La infancia descubierta. Retratos de niños en el Romanticismo español
Imagen en sala de la exposición “La infancia descubierta”. Foto © Museo Nacional del Prado / Exhibition galleries © Museo Nacional del PradoLa sala 60, “Sala de presentación de colecciones del siglo XIX”, creada para mostrar de forma rotatoria conjuntos de obras de esta centuria elegidos entre sus amplios fondos por su interés y calidad, presenta ahora una selección de de ocho retratos infantiles del período isabelino. Entre ellos destaca el retrato de Raimundo Roberto y Fernando José, hijos de S.A.R. la infanta Josefa Fernanda de Borbón, obra de Antonio María Esquivel adquirida recientemente y que resulta realmente singular en el panorama de la pintura romántica.
Federico Flórez y Márquez. Federico Madrazo y Kuntz (1815-1894). Óleo sobre lienzo, 178,5 x 110 cm. 1842. Madrid, Museo Nacional del Prado. Adquirido en 1952.
Madrid, 18 de octubre de 2016.- El Museo del Prado reúne una selección de ocho obras, fechadas entre 1842 y 1855, que han sido elegidas entre los numerosos retratos infantiles del período isabelino que conserva en sus colecciones, para mostrar al visitante dos de los núcleos más importantes del Romanticismo en España: Madrid y Sevilla. La presentación de esta selección servirá también para presentar por primera vez al público del Museo el apenas conocido retrato de Esquivel incorporado a sus fondos recientemente.
Manuel y Matilde Álvarez Amorós. Joaquín Espalter y Rull (1809-1880). Óleo sobre lienzo, 159 x 126 cm. 1853. Madrid, Museo Nacional del Prado. Adquirido en 1991.
El conjunto de retratos refleja diferentes interpretaciones de la infancia, tema que,durante el Romanticismo, se convirtió en asunto predilecto de los artistas conforme a los nuevos intereses de su clientela.
La idea iniciada en la Ilustración acerca de la infancia como edad con valor en sí misma, y no solo como proyecto de futuro, alcanzó su máxima expresión con el Romanticismo, ya que encarnaba cualidades muy apreciadas como la inocencia, la proximidad a la naturaleza y la sensibilidad no contaminada. Razones por las cuales, las pinturas de niños se convirtieron en encargos frecuentes de la clientela burguesa.
Luisa de Prat y Gandiola, luego marquesa de Barbançon. Vicente López Portaña (1772-1850). Óleo sobre lienzo, 104 x 84 cm. h. 1845. Madrid, Museo Nacional del Prado. Legado de Daniel Carballo Prat, conde de la Pradère, 1933.
Durante este período, los mejores retratos se realizaron en la corte madrileña. Vicente López en su retrato de Luisa de Prat y Gandiola, luego marquesa de Barbançon reproduce aún el modelo clasicista representando a la niña como mujer a pequeña escala aunque la evocación de la naturaleza como lugar asociado a la niñez resulta moderna, lo mismo que en Rafael Tegeo. Sin embargo, este, en Niña sentada en un paisaje, se muestra más fiel a la condición infantil de la retratada. Federico de Madrazo, que alude a los modelos históricos de Velázquez en el retrato de Federico Flórez Márquez, y Luis Ferrant, que recoge la tradición española del Siglo de Oro en Isabel Aragón Rey, por su parte, adaptan este estilo con maestría a las fórmulas académicas del Romanticismo. En el caso de Carlos Luis de Ribera y de Joaquín Espalter la representación de sus modelos se realiza al modo burgués europeo, en parques, el primero en Retrato de niña en un paisaje, y el segundo en Manuel y Matilde Álvarez Amorós.
Retrato de niña en un paisaje. Carlos Luis de Ribera y Fieve (1815-1891). Óleo sobre lienzo, 116 x 95 cm. 1847. Madrid, Museo Nacional del Prado. Donación de María Ascensión Elvira Villanueva e Idígoras, 1915.
Otro núcleo importante del Romanticismo español fue Sevilla, donde se formaron artistas como Antonio María Esquivel y Valeriano Domínguez Bécquer influenciados por la tradición de Murillo y sus atmósferas doradas, sobre las que podían destacar las calidades de sus rostros y manos infantiles, y el retrato británico y su predilección por las actitudes graciosas y fondos naturales.
Niña sentada en un paisaje. Rafael Tegeo Díaz (1798-1856). Óleo sobre lienzo, 111 x 81,5 cm. 1842. Madrid, Museo Nacional del Prado. Adquirido en 1992.
Nueva incorporación a las colecciones del Prado Raimundo Roberto y Fernando José, hijos de S.A.R. la infanta Josefa Fernanda de Borbón, 1855 Antonio María Esquivel (1806-1857) Óleo sobre lienzo. 145 x 103 cm. Adquirido en 2016.
Raimundo Roberto y Fernando José, hijos de S.A.R. la infanta Josefa Fernanda de Borbón. Antonio María Esquivel y Suárez de Urbina (1806-1857). Óleo sobre lienzo, 145 x 103 cm. 1855. Madrid, Museo Nacional del Prado. Adquirido en 2015.
Se trata una obra apenas conocida que se presenta ahora por primera vez al público tras su adquisición en 2016.
Una obra singular en el panorama de la pintura romántica que encarna por sí sola los ideales liberales, de raíz rousseauniana, acerca de la educación libre –adjetivo que aparece inscrito en el collar del perro- defendida por el padre de los niños retratados, el escritor y periodista cubano José Güell (1818-1884), quien en su libro Lágrimas del corazón dedica a su hijo Raimundo un poema, algunas de cuyas estrofas podrían haber inspirado la composición de esta obra: “No te importe vivir en la pobreza./Si puedes aspirar al aire puro./Y ver la luz del sol y la grandeza/De la noche que llena el cielo oscuro/[…] Y no adornes tu frente con laureles./Ni que la luz del sol nunca te vea, /Ridículo, vestido de oropeles/Ni del poder llevando la librea.”
Los protagonistas aparecen representados como pastores arcádicos, vestidos solo con pieles y convertidos en la proclama del liberalismo por su acción de poner en libertad a unos jilgueros.
Ejecutado con un claro sentido escultórico, propio de los últimos años de la trayectoria de Esquivel, este retrato fue elegido por el artista para tomar parte en 1856 en la primera de las Exposiciones Nacionales de Bellas Artes.
Imagen en sala de la exposición “La infancia descubierta”. Foto © Museo Nacional del Prado
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