La Arqueología Maya no habla del Fin del Mundo

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Según el astrónomo, esta teoría carece de sentido y no tiene bases científicas.

Llegó el año 2012, pero desde hace algún tiempo se ha difundido la idea de asociar este año con un fin del mundo profetizado por los sacerdotes y soberanos de la antigua civilización maya, a lo cual se han sumado profetas y vaticinios de toda clase, desde el famoso Nostradamus hasta los indígenas de varios continentes.

Esto ha despertado expectativas a nivel global con manifestaciones en la literatura, el cine, Internet, el comercio y el imaginario popular. ¿De qué se trata este asunto del 2012?
La cultura maya se consolidó especialmente durante el llamado período Clásico, entre el año 250 al 1000 de nuestra era, en un extenso territorio que abarcó lo que hoy es la península de Yucatán, las Tierras Altas de Guatemala y Belice, Honduras y El Salvador.

En este escenario se desarrolló una de las civilizaciones más importantes del mundo precolombino y, por el avance de su arte, arquitectura y conocimiento del mundo natural, igual o superior a encumbradas civilizaciones del Viejo Mundo. Por ejemplo, desarrollaron una escritura logo-silábica compleja y un sistema de numeración con el concepto del número cero.

Un aspecto interesante de los mayas era su concepción cíclica del tiempo. La regularidad de los ciclos estacionales de la naturaleza y su asociación con eventos celestes condujo al pensamiento cosmogónico maya a establecer una noción similar en su vida personal y comunal. Los sucesos de hoy se repetirán en algún momento más adelante, vinculados con la conjunción planetaria del día o el tránsito de las Pléyades por el firmamento. Esto los llevó a desarrollar una relación muy estrecha entre la observación de los astros, el ciclo agrícola y la construcción de calendarios.
Los mejores astrónomos del mundo antiguo construyeron verdaderos observatorios y grandes pirámides donde los gobernantes mostraban al pueblo su divina conexión con los numerosos dioses del cielo. Podían predecir eclipses y la precisión de su calendario de Venus no tiene rival.

Del complejo sistema calendárico maya, ceremonial, sagrado y astronómico, hay que mencionar el calendario histórico conocido como la Cuenta Larga, que se empleaba para datar monumentos, referenciar eventos y fechas importantes y funcionaba con 5 unidades de tiempo: baktun, katun, tun, uinal y kin, que es el día. El baktun es la máxima unidad de tiempo en la Cuenta Larga, 394,23 años. Y el ciclo máximo contiene 13 baktunes, o sea, 5.125 años, momento en el cual la rueda calendárica completa el gran ciclo.

A comienzos del siglo XX, los expertos descifraron la Cuenta Larga y la correlacionaron con nuestro calendario moderno. Llegaron a la conclusión de que los mayas iniciaron el actual ciclo en un remoto pasado -el 13 de agosto del 3114 a. C.- y que por lo tanto el baktun 13 se completa el 21 de diciembre del 2012. Este es el origen del asunto 2012.

Por otra parte, el Popol Vuh, libro sagrado de los mayas quichés que recoge la tradición mitológica de la génesis del mundo maya, refiere una creación y destrucción sucesiva de hombres y mundos, un visión catastrofista y renovadora afín a muchas culturas. Sin embargo, los mitos y leyendas de los mayas sobre el universo, los fenómenos del cielo y los mundos que se crean y se destruyen son eso: leyendas. Y tienen la misma validez que cualquier otra leyenda del mundo antiguo.

A su vez, en los siglos XVI y XVII los frailes españoles en su campaña evangelizadora recogieron estos mitos mayas para influenciar los escritos coloniales que, al estilo del Apocalipsis, prometen la salvación para los cristianos y el castigo para los pecadores. De esta forma, las profecías del fin del mundo que aparecen en los textos coloniales de los mayas convertidos se redactaron bajo la influencia de la Iglesia. Por ello son una fantasía y no puede atribuírseles ninguna veracidad.

El 2012 no se menciona en ninguno de los tres códices originales que sobrevivieron a la Conquista. La única referencia está en la denominada 'Estela 6 de Tortuguero', en México, donde aparece el fin del baktun 13 y se anuncia la llegada de un dios asociado al inframundo. La deteriorada estela no permite más lectura. Otras estelas mencionan eventos que ocurrirían mucho después, como una en Palenque que anuncia el retorno del gran rey Pakal en el año 4772.

En conclusión, desde la arqueología maya no se evidencia ningún fin del mundo, sino temporadas de poder para los linajes gobernantes y, en los códices, algunas calamidades en la misma proporción que épocas de abundancia, cosechas y prosperidad.

Entonces, ¿cómo aparece el asunto 2012? De esto se encargaron desde hace ya bastante tiempo una serie de autores estadounidenses como Frank Waters (1975), Dennis McKenna (1976) y, sobre todo, José Argüelles (1987), considerado "el hombre detrás del 2012".

Waters identificó el baktun 13, lo estimó en 5200 años y lo llamó "el Gran Ciclo Maya". McKenna desataca el final del baktun 13 el 21 de diciembre del 2012, y descubre que la fecha coincide con el solsticio de invierno en el hemisferio Norte. Argüelles relaciona el período del baktun 13 con un potente rayo proveniente del centro de la galaxia y dice que los mayas sabían cuándo entrábamos en el camino del rayo y cuándo salíamos, "un período de dramáticos cambios evolutivos para el planeta".

Luego se desata una oleada de libros con afirmaciones muy al estilo de las corrientes de 'la nueva era'; especulaciones sobre el conocimiento de los mayas con respecto a los ciclos de las manchas solares, inversión del eje de la Tierra, cometas asesinos, planetas errantes, superterremotos y mucho más. Todo profetizado por los mayas y todo para el 2012. Cuánto irrespeto con la grandiosa civilización maya.

Para completar este pandemonio, no podían faltar aquellos que aseguran que existe una relación entre el factor maya y el fenómeno ovni, y anticipan que en el año 2012 la actividad de los ovnis se intensificará. De nuevo, la salvación del mundo llega a bordo de los platillos voladores, solo para algunos privilegiados.

En realidad, toda esta argumentación en su mayor parte carece de sentido y no tiene bases científicas, pero ha sido acogida con entusiasmo por la franja esotérica y los grupos lunáticos, los que llegan a afirmar por Internet y por todo medio que les dé la oportunidad una suerte de ideas ridículas sobre estos asuntos.
Pero no por esto dejan de ser peligrosas, pues su rebuscado lenguaje, muchas veces seudocientífico, engaña y confunde.

¿Qué hacer? Una recomendación de la Sociedad Internacional de Planetarios para los astrónomos es aprovechar el asunto 2012 para enseñar astronomía, historia, arqueología y destacar el verdadero legado de los pueblos precolombinos e indígenas actuales.
Es hora de que las secretarías de Educación y Cultura y los medios responsables se interesen en el tema. En otros "fines del mundo", las histerias individuales y colectivas han hecho algunos estragos. Este es el primer "fin del mundo" en la era de las redes sociales y las consecuencias pueden ser inesperadas.

El autor

Germán Puerta Restrepo
Especial para EL TIEMPO

Economista, preside la Red de Astronomía de Colombia y asesora al Planetario de Bogotá. Ha escrito 'Profecías mayas, ficción y realidad'.

Unknown

Historia y Arqueología. Publicación digital de divulgación cultural.

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