El yacimiento de Santa Criz desvela los secretos de la vida de una ciudad romana en Navarra entre los siglos I y V

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Las personas aficionadas a la arqueología podrán visitar a partir de este martes el yacimiento de Santa Criz, recientemente declarado Bien de interés Cultural y en el que se recogen los secretos de la vida de una ciudad romana en Navarra entre los siglos I y V.

Las obras de excavación y adecuación para la visita pública de los restos arqueológicos de esta ciudad romana, ubicada en Eslava, y floreciente entre los citados siglos, han sido formalmente inauguradas con la presencia de La consejera de Cultura, Deporte y Juventud, Ana Herrera; la consejera de Desarrollo Rural, Medio Ambiente y Administración Local, Isabel Elizalde, y el alcalde de la localidad, Ignacio Barber.

Tras la consolidación de las ruinas arqueológicas, de las que destacan tres columnas puestas en pie, se han acondicionado también zonas para el acceso y circulación de visitantes. A partir de ahora se puede realizar un recorrido a través de los restos del foro mediante un sendero interpretativo autoguiado, con paneles informativos que ilustran sobre la ciudad, su territorio, los espacios públicos, los restos monumentales recuperados y las costumbres funerarias, dentro de un atractivo entorno natural.

Si bien se desconoce su nombre latino original, la condición urbana de este yacimiento arqueológico ha quedado siempre clara por la monumentalidad de sus restos y la abundancia de vestigios epigráficos, los más numerosos de Navarra.

Conocida ya desde 1917, la ciudad romana ha sido objeto de diversas excavaciones durante la década de los 90 del siglo pasado y hasta la actualidad, y especialmente entre los años 2006 a 2015, a partir de la redacción del Plan Director en 2005-2006 que perseguía la recuperación de la ciudad y supuesta en valor.

Durante esos años, los trabajos arqueológicos han supuesto una inversión de 717.390 euros, de los cuales 500.000 se han gestionado merced al convenio suscrito entre la Dirección General de Cultura, la Fundación para la Conservación del Patrimonio Histórico de Navarra y el Ayuntamiento de Eslava, dentro de las iniciativas culturales vinculadas a la construcción de la Autovía A-21 Autovía del Pirineo, patrocinadas por la UTE Autovía del Pirineo, S.A.


LA INTERVENCIÓN ARQUEOLÓGICA

La intervención arqueológica ha exhumado los restos parciales de dos de las zonas más importantes de la ciudad. De una parte el foro, o plaza pública, la zona más noble de la ciudad, donde tiene lugar la vida comercial, jurídica y religiosa y donde se ubican las galerías laterales y el espacio abierto central.

En esta zona se ha accedido sobre todo al criptopórtico o galería semisubterránea septentrional creada con objeto de resolver la pendiente del terreno sobre el cual se construyó el foro y que recibe el derrumbe de la columnata que circundaba el foro y posiblemente también del edificio que estaba construido sobre él.

De estos derrumbes se han recuperado restos de tres esculturas, entre las que destaca el cuerpo de un togado en mármol, de tamaño natural, así como once capiteles de estilo corintio. Se sabe que el mármol con el que fue esculpido el togado no procedía de Hispania, sino probablemente de Italia. Hay, asimismo, una segunda estatua de mármol muy fragmentada y de un tamaño mayor al natural, que corresponde a un emperador divinizado.

En las excavaciones realizadas en el foro han aparecido, asimismo, numerosos elementos arquitectónicos como fustes de columnas, pilas, sillares con diferentes molduras y estucos, decoración pictórica en la que se aprecian fundamentalmente geometrías y florecillas. Se trata de colecciones muy interesantes realizadas con pigmento rojo pompeyano, negro, verde, e incluso azul, un color que no era fácil de conseguir en la época y que se traía desde Oriente o Egipto, lo que denota ya la riqueza de la villa.

La otra zona excavada es la necrópolis o cementerio de la ciudad, donde se han descubierto los restos de las incineraciones que allí se practicaban, y sus mausoleos monumentales, uno de los cuales ha sido reconstruido parcialmente a partir de los elementos arquitectónicos descubiertos en la excavación.

En la necrópolis se han encontrado también algunos objetos de la vida domestica: abundantes agujas de pelo, urnas funerarias (pequeñas vasijas de cerámica roja con una pequeña asa, de unos 25 cm de alto) de las cuales la mayoría están rotas, aunque había una de ellas completa; restos humanos y muy pocos ajuares (los romanos, frente a otros pueblos como por ejemplo los egipcios, no enterraban a las personas difuntas con sus pertenencias). Sí apareció un pequeño anillo, y esto sí, muy a menudo, monedas dejadas allí para pagar los servicios de Caronte, el barquero, quien llevaba las almas al inframundo.

También aparecen restos de combustión, que permiten conocer cómo la cremación no se producía dentro del propio mausoleo sino fuera de él, y luego se trasladaban los restos a la necrópolis con parte de la pira.

Se aprecian, asimismo, restos de libaciones, rituales religiosos o ceremonias que consistían en la aspersión de una bebida en ofrenda a los muertos a través de un orificio sobre los restos de los difuntos, para agasajarlos. Los líquidos ofrecidos en las libaciones eran variados, normalmente de vino, leche, miel, aceite o incluso agua pura. Fue muy practicada en la religiones de la Antigüedad, entre ellas la griega, romana y judaica.


RESTOS DE CALZADA E INSCRIPCIONES

Las arqueólogas que han trabajado en esta obra saben que la ciudad tiene una vía, una calzada, no encontrada aún físicamente, de la que sí han encontrado, sin embargo, materiales asociados a ella, como los miliarios o postes kilométricos, colocados a modo de columnas en los que hay inscripciones que explican que un determinado emperador encargó su construcción o su reparación, y en el que se deja constancia también de todos sus títulos honoríficos.

En los dos miliarios aparecidos en Santa Criz se habla de la reparación de la calzada en el siglo III, y se cita como promotores de la obra a Probo, en uno de ellos, y a Máximo y Maximino, en el otro.
Otra inscripción aparecida entre las ruinas alude a la presencia en la ciudad de un "dispensator público". Se trata de un cargo municipal o funcionario imperial que se dedicaba a gestionar minas, puertos y el reparto de granos. El hecho de que aparezca este cargo publico en la ciudad romana también habla de su importancia.

Otra inscripción sólo de tres letras en la necrópolis permite saber que el mausoleo pertenecía a la familia de los Calpurnios.


EL CASTRO VASCÓN ANTERIOR A LA VILLA ROMANA

Santa Criz ofrece una enorme riqueza por varios motivos, uno de los cuales es, sin duda, la presencia también en el lugar del castro vascón, el poblado indígena que dio origen a la ciudad romana posterior. El castro está muy bien conservado. Solo la topografía, permite ver que era un poblado tipo al que se conserva en Las Eretas, con viviendas adosadas a la muralla y una calle central.
El yacimiento tiene una vida muy larga, desde el siglo I al siglo V, si bien, según fuentes escritas pudo tener un hábitat en la época medieval, ya que en su entorno no sólo hay un pueblo vascón, sino también una torre de señales y los restos de una iglesia. Todo permite prever que los restos allí ubicados permitirán encontrar arquitecturas y materiales de gran valor histórico durante muchos años.

Fuente: eldiario.es | 6 de septiembre de 2016

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Historia y Arqueología. Publicación digital de divulgación cultural.

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