Un Arte diferente en el Antiguo Egipto

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A diferencia de otras civilizaciones antiguas, los egipcios no solían representar sus  costumbres o prácticas amorosas en sus manifestaciones artísticas. Así, no encontraremos en Egipto nada parecido a los explícitos relieves hindúes, ni nada por el estilo en los relieves de la antigua Grecia o Roma.

La explicación de esto estaría en el mito fundacional de la religión Egipcia Según la Teología Heliopolitana en el principio el mundo era un caos acuático en el cual existía Atum (aquel que existe por sí mismo) En este caos emergió una elevación de tierra, que conocemos como Colina Primigenia o Piedra Ben-Ben, donde Atum se posó por propia voluntad.  Allí Atum con su propia esencia creó una pareja de dioses. Así fue la creación según Autum

(...) Yo soy el que me uní con mi mano cerrada, y me uní conmigo mismo en un abrazo con mi sombra; derramé todo mi ser en mi propia boca, y escupí a Shu y a la humedad como tefnut.

Shu sería el dios del aire y del vacío aéreo, y Tefnut sería la diosa de la humedad. De la unión de estos dos dioses nacieron Nut (diosa del cielo) y Geb (dios de la tierra). Al contrario que en otras culturas el elemento masculino de esta cosmogonía es la Tierra, y el femenino el Cielo. El dios Shu (Aire) mantiene separados a Nut y a Geb impidiendo su unión.
En algunas representaciones, el dios Geb, que normalmente aparece como un hombre recostado en la tierra, aparece con un gran miembro tratando de alcanzar a su diosa Nut, si bien Shu cumple su función separadora.

Esto permanece así durante los 36 decanatos (360 días). En cambio durante los cinco días epagómenos (los que faltan para completar los 365 días del año) Shu se distrae y la pareja puede engendrar. De esta unión nacen dos parejas de gemelos, Osiris y Set e Isis y Neftis.
Estos dioses completarían la Enéada Heliopolitana. Vemos entonces que el origen de la creación se basa en un acto de unión.
Por lo tanto su tratamiento sería exclusividad de los dioses, y del Faraón, su heredero. De ahí que halla tantas representaciones itifálicas  de los mismos. Las mismas tendrían entonces un carácter mucho más religioso que de otra cosa, vinculado a rituales de la fertilidad, y de la vida toda. También explicaría el tratamiento encriptado de muchas imágenes bajo signos o actitudes preestablecidas, con la intención de dotar a todo lo vinculado a un carácter más acorde a lo divino-sagrado que a lo mundano.
A  nivel popular entonces, las representaciones de escenas muy fuertes, son casi inexistentes. Salvo algunos Ostracas (Trozos de piedras calizas dibujadas) con representaciones subidas de tono, algunos dibujos en cuevas y poco más.

El documento más importante es el llamado Papiro de Turín. Fue hallado en el siglo XIX, en la localidad de Deir-el-Medina (frente a Tebas), y pertenece al período del Faraón Ramsés (1150 ac). Recién se dio a conocer en 1973. Dicho Papiro mide 2,6mt de largo x 0,25mt de alto. Está impreso en ambas caras y consta de 12 viñetas en total. En una de sus caras hay representaciones satíricas, en las cuales diversos animales aparecen en actitudes humanas.
La otra cara tiene imágenes más fuertes, que podrían representar simplemente una representación de imaginería popular.  Si bien este papiro se encontró bastante deteriorado, se pudo hacer una reconstrucción total del mismo.

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Historia y Arqueología. Publicación digital de divulgación cultural.

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