El arqueólogo egipcio Zahi Hawass no cree que la tumba de Cleopatra se encuentre en las ruinas de Taposiris Magna

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Zahi Hawass, en su oficina. FRANCISCO CARRIÓN

Los años no pasan por Zahi Hawass, el egiptólogo más mediático de la tierra de los faraones. El ex ministro de Antigüedades egipcio conserva una agenda repleta de compromisos y actos y un ego que suscita tanta fascinación como odio. A sus 68 años, retirado de la primera línea y dedicado a viajar y escribir libros, Hawass ya no amenaza con volver al ministerio y parece haber superado el tiempo en el que padecía los rigores de sentirse un faraón destronado."Bajo ningún concepto regresaría al ministerio. Tengo muchas cosas que hacer: escribir libros, viajar alrededor del mundo y traer turistas a Egipto", replica Hawass desde su oficina, sepultado entre libros.

Hace unos meses presentó en El Cairo su último volumen, "Escaneando a los faraones" (Universidad Americana de El Cairo), una obra en la que repasa el estudio que él mismo lideró para examinar las momias de la familia real entre las dinastías XVIII y XX a partir del uso de nuevas tecnologías como la tomografía axial computarizada y los análisis de ADN."Es un libro que proporciona información nueva y relevante sobre momias reales como la reina Hatshepsut (1478-1458 a.C.), hallada en la tumba KV60 del Valle de los Reyes. Un diente nos llevó hasta ella", relata entusiasmado Hawass. Su mayor éxito hasta la fecha fue trazar el árbol genealógico de Tutankamón, el "rey niño" cuyo ajuar le ha granjeado una alargada fama. "Descubrimos a través de estas técnicas que su padre era Ajenatón y que la reina Tiyi era su abuela. Fue realmente sorprendente. Jamás imaginé que el ADN podría relevar tales secretos", confiesa el arqueólogo.

Detalles de la oficina de Hawass. FRANCISCO CARRIÓN

Los resultados de la investigación -publicada a principios de 2010 junto a la constatación de que la malaria y una enfermedad ósea provocaron la muerte prematura de Tutankamón- han alentado ahora una nueva fase del proyecto. "Quiero recuperar la iniciativa. Vamos en busca de la madre de la reina Nefertiti. Sospecho que podría ser la momia hallada en la KV21. La estamos estudiando a partir de su hermana Mutbenret. También someteremos a examen a las momias de Ramsés II y sus parientes. Es el mismo equipo que ya averiguó las causas del fallecimiento de Tutankamón", relata Hawass sin perder el resuello.

Crítico con la imagen que se ha dado de Egipto

Durante los últimos meses, ha mantenido una posición muy crítica en contra de la teoría de Nicholas Reeves que defiende la existencia de una cámara oculta en la tumba de Tutankamón que pertenecería a la esquiva reina Nefertiti. El cambio de rumbo en el ministerio de Antigüedades ha enfriado una búsqueda que concitó todos los focos y terminó generando un incómodo circo mediático. "En los últimos cinco años el ministerio no ha hecho arqueología. Se han perdido muchos objetos por excavaciones ilegales y la máscara de Tutankamón resultó dañada por una chapuza", resume el arqueólogo."Lo de máscara -subraya- fue terrible. El ministro demostró que no era capaz de proteger los monumentos. Luego se trajo a un extranjero para repararla. Si el daño fue causado por un egipcio, tendría que haberlo restaurado también un egipcio. Los hay buenos". "Se lanzó el mensaje de que somos estúpidos. Y no los somos", denuncia el ex ministro, que se considera todavía hoy el guardián del vasto y formidable patrimonio faraónico.Hawass cambia el gesto cuando recuerda la desaparición de 157 piezas arqueológicas de los almacenes de Saqqara, al sur de El Cairo, durante el traslado de algunos objetos al Gran Museo Egipcio que se construye a un tiro de piedra de las pirámides de Giza. "¿Cómo pudo pasar algo así? En mis tiempos jamás habría sucedido", asevera preocupado por las obras del nuevo museo, un proyecto que lanzó durante su mandato y que acumula años de retraso. "Estaba previsto abrirlo en 2015 pero se necesitan 70 millones de dólares para concluirlo. Habría que lanzar una campaña de recaudación a nivel mundial y evitar que sea controlado por los egipcios. Tiene que abrirse una competición internacional para dirigir la institución".

Zahi Hawass examina unos documentos en su oficina. FRANCISCO CARRIÓN

Una de las acciones que Hawass considera un hito de su tiempo al frente del ministerio es la campaña internacional para repatriar miles de piezas extraídas ilegalmente de la tierra de los faraones. "Desde 2002 hasta 2010 recobramos unos 6.000 objetos y concienciamos a la gente. Ahora no hay un proyecto similar", lamenta tras denunciar el calamitoso estado en el que se encuentra sumido el museo de Antigüedades de El Cairo, en la céntrica plaza Tahrir. "Es oscuro y hay polvo por todas partes. Recuerdo que hace un tiempo un mujer se me acercó llorando. Me dijo que no recordaba un museo tan polvoriento y tétrico y con los aseos tan sucios".

Convencido de que la mayoría de los tesoros aún esperan bajo las arenas del desierto, Hawass se ha vuelto -sin embargo- más descreído. Ya no tiene fe, por ejemplo, en que la sepultura de Cleopatra se halle en las ruinas de Taposiris Magna, a unos 45 kilómetros al oeste de la ciudad mediterránea de Alejandría. "Es una buena excavación. Kathleen Martínez [una arqueóloga y abogada dominicana que excava el lugar desde 2005] está haciendo un buen trabajo y ha encontrado muchas cosas interesantes. Ella confía aún en hallar allí a Cleopatra pero yo no. ¿Dónde puede estar? Quizás en una tumba cerca de su palacio, que se encuentra bajo las aguas. O tal vez Martínez esté en lo cierto. Habrá que seguir esperando".

Fuente: El Mundo / Francisco Carrión

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Historia y Arqueología. Publicación digital de divulgación cultural.

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