500 años de Francisco de Orellana
El español viajó desde los Andes hasta Brasil, en una travesía de un año y siete meses.
Orellana, que se sabe que nació en Trujillo (Extremadura, suroeste de España) en 1511, pero no la fecha exacta, se embarcó rumbo a América con tan sólo 16 años. Luchó contra el imperio Inca al lado de los hermanos Pizarro, de los que se cree que era familiar, y también fue el refundador de la ciudad ecuatoriana de Guayaquil, que había sido destruida varias veces por los indígenas.Pero su gloria no le vino por estas hazañas, sino por un viaje que llegó casi al azar, cuando Orellana "ya tenía una vida cómoda" y económicamente "no necesitaba realizar más expediciones", explicó el aventurero y escritor español Sebastián Álvaro.
Junto con un puñado de hombres, en 1541 Orellana abrió el camino fluvial desde los Andes hasta el Atlántico en un viaje en el que tardó un año y unos siete meses, y que se recuerda en Ecuador con estatuas, pinturas y hasta con una provincia que lleva su nombre.
Pero las hazañas de descubridores como Orellana tuvieron también su lado oscuro, según el historiador de la Facultad Latinoamericana de Ciencias Sociales (Flacso) Carlos Espinosa. Antes de la llegada de los españoles, en la cordillera de los Andes, donde estaba el imperio inca, "vivían nueve millones de personas, mientras que luego quedó un millón", debido a las guerras o las enfermedades traídas por los españoles, destacó.
Pese a que no hay datos precisos de la mortandad de indígenas en la Amazonia, el ecuatoriano Espinosa enfatizó que tras la conquista muchas comunidades que vivían alrededor del Amazonas se vieron obligadas a "moverse hacia el interior de la selva".
En esa región los españoles soñaban con encontrar las especias que Europa importaba de Asia a un precio muy alto, por lo que el mito del "país de la canela", que creían que se encontraba esta planta en el interior del continente, movió a Gonzalo Pizarro y Orellana a emprender un viaje hacia el este de Ecuador, según el historiador español Eduardo Martínez de Pisón.
Para Álvaro, Orellana se sumó a la exploración por su "sentimiento de aventurero", mientras que Martínez de Pisón opina que también le movió "la codicia". De acuerdo con Espinosa, a Pizarro y Orellana también les movían las historias de que en la selva había mucho oro e incluso que había un rey indígena, al que llamaban 'El Dorado', que se bañaba en un río con este mineral. Sin saberlo, pasaron por encima de una de las zonas más ricas de Ecuador, donde están actualmente todas las reservas petroleras del país, el oro negro.
La aventura comenzó con un contingente de 4.000 indígenas y 240 españoles, además de caballos, pero un año después, cuando estaban en la confluencia del río Napo con el Amazonas, la mayoría había fallecido de hambre. Pizarro ordenó a Orellana que, junto con 60 hombres, descendiera el río en busca de comida, y las fuertes corrientes le impidieron subirlo otra vez.
Fue así como este hombre de 31 años, tuerto, con largas barbas e instinto de supervivencia, se convirtió en el primero en cruzar el río Amazonas, de 6.800 kilómetros, una gesta que ha sido recordada este año con diferentes conferencias y actos en España y Ecuador. Álvaro y Martínez de Pisón destacaron que Orellana fue el descubridor del río, por ser el primero en recorrerlo entero, pues antes sólo se conocía su desembocadura en Brasil.
Espinosa, en cambio, aseguró que los indígenas ya habían atravesado el río, o por lo menos gran parte de él. Según escritos de la época, durante su viaje Orellana fue atacado por una tribu liderada por mujeres y de ahí salió el nombre de río Amazonas, por el mito griego de las mujeres guerreras, según Álvaro.
Sin embargo, Espinosa dijo que no existe evidencia arqueológica de que hubiera mujeres guerreras en la zona. Tras salir al océano, Orellana viajó a España, y posteriormente intentó cruzar el Amazonas, esta vez al revés, con el deseo de conectar el Atlántico con el Pacífico para agilizar el comercio, pero murió en esa travesía, señaló Martínez de Pisón.
Esa obsesión pervive 500 años después, reflejada en el proyecto Manta-Manaos, cuya meta es conectar un puerto ecuatoriano del Pacífico con la capital de la Amazonía brasileña, y por ende, los dos océanos, a través de los ríos Napo y Amazonas.
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