Un estudiante resuelve el enigma del bombardeo cósmico del siglo VIII
Hace unas semanas, la revista Nature publicaba una interesante investigación llevada a cabo por científicos japoneses que describía una potentísima oleada de radiación procedente del espacio exterior en el siglo VIII, tan violenta que si ocurriera en la actualidad dejaría inútiles gran parte de nuestros sistemas informáticos y de comunicación por satélite. Las huellas de este extraordinario evento habían sido encontradas impresas en los anillos de los árboles de la época mediante el análisis de carbono 14. Un estudiante de la Universidad de California Santa Cruz llamado Jonathon Allen cree haber aclarado al misterio. Según explica en un artículo enviado a la misma revista, en el año 774 apareció un misterioso «crucifijo» rojo en el cielo, una señal que fue recogida por una crónica anglosajona de la época. Esa extraña cruz pudo haber sido la explosión de una supernova nunca antes reconocida. Curiosamente, Allen llegó a esta conclusión con una simple búsqueda en Google.
El joven escuchó la noticia del bombardeo cósmico en los audios de la web de Nature y le picó la curiosidad. Las únicas causas que podían provocar un impacto tan poderoso solo podrían ser la explosión de una supernova o gigantescas llamaradas solares, pero ninguno de estos eventos estaban registrados en 774 o 775, los años en los que se dispara el índice de carbono-14 de dos viejos cedros japoneses analizados. En esos años, se produjo un incremento del 1,2% de ese elemento con respecto a los demás años. Parece poco, pero en realidad es un incremento masivo.
Intrigado, Allen inició una búsqueda en internet. A través de Google dio con una crónica anglosajona del siglo VIII en «The Avalon Project», una biblioteca online de documentos históricos y legales de la Universidad de Yale en New Haven, Connecticut, que describe una «cruz roja» que apareció en los cielos tras la puesta de Sol.
Escondida en el cielo
El estudiante cree que puede tratarse de una supernova escondida tras una nube de polvo, lo que hizo que se observara de ese color rojizo. La posibilidad de que el bombardeo hubiera sido provocado por una supernova ya había sido pulsada, pero los científicos decían que si se hubiera producido una explosión así, deberíamos seguir viendo su brillo, que puede durar varios miles de años antes de extinguirse. Sin embargo, Allen cree que no vemos sus restos porque los tapa la misma nube de polvo.
Los científicos expertos en este campo tienen ahora la palabra. Muchas de las supernovas que ahora conocen los astrónomos no aparecen en los registros históricos. Geza Gyuk, astrónomo del Planetario Adler de Chicago en Illinois, cree que Allen podría estar en lo cierto. «El texto sugiere que el objeto se observó en los cielos occidentales poco después de la puesta de Sol -explica a Nature- Esto implicaría que tendría que haberse movido por detrás del Sol conforme la Tierra orbita a nuestra estrella. Esto, junto con el polvo explicaría por qué nadie habría visto o registrado el evento».
Fuente: abc.es
Imagen: Wikipedia (Supernova)
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