Svante Pääbo, el genetista que quiso ser Indiana Jones
El profesor Pääbo. FRANK VINKENCuando era adolescente, Svante Pääbo buscó en la egiptología el camino para adentrarse en una vida de aventuras. La idea era convertirse en una especie de Indiana Jones nórdico. Pero catalogar restos de vasijas y estudiar jeroglíficos no coincidía con su concepto de la diversión. Pronto supo que buscaba otra cosa. Tras estudiar Medicina, comenzó a investigar las posibilidades del ADN. Y, a principios de los ochenta, tuvo la loca idea de aplicar la biología molecular a las momias que tanto le habían fascinado. Tres décadas más tarde logró reconstruir la secuencia del genoma neandertal, un hito que revolucionaría lo que el ser humano sabe sobre sus orígenes. Precisamente esa “locura” que llevó a Pääbo a un camino nunca antes recorrido es la característica que él considera que nos define como especie.
Para entender los logros de Pääbo (Estocolmo, 1955) y su equipo, es imprescindible hablar de este alargado edificio que en los últimos meses convive con las tiendas de campaña de un campo de refugiados improvisado a pocos metros. Este instituto forma parte de la Sociedad Max Planck, la red de 83 centros de investigación financiada este año con 1.800 millones de euros (dinero principalmente público). ¿Cómo se explica el éxito de este organismo de la Alemania Oriental? El científico —camisa estampada, bermudas, chanclas y calcetines— esboza algunos motivos: con una financiación a largo plazo sin la presión de publicar artículos cada año; la formación de grupos multidisciplinares donde colaboran desde genetistas hasta psicólogos; y la propia historia de Alemania. “Tras la reunificación, el Estado quería invertir en el Este. Además, por el trauma del nazismo, la genética había quedado muy relegada. Así que no partíamos de una tradición previa y fuimos muy libres para diseñar el centro”.
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Una hora de conversación con Pääbo —pronúnciese peebo, apellido herencia de su madre estonia— da para plantearse preguntas fascinantes. Por ejemplo, ¿qué habría pasado si los neandertales no hubieran desaparecido? “¿Estarían en los zoos o en los suburbios de las ciudades? Y si aún conviviéramos con ellos, ¿no existiría esa línea de separación tan clara entre hombres y animales o, por el contrario, seríamos aún más racistas?”, lanza al aire.
A este hombre considerado como fundador de la paleogenética le parece “triste” que el Homo sapiens no conviva con otras especies de humanos primitivos. “No hace tanto tiempo que estamos solos, tan solo unas 1.500 generaciones”, asegura. Y otra duda más: ¿cómo desaparecieron nuestros tatarabuelos lejanos? No lo sabe con certeza, pero la lógica le lleva a pensar que debemos buscar la respuesta en nosotros mismos. “No sé si los matamos, les quitamos los recursos o qué pasó. Pero si hoy los orangutanes se extinguen, es por el hombre. Es razonable pensar que con el Neandertal ocurrió lo mismo”, concluye.
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Fuente:elpais.com | 27 de septiembre de 2016
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