El Acueducto de Segovia está como un enfermo crónico en estado muy avanzado y grave

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Los sillares del Acueducto de Segovia denotan el desgaste del granito y el deterioro propio del paso del tiempo. / A. de Torre

Los expertos concluyen la necesidad de acometer un «mantenimiento constante» del monumento

El diagnóstico es de un doctor, aunque en ingeniería de minas. Fernando Pedrazuela ha ratificado punto por punto su tesis doctoral sobre la ‘Caracterización petrográfica y petrofísica de la piedra monumental de la provincia de Segovia’, un trabajo que ha realizado en los últimos 25 años y en el que pulsa las constantes vitales del santo y seña del patrimonio segoviano en el mundo, como lo declaró la Unesco. De hecho, «nunca ha dejado de estar en estado crítico en las últimas décadas», añadió en su intervención con motivo de la primera edición de las Jornadas ‘Acueducto de Segovia. Un monumento por y para la ciudad’, organizadas por el Ayuntamiento.

Entonces, ¿hay motivos para la alarma? ¿Está el Acueducto en peligro? Sin caer en la radicalidad del blanco o el negro, la respuesta afirmativa de los expertos abarca una toda escala de grises que enfatiza la gravedad del estado en función de la atalaya desde la que otean el problema. Para Pedrazuela, apenas hay dudas de que el riesgo está y la enfermedad va a más.

En la mesa redonda moderada por el periodista de El Norte de Castilla y presidente de la Asociación de la Prensa de Segovia, Miguel Ángel López, el doctor ingeniero de minas recordó que el monumento ya nació enfermo debido a la «baja calidad del material» usado en la construcción, «propenso al deterioro si está expuesto a la intemperie». El Acueducto se edificó con piedra «parcialmente degradada con grano grueso», con unas características físicas particulares al ser «de gran alteración, deleznable, con poca tenacidad y escasa dureza».

Trabajo en paralelo

Pedrazuela también puso de relieve un dato aportado ya por el historiador y arqueólogo Alonso Zamora en la primera sesión del foro. El granito del monumento bimilenario «ha perdido unos cinco centímetros de grosor» en las últimas décadas. El doctor ingeniero de minas, a partir del estudio geológico y de la observación de la construcción, se atreve a localizar esa erosión «en los últimos cincuenta años».

Desde la atalaya de la restauración y conservación de los bienes culturales, Carlos Sanz, licenciado en Bellas Artes por la Complutense, Carlos Sanz, también izó una bandera roja simbólica por el riesgo y la amenaza que acechan al Acueducto. A la hora de buscar una cura para el enfermo, restó importancia a la tramitación de planes directores que apenas poseen una aplicación práctica, aunque admitió la necesidad de su redacción y elaboración por la «obligatoriedad administrativa» que pende sobre la conservación del patrimonio mundial. Sin embargo, sí confió en el trabajo «en paralelo» de los especialistas y las administraciones «sin eternizarnos en planes».

Sanz, quien intervino de manera activa en varios informes que se desarrollaron para el Ayuntamiento de Segovia sobre la conservación del Acueducto entre los años 2004 y 2007 y 2011, puso el dedo en la llaga de la consolidación del monumento, «un tema que apenas se ha abordado». Instó a ensayar técnicas y productos de penetración para apuntalar la edificación, con independencia de los planes de gestión que se puedan elaborar. «El mal es quedarse esperando», lamentó.

Decibelios degradantes

El experto pidió que se sigan haciendo estudios a favor del mantenimiento y conservación de Acueducto, amén de vigilar constantemente el estado de salud del bien y de sancionar las prácticas que ya están prohibidas y que son potenciales peligros para la integridad del monumento icónico de Segovia. Por ejemplo, los vehículos que estacionan a los pies del Acueducto.

«Es una lucha contra el tiempo», sentenció por su parte Fernando Pedrazuela, quien alertó de que «una grieta significa una ventana a la agresión, y la degradación se va a acelerando». El doctor ingeniero en minas colocó en el punto de mira de ese deterioro la exposición del Acueducto a un exceso de decibelios cuando se organizan eventos multitudinarios a sus pies.

Las vibraciones del ruido de los conciertos, espectáculos o del tráfico que circula pegado a la arcada son amenazas constantes para la consolidación citada por Carlos Sanz. «Cuando Segovia baila en el Azoguejo, también baila el Acueducto y con más energía de vibración, lo que aumenta la degradación habilitando ventanas para el hielo o para los óxidos nitrosos o sulfurosos», advirtió Pedrazuela, quien demandó con urgencia «un diagnóstico que a su vez implique acciones».

«Riesgo de colapso»

«Existe un riesgo de colapso», insistió el doctor especialista en ingeniería de minas. Las dovelas de los arcos principales –expuso en la mesa redonda– están apoyadas sobre superficies de escasos centímetros, por lo que podría existir un peligro estructural importante si el arco tuviera un reparto diferente de fuerzas. De hecho, indicó que la desagregación, unida a la pérdida de materiales, ha debilitado la estructura de manera que hay zonas en la que superficie sobre la que se apoyan ha quedado reducida al 20% con respecto a lo que era originariamente.

Si antaño eran estructuras que podían soportar unos mil kilos por centímetro cuadrado, ahora habrá piezas que dudosamente se llegue a los 140 kilogramos, apuntó Fernando Pedrazuela en su intervención, quien de todos modos tranquiliza su mensaje al refrendar que no hay peligro de derrumbe a día de hoy.

Fuente: El Norte de Castilla

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Historia y Arqueología. Publicación digital de divulgación cultural.

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