La cueva de Altamira vuelve a abrir sus puertas al público

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La cueva de Altamira, en Santillana del Mar (Cantabria), volverá a recibir visitantes de forma experimental tras 12 años para analizar el impacto de la presencia humana antes de decidir de forma definitiva sobre la reapertura, según se ha anunciado este sábado en el Patronato.
Estas visitas serán de cinco personas y un guía a la semana, para dar continuidad a los estudios que se están realizando sobre el estado de la cueva, y en agosto se conocerán los resultados y se decidirá si en el futuro Altamira puede recibir visitas de manera continuada.
La duración de las mismas será de 37 minutos y se realizarán hasta el próximo mes de agosto, para cuando se prevé que estén las conclusiones de los investigadores sobre el estado de conservación de la cueva y sus pinturas -declarada Patrimonio de la Humanidad en 1985 y considerada la Capilla Sixtina del arte rupestre- y la posible reapertura de la misma.
Las personas que participen en las mismas se elegirán por sorteoentre aquellas que acudan al Museo y Centro de Investigación, --que alberga la réplica de la gruta--, el mismo día en que se realice la visita.
Se llevarán a cabo en base a un protocolo y controles "muy estrictos", de modo que los visitantes deberán llevar la misma vestimenta y calzado que utilizan los investigadores. También se establecerán parámetros como la estancia en cada zona de la cueva y la iluminación, con el fin de minimizar el posible impacto de la presencia humana en su interior.
Así lo ha anunciado este sábado el Patronato de Altamira, reunido en Santillana del Mar. Al término del encuentro, que se ha prolongado durante más de tres horas, el presidente cántabro y del Patronato, Ignacio Diego; el secretario de Estado de Cultura, José María Lasalle; el director del Museo Altamira, José Antonio Lasheras; y la coordinadora del programa de investigación para la conservación y acceso a la cavidad, Marián del Egido, han ofrecido una rueda de prensa en la que han detallado este régimen de visitas experimental.

Masificación y deterioro

Las pinturas polícromas del techo de Altamira fueron descubiertas en 1879 por el naturalista santanderino Marcelino Sanz de Sautuola después de que su hija de diez años las descubriera fortuitamente. En 1917 el Ayuntamiento de Santillana del Mar -propietario de la gruta- decidió abrirlas al público. En los años 50 se iniciaron las visitas masivas, que continuaron en la década de los 60, llegándose a alcanzar 270.000 personas al año.
En la de los 70 surgió la alarma ante la degradación de las pinturas, de modo que en 1977 se acordó el primer cierre parcial y dos años después, se clausuraron las visitas.
En 1982 se reabrió la cavidad, pero con accesos controlados y limitados, y 20 años después, en 2002, se decidió de nuevo cerrar la cavidad al público tras la aparición de unas manchas en la Sala de los Polícromos, aunque para entonces ya existía una réplica de Altamira, la neocueva, albergada en el nuevo Museo que también incluye un Centro de Investigación y que se inauguró en julio de 2001.
Estas instalaciones, ubicadas a unos metros de la puerta de la cavidad, recibieron en 2013 cerca de 260.000 personas (más o menos la media anual), de modo que el número total de visitas desde su creación se aproxima a los dos millones.
A mediados de 2010 se constituyó el Patronato y se comenzó a estudiar la posibilidad de reabrir la cavidad a las visitas, aunquecarácter restringido. En su última reunión, en junio de 2013, los científicos apuntaron que las pinturas de Altamira no corrían peligro, ya que evolucionan según el proceso natural de la propia gruta. No obstante, descartaban la apertura masiva.

Importancia del yacimiento

No fue hasta principios del siglo XX cuando las pinturas de Altamira obtuvieron la relevancia merecida.
Abierta al público en 1917, el 25 de abril de 1924 fue declarada monumento nacional por decreto ley y se convirtió en uno de los lugares más visitados de España.
El de Altamira es el yacimiento paleolítico más importante de España: posee una planta con dos tramos acodados de 270 metros de longitud, con obras de arte rupestre en todo su recorrido.
Correspondiente a las culturas solutrense y magdaleniense, la estructura de la cueva consta de tres zonas: un vestíbulo con luz natural, habitado desde comienzos del Paleolítico Superior; la gran Sala de los Polícromos; y otras salas y corredores con manifestaciones artísticas pero de menor importancia.
Así, aunque Altamira conserva más de 260 pinturas y grabados, el conjunto más importante se encuentra en el techo de la Sala de los Polícromos.
Se trata de una bóveda de 18 metros de largo por 9 de ancho, que contiene más de 30 figuras, con representaciones de bisontes, caballos, jabalíes y ciervos, unas figuras polícromas, rojas y negras, que se superponen entre sí adaptándose a los salientes de la roca, para dar sensación de relieve.
En el mundo existen otras tres reproducciones de Altamira al margen de la neocueva: en el Museo de la Técnica de Munich (Alemania), en el Museo Arqueológico Nacional de Madrid y en el parque temático de Ise-Shima, en Japón.
Vía: www.elmundo.es

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Historia y Arqueología. Publicación digital de divulgación cultural.

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