AHORA JUGANDO AL ESCONDITE
Titulamos así en alusión a una entrada anterior de Voluntad, Jugando al Parchís con la historia. Aunque los [ir]responsables municipales y autonómicos estén, a lo mejor, jugando a las prendas. O al Monopoly.
Hace décadas que en nombre de la arqueología se perpetran fechorías en Gijón y en toda Asturias. En la actualidad, la FSA/PSOE está utilizando la arqueología (y hasta redefiniéndola, pues la etnografía no es exactamente la misma disciplina) para apuntalar su red caciquil en el occidente de Asturias, como ha saltado a la luz con el asalto al Museo Etnográfico de Grandas de Salime y el cese de su impulsor José Naveiras, Pepe el Ferreiro. Al frente de la institución asaltada –e inmediatamente deteriorada– han puesto a un foriato de sus filas, Francisco Cuesta Toribio. El intruso había dejado rastro en Gijón; rastro que sigue hoy La Nueva España.
Atentado contra el patrimonio arqueológico
Halladas en el búnker de la Campa Torres más de 20.000 piezas de las excavaciones
El ex director del yacimiento y actual responsable del Museo de Grandas atribuye a la gerencia del parque el mal estado del material encontrado
Oviedo, M.S. MARQUÉSEl grueso de los materiales procedentes de las excavaciones de la Campa Torres de Gijón, un conjunto de más de veinte mil piezas, entre las que se encuentran bronces, cerámicas y otros elementos exhumados de las construcciones castreñas, fue localizado hace unos meses en una especie de zulo clausurado en la zona del antiguo búnker del actual museo.El paradero de una parte importante de la colección procedente de las excavaciones de la Campa era una de las incógnitas más comentadas del mundo de la arqueología asturiana, si bien nunca se cursó denuncia alguna que pudiera arrojar pistas sobre su localización.Las excavaciones del yacimiento castreño de la Campa, dirigidas por el fallecido José Luis Maya y por Francisco Cuesta, actual director del Museo Etnográfico de Grandas de Salime, se iniciaron a mediados de los años ochenta para finalizar a finales de los noventa. En ese tiempo ambos firmaron diferentes artículos dando a conocer la tipología del yacimiento. En alguno de ellos se hace el estudio de piezas cuyo paradero se desconoce aún hoy, como es el caso de las ánforas.Francisco Cuesta niega cualquier responsabilidad sobre lo sucedido, aludiendo a los más de diez años que lleva sin pisar la Campa Torres. «Hace mucho que no voy por allí, casi milenios, por tanto no sé qué se hizo con los materiales que depositamos en una especie de almacén. Estaban en perfecto estado y recogidos en bolsas y cajas», declaró a LA NUEVA ESPAÑA. A Cuesta no le sorprendió el hallazgo porque «sabía que estaban allí», lo que el arqueólogo dice desconocer es el estado en que se encontraron, responsabilidad que atribuye a la actual directora de Museos del Ayuntamiento de Gijón, Paloma García.Los cientos de cajas con las piezas de la Campa se localizaron tras descubrir una puerta que se encontraba oculta tras un armario. Una vez abierta, la escena que ofrecía no era la propia de un depósito arqueológico, sino más bien cientos de cajas apiladas y revueltas que llenaban la totalidad del espacio. La humedad y el abandono hicieron el resto, pudriendo etiquetas y deshaciendo paquetes, con el consiguiente perjuicio para la clasificación y contextualización de los materiales.Paloma García, que lleva la gestión del parque de la Campa Torres desde el año 2000, desconocía el paradero de las piezas. «Me ocupo del parque, pero los responsables de los materiales procedentes de una excavación son los arqueólogos que la dirigen, así lo recoge la ley de Patrimonio». «Ellos son los responsables hasta que hacen la entrega y en este caso ni el Ayuntamiento de Gijón ni la Consejería de Cultura tenían constancia de su entrega».La responsable del parque afirma que los arqueólogos no dieron parte oficial del depósito a ninguna institución, como era su obligación. Paloma García asegura que el Ayuntamiento de Gijón es especialmente cuidadoso con las colecciones arqueológicas, de las que siempre se hace un inventario para después, en la mayoría de los casos, hacer un seguro a las piezas. Pone como ejemplo las procedentes de las excavaciones de la fábrica de salazones, de Veranes o Cimadevilla, yacimientos cuyas colecciones se custodian en las mejores condiciones, tras ser depositadas por los responsables de la excavación.Las piezas ahora localizadas son de vital importancia para situar cronológicamente el yacimiento, aunque la falta de clasificación las descontextualiza e impide saber su localización estratigráfica. Las excavaciones de la Campa fueron paralizadas en 1996 por Cultura tras evaluar un informe técnico que revelaba graves incorrecciones en la forma de desarrollar el trabajo, denunciadas por la Junta de Excavaciones.
Lo de la desaparición de fondos museísticos tiene antecedentes. Sin necesidad de remontarnos al saqueo sistemático perpetrado por los socialistas entre 1934 y 1937, la etapa postfranquista da para mucho. Como aquel anunciado museo de la historieta (los cursis dicen cómic) cuyos fondos, algunos únicos, desaparecieron misteriosamente en la época en que el socialista Francisco Villaverde Suárez (el que confundía al masonazo del General Evaristo Fernández San Miguel con el Arcángel San Miguel) era concejal de Cultura (oh la la, la culture) del Ilustre Ayuntamiento de Gijón. (Luego fue diputado autonómico, y hace dos meses volvió a los titulares por sus, ejem, habilidades al volante inmediatamente sucesivas a sus habilidades en la barra del bar).
¿No habrá llegado el momento de jugar a policías y ladrones?
https://voluntad.wordpress.com/2010/04/21/ahora-jugando-al-escondite/
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