La dominación musulmana en Vasconia

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La Arqueología ha comprobado recientemente algo poco conocido, el periodo musulmán de Pamplona, en los inicios de la Edad Media. Sigue habiendo un periodo my poco conocido de la historia pamplonesa: el lapso de tiempo entre el imperio romano, y lo inicios del reino cristiano de Pamplona. En ese periodo se suceden en la Península Ibérica el reino visigodo peninsular, y los primeros siglos de dominación musulmana. Hasta época reciente, la gran mayoría de los datos sobre los dos primeros siglos de la llegada del Islam a Navarra y Pamplona procedían de fuentes documentales, fundamentalmente musulmanas.

El inestable s. VIII
El s. VIII se caracteriza por intentos infructuosos del poder musulmán por garantizar el dominio permanente de la ciudad.
Es un rasgo común a todo el siglo, tanto durante la inestable época del waliato (711-756), como en la época de Abd al-Rahman I, y en los primeros tiempos de la creciente influencia de los Banû Qâsi (la poderosa familia que dominará o influirá decisivamente en el alto Valle del Ebro durante todo este periodo)
Hay breves periodos de dominio in situ mediante funcionarios musulmanes y presencia de guarnición y población de origen básicamente bereber. Lo más frecuente es que las élites locales rijan la ciudad. En unas fases se respetan los ahd o pactos con el wali, o con el emir. Es un sometimiento a menudo sólo relativo y a regañadientes. Y en periodos de rebeldía, el territorio es castigado con sucesivas aceifas o razzias del poder musulmán, con nuevos pactos a los que sigue otro periodo poco duradero de aparente tranquilidad.

Entre francos y el Islam, el s. IX
En el s. IX, el reino franco intenta un proceso similar al que desarrollo en el otro extremo del Pirineo con la geografía catalana. En el 806, los pamploneses son recibidos “in fidem” en el seno del imperio carolingio.

Uno de los rasgos de los inicios del siglo será el debate entre las élites dominantes entre acercarse al poder carolingio, o renovar el pacto o ahd con Córdoba. Pero en el 816, la derrota de una coalición pamplonesa-carolingia de la batalla del río Arum, y la muerte del comes o conde Velasco, parece representar el fracaso de la opción carolingia.
El resto del siglo refleja la dependencia política respecto a los Banû Casi (parientes de la élite dirigente pamplonesa, los Arista), especialmente en el periodo de la gran figura de Musa ibn Musa. Ligará los destinos de la zona a los vaivenes de la relación entre Banû Casi y Córdoba, oscilando entre rebeliones, y las consiguientes aceifas (que suponen la ruina cíclica de la ciudad y la destrucción de su fortaleza pamplonesa de Sajra Qais), o la colaboración incluso con Córdoba.

El desgaste de la indefinición de esta política que sufren los Arista permite el ascenso de la familia Jimena. Gracias a la figura de Sancho Garcés, que logra la definición definitiva del reino cristiano de Pamplona en el 905. Y cambió la tendencia, defensiva a ofensiva: el inicio de la reconquista y recuperación del control de territorios, y el alejamiento del dominio directo musulmán de la cuenca de Pamplona.

Las novedades aportadas por la Arqueología
Desde el s. XIX, el único dato aportado por la arqueología se limitaba a varios enterramientos cristianos con anillos que llevaban caracteres cúficos. Se aventuraba una pequeña ciudad cristiana que mantenía los restos de la estructura administrativa de época romana, con obispo, y a lo sumo presencias temporales de una autoridad musulmana y tropas, pero sin constatación material de una fase islámica de la urbe.
Pero las intervenciones arqueológicas en la última década en la ciudad, con motivo de obras públicas municipales, han cambiado el panorama:

a) En el centro histórico, en la plaza del Castillo, se ha localizado una gran maqbara, una necrópolis musulmana de más de ciento noventa enterramientos, en los que se identifican hombres, mujeres y niños, de distintas edades.
Es posiblemente la mayor del N de la península. Su cronología parece centrarse sobre todo en el s. VIII. Estaba ubicada extramuros, próximo al frente oeste del supuesto amurallamiento de la ciudad. Las alineaciones, la discreta densidad de la necrópolis, apuntan a un periodo de uso no excesivamente largo.
Las tumbas responden al modelo islámico tradicional: fosa simple, enterramiento individual, cadáver depositado en decúbito lateral derecho, orientado NE-SW. Detalles de marcas y modificaciones en los dientes de algunos de los enterramientos los identifican muy probablemente con rasgos propios de poblaciones bereberes.

b) En la rehabilitación del Palacio del Condestable se ha descubierto una necrópolis de época visigoda, con varios enterramientos que incluyen anillos con caracteres cúficos. Estos anillos con textos del Corán en una necrópolis cristiana abundarían quizás en las estrechas relaciones entre élites dirigentes N – S, entre los Arista y los Banu-Qasi? Indicarían el uso como muestra de prestigio o relación con el poder musulmán? Es difícil saberlo.

Lo hallado parece apuntar a un periodo, no demasiado largo, de dominio musulmán de la ciudad, anterior sin duda al año 905, y que duró pocas generaciones. Sin edificios asociables (tal vez reutilizaron edificios previos, pero apenas tenemos  huellas de los de época inmediatamente anterior) y con muy pocos restos de la cultura material, falta mucho para poder tener claro este periodo, pero las novedades arrojan ya una luz sobre esta desconocida fase de la ciudad. Esperemos que futuras intervenciones arqueológicas descubran nuevos datos.

Fuente: www.historiayarqueologia.com

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Historia y Arqueología. Publicación digital de divulgación cultural.

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