizmendi, y permitiéndole disponer libremente de dicho terreno.
Años después, Judizmendi se convirtió en un hermoso parque rodeado de edificios de viviendas. Aunque el compromiso quedase sin valor, Vitoria-Gasteiz lo sigue respetando, pues el corazón del cementerio hebreo sigue aún hoy descansando bajo la hierba fresca del parque, y las risas y los juegos de los niños. El ayuntamiento de Vitoria les dedicó también un monumento, con un versículo de la Biblia (Isaías, 2 - 4) en tres idiomas (euskera, castellano y hebreo):
Y convertirán sus espadas
en rejas de arados,
y sus lanzas en hoces:
no alzará espada
nación contra nación,
ni se ensayarán más
para la guerra.
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