EL CAUDILLO BEBIÓ DEL SANTO GRIAL PARA HACERSE INMORTAL
DIARIO DE LEÓN
LA HISTORIA DE LA COPA DE LA ÚLTIMA CENA
Franco bebió del Santo Grial en León
Días antes de la llegada del dictador en 1964, Viñayo publica que el cáliz de Doña Urraca es la Copa de Cristo
Fanático de las reliquias, Franco bebió en León del Santo Grial el
domingo 12 julio de 1964. El dictador había viajado la víspera a la
ciudad con motivo de la celebración del sexto Congreso Eucarístico
Nacional y se alojó en San Isidoro. En el salón del Pendón cenó con
media docena de ministros (incluido el del Movimiento), así como altos
cargos militares y eclesiásticos y una nutrida representación de la
sociedad leonesa leal al régimen.
Al día siguiente, Franco encabezó junto a su mujer, Carmen Polo, el cortejo hasta el paseo de Papalaguinda, donde se había instalado un gran altar de veinte metros. Para la misa, en la que se retransmitió un ‘radio-mensaje’ del papa Pablo VI, la Catedral prestó el carro triunfante construido por Antonio de Arce en 1578, que sirvió para trasladar la custodia con la hostia consagrada.
En la ceremonia, oficiada por el cardenal Landázuri y en la que Franco comulgó, se utilizó el cáliz de Doña Urraca. Medio siglo después, los historiadores Margarita Torres y José Miguel Ortega han descubierto que es la misma copa que usó Cristo en la Última Cena, según publican en el ensayo Los reyes del Grial (Editorial Reino de Cordelia).
Curiosamente, tres meses antes de la llegada a León del dictador, el 26 de marzo de 1964, Antonio Viñayo publica en el diario Proa un artículo titulado ‘El cáliz de Doña Urraca y el cáliz de la Santa Cena’, acompañado no sólo por la fotografía del Santo Grial de San Isidoro, sino por el de Valencia, que hasta hace unas semanas se consideraba la Copa de Cristo.
Primeras sospechas
Explica Viñayo que fue el arqueólogo y catedrático de la Universidad de Zaragoza Antonio Beltrán, fallecido en 2006, quien primero encontró «sorprendentes analogías arqueológicas» entre el Santo Grial y el cáliz de Doña Urraca, «y el primero que las utilizó en favor de la autenticidad del Cáliz de la Cena». «Así resulta que la copa de piedra del Santo Grial (anterior en uno o dos siglos a Jesucristo) bien pudo ser utilizada en la cena del Señor. Después, cuando en la Edad Media se introdujo la costumbre de engarzar antiguas copas romanas —costumbre documentada a través de otras muchas existentes— con chapas de oro y plata, adquirió el Santo Cáliz su forma actual», añade en su artículo el que fuera abad de la colegiata de San Isidoro, fallecido hace dos años.
Presumiblemente, Franco sabía cuando estuvo en León que el de Doña Urraca no era un cáliz más. Del mismo modo, ‘bajo palio’, entró en la Catedral y el obispo le dio a besar el Lignum Crucis (astilla de la cruz de Jesús). Franco, en una ceremonia medieval, recibió el hábito de la cofradía del Milagroso Pendón de San Isidoro. Días antes de su llegada a León, Proa publica otro reportaje sobre el cáliz de Doña Urraca en el que Ángel Suárez Ema, cronista de la ciudad, aifrma que la copa está recubierta «de oro purísimo. El señor Romero, contrastador de la Casa de la Moneda, a quien acompañé en la visita al Tesoro en 1951, afirmó que este oro alcanzaría los veinticinco quilates». Ema cita el libro Viaje santo, escrito en 1572 por Ambrosio de Morales, donde cuenta la leyenda de que el cáliz fue encontrado en el sepulcro de San Isidoro.
En otros artículos y libros Viñayo sostendría la misma teoría que Torres y Ortega, que el cáliz de Doña Urraca es el Santo Grial. Algo que los dos historiadores han podido probar ahora, gracias a la providencial aparición de dos pergaminos del siglo XIV localizados en la biblioteca de la Universidad de Al-Azhar, fundada en el año 975. Los manuscritos relatan que el Santo Grial permanece en Jerusalén hasta el siglo XI. Lo recibe en 1054-55. Fernando I El Magno, rey de León, como un regalo del emir de la taifa de Denia, a quien le conviene tener buenas relaciones con el monarca más poderoso de la Hispania cristiana. Al emir de Denia se lo había entregado el califa fatimí de Egipto.
El Santo Grial lleva a la vista mil años en San Isidoro. Actualmente, el Cabildo de la Colegiata estudia fuertes medidas de seguridad para exponer la Copa de Cristo como un unicum.
Al día siguiente, Franco encabezó junto a su mujer, Carmen Polo, el cortejo hasta el paseo de Papalaguinda, donde se había instalado un gran altar de veinte metros. Para la misa, en la que se retransmitió un ‘radio-mensaje’ del papa Pablo VI, la Catedral prestó el carro triunfante construido por Antonio de Arce en 1578, que sirvió para trasladar la custodia con la hostia consagrada.
En la ceremonia, oficiada por el cardenal Landázuri y en la que Franco comulgó, se utilizó el cáliz de Doña Urraca. Medio siglo después, los historiadores Margarita Torres y José Miguel Ortega han descubierto que es la misma copa que usó Cristo en la Última Cena, según publican en el ensayo Los reyes del Grial (Editorial Reino de Cordelia).
Curiosamente, tres meses antes de la llegada a León del dictador, el 26 de marzo de 1964, Antonio Viñayo publica en el diario Proa un artículo titulado ‘El cáliz de Doña Urraca y el cáliz de la Santa Cena’, acompañado no sólo por la fotografía del Santo Grial de San Isidoro, sino por el de Valencia, que hasta hace unas semanas se consideraba la Copa de Cristo.
Primeras sospechas
Explica Viñayo que fue el arqueólogo y catedrático de la Universidad de Zaragoza Antonio Beltrán, fallecido en 2006, quien primero encontró «sorprendentes analogías arqueológicas» entre el Santo Grial y el cáliz de Doña Urraca, «y el primero que las utilizó en favor de la autenticidad del Cáliz de la Cena». «Así resulta que la copa de piedra del Santo Grial (anterior en uno o dos siglos a Jesucristo) bien pudo ser utilizada en la cena del Señor. Después, cuando en la Edad Media se introdujo la costumbre de engarzar antiguas copas romanas —costumbre documentada a través de otras muchas existentes— con chapas de oro y plata, adquirió el Santo Cáliz su forma actual», añade en su artículo el que fuera abad de la colegiata de San Isidoro, fallecido hace dos años.
Presumiblemente, Franco sabía cuando estuvo en León que el de Doña Urraca no era un cáliz más. Del mismo modo, ‘bajo palio’, entró en la Catedral y el obispo le dio a besar el Lignum Crucis (astilla de la cruz de Jesús). Franco, en una ceremonia medieval, recibió el hábito de la cofradía del Milagroso Pendón de San Isidoro. Días antes de su llegada a León, Proa publica otro reportaje sobre el cáliz de Doña Urraca en el que Ángel Suárez Ema, cronista de la ciudad, aifrma que la copa está recubierta «de oro purísimo. El señor Romero, contrastador de la Casa de la Moneda, a quien acompañé en la visita al Tesoro en 1951, afirmó que este oro alcanzaría los veinticinco quilates». Ema cita el libro Viaje santo, escrito en 1572 por Ambrosio de Morales, donde cuenta la leyenda de que el cáliz fue encontrado en el sepulcro de San Isidoro.
En otros artículos y libros Viñayo sostendría la misma teoría que Torres y Ortega, que el cáliz de Doña Urraca es el Santo Grial. Algo que los dos historiadores han podido probar ahora, gracias a la providencial aparición de dos pergaminos del siglo XIV localizados en la biblioteca de la Universidad de Al-Azhar, fundada en el año 975. Los manuscritos relatan que el Santo Grial permanece en Jerusalén hasta el siglo XI. Lo recibe en 1054-55. Fernando I El Magno, rey de León, como un regalo del emir de la taifa de Denia, a quien le conviene tener buenas relaciones con el monarca más poderoso de la Hispania cristiana. Al emir de Denia se lo había entregado el califa fatimí de Egipto.
El Santo Grial lleva a la vista mil años en San Isidoro. Actualmente, el Cabildo de la Colegiata estudia fuertes medidas de seguridad para exponer la Copa de Cristo como un unicum.
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